sábado, 21 de julio de 2012

Que se jodan

“Que se jodan”, dijo Andrea. En el Congreso, sí señora, dando ejemplo de la educación y respeto que nos caracteriza en España, para que nos vean los demás europeos a ver si nos rescatan del catetismo que nos invade también. “Si esto es el Congreso qué será la España profunda”, debieron pensar Merkel and company..

Andrea Fabra, por si alguien aún no la conoce

Pues sí, Andrea, sí, estamos muy jodidos y muy cabreados, porque tú y tu partido nos habéis jodido y cabreado pero a base de bien. Hay que incentivar la búsqueda de empleo decís. Muy bien, loable iniciativa, pero es que para eso hacen falta dos cosas:

Cosa número uno: que exista empleo para buscar, encontrar y poder ganarse la vida con él. Si un gobierno no crea empleo, ¿quién lo va a encontrar, cazurros? Así lo único que vais a conseguir es que por pura desesperación acaben suicidándose a lo bonzo, como en Grecia. Aunque igual hasta os mola, mira, un parado menos. Bestias.
Vale, hay fraude en las prestaciones del paro, todos lo sabemos, pero la solución no es joder a todo el mundo, Andrea: id a por el que defrauda, cread puestos de trabajo de inspectores y buscad al que se come dos raciones mientras a los demás nos permitís sólo media. Así matáis dos pájaros de un tiro, pero dejad en paz al que lleva toda la vida cotizando por desempleo y ahora se queda en el paro y cobra una miseria gracias a la puñetera crisis que habéis creado vosotros y vuestras malas gestiones.


Cosa número dos, pero no menos importante: ¡MECAGÜEN LA MAR! coged a todos los Urdangarines, Fabras (papá y tío, Andrea), Camps y sastre, Bankias, Caixas varias y sus preferentes esas, cogedlos a todos y también a todos los que no nombro porque  no sé, pero haylos como las meigas y no, no los mandéis a la cárcel ¿para qué? ¿para seguir manteniéndolos con dinero público? No, hacedles devolver hasta el último céntimo que han trincado con el 20% de interés, que es el que se le suma a un humilde mortal que, sin ánimo de dolo se retrasa un solo día en sus pagos a Hacienda o a la Seguridad Social. Y después de que hayan devuelto todo ese dinero y no haga falta que nadie nos rescate, porque evidentemente no hará falta, inhabilitadlos de por vida para cualquier cargo o empleo público. Ni barrer en un colegio. Veréis que inyección a las arcas del Tesoro y que buen ejemplo para futuros e hipotéticos corruptos. Ni uno más se atreve a tocar un euro que no sea suyo. ¿Es que no tenéis calculadora? ¿Es que no os dais cuenta de que con lo que ha robado sólo uno de ésos crápulas os sale lo que le quitáis a 7000 funcionarios y a 20000 parados? Burros, más que burros.


Y a los funcionarios, Andrea, también nos estáis jodiendo de lo más bien, que mira que os gusta. Después de invertir años de nuestra juventud preparando y aprobando una oposición, después de desplazarnos a trabajar donde nos mandara nuestra empresa (el gobierno, central o autonómico) después de volver sólo cuando nuestra empresa lo requiriera, después de estar oyendo durante años que somos unos privilegiados pese que la mayoría apenas cobramos mil euros, y de reconocer que dada la situación actual quizá lo somos a pesar de todo, va y resulta que tenemos el sueldo congelado desde ya ni me acuerdo cuándo (jódete) que nos lo descongeláis para bajarlo, dos veces casi seguidas en un año (jódete), que nos aumentáis la jornada semanal y nos quitáis días de vacaciones (jódete), que nos quitáis una paga extra (jódete), que a los interinos les reducís la jornada y el sueldo en un 30% (jódete), que vais a echar a 5000 trabajadores de las empresas públicas (jódete, jódete y jódete). Todo eso mientras tú, Andrea, cobras 1800 euros sólo en dietas de desplazamiento, que no necesitas porque vives al lado de tu “trabajo”. El doble que muchos de nuestros sueldos. Es para estar jodido, ¿verdad? 



Y encima me oigo el otro día que nosequé asociación de nosequé soplapollez está indignadísima porque le han rebajado la subvención. Perdona ¿QUÉ? ¿QUE LA  MALDITA EMPRESA DONDE TRABAJO AÚN ESTÁ DANDO SUBVENCIONES, POR REBAJADAS QUE LAS DÉ, A VOLANTINEROS SIN FRONTERAS Y PERROFLAUTAS POR LA TOLERANCIA? ¿A costa de las horas que mis compañeros y yo trabajamos pero ya no cobramos? No me jodas (más) Andrea, no me jodas. Que de estas acabamos entrando en el Parlamento con metralletas y gritando “SE SIENTEN COÑO”. Lo que me faltaba por oír. No Andreíta y coPeperos, no. Menos joder a quienes trabajamos por una miseria y a quienes no trabajan porque no pueden, y más dejar de regalar pasta (nuestra pasta) a asociaciones, partidos políticos, sindicatos, falleros, devotos de la virgen, iglesias varias, festeros, oenegistas, clubs de fútbol multimillonarios, cineastas coñazo, poetas posmodernos a los que no lee ni su madre, defensores de la llengua oprimida y oportunistas caídos de un tejado, que de todo hay. Subvencionad la ciencia, subvencionad la sanidad, subvencionad una residencia de ancianos, subvencionad a las familias de dependientes, cuyas ayudas os habéis cargado de un plumazo. Subvencionad  lo que es necesario, LO QUE ES IMPRESCINDIBLE, coño, que estamos en crisis y de las chungas. Y que conste que pertenezco a una asociación LGTB y a un sindicato y que mola y se funciona mejor con subvenciones, pero no a costa de que no se me pague lo que vale mi trabajo. Y además, no soy nada solidaria en estas cosas, creo que mi asociación debemos mantenerla los asociados; y mi sindicato debemos mantenerlo los afiliados, independientemente de que en tiempos de bonanza podamos recibir y agradecer alguna ayuda. Por la misma regla de tres me jode, Andreíta, me jode que con mi dinero se mantengan siete mil chorradas que ni sirven para nada ni me importan. Me parece más justo que cada palo aguante su vela.

En fin, que si gracias a los políticos en general estábamos jodidos, ahora gracias a Andrea Fabra estamos jodidos y cabreados. Y eso tiene su peligro. Los que ya no somos tan jóvenes seguro que recordamos todos a aquel camarero que le soltó un guantazo a Miguel Boyer mientras se encontraba cenando tranquilamente con la filipina. Quefuerte, jotia, quefuerte. Al día siguiente oí como le entrevistaban en la radio, y el hombre dijo que él era socialista, obrero de toda la vida, y que cuando vio a aquel presunto “socialista” podrido de millones, cenando caviar y langosta, se sintió traicionado, sintió que el tipo había traicionado todas las ideas socialistas por las que otros tanto habían luchado, y no pudo aguantarse y fue y le arreó. Y contó que el juez le había puesto de multa diez mil pesetas. Y que estaba pensando pedir permiso al juez para pagar veinte mil y darle otra hostia al Boyer. No sé si tendría las veinte mil pesetas, pero un par de cojonazos como dos camiones sí que tenía el camarero, sí.

Cualquier excusa es buena para poner culitos de bomberos. Vale, se podían haber currado un poco la frase, pero ¿alguien ha leído la frase?

Pues en esa misma línea, y aunque reconozco que me descojoné con lo de Boyer (soy mala, lo sé, soy mala) y aunque reconozco también que en el fondo sé que Andrea Fabra se lo merece, no me gustaría que nadie la agrediera. Primero porque no es la manera de solucionar las cosas, y segundo porque la convertiría en una víctima, lo que está muy lejos de ser. Pero sí le deseo una cosa: que no vuelva a salir de su casa ni un solo día sin guardaespaldas por miedo a que una multitud de jodidos, exhaltados y cabreados, la asalte y la despedace; que no cierre los ojos una sola noche de las que le quedan de vida sin sentir el miedo en las entrañas. Nunca sentirá el miedo que siente un trabajador (ahora parado) de no poder alimentar a sus hijos, pero quiero que sienta todos los días el miedo a que ese parado, u otro, u otro (hasta 5 millones....) la pille y le dé dos guantazos, como a Boyer. O le clave un tenedor. O se le vaya la pinza completamente y antes de quemarse a lo bonzo la secuestre y la torture, y la queme también a ella. Quiero que viva siempre con miedo. Y si no le gusta vivir así, pues QUE SE JODA.

miércoles, 4 de julio de 2012

Padre coraje, padre chantaje


Y un poco al hilo del post anterior, no sé si todo el mundo sabe lo que es el “Síndrome de Münchausen por poderes”. Este trastorno, muy peligroso NO PARA QUIEN LO PADECE sino para quienes están a su alrededor, consiste en provocar daños de diversa gravedad a los propios familiares, especialmente a los hijos pequeños, con el objeto de llamar la atención del personal médico, y de hacer el papel frente al resto de la sociedad de persona abnegada que se desvive por su familia frente a la adversidad. Y un matiz muy importante: los Münchausen CREEN REALMENTE que están protegiendo y cuidando a su familia, no son conscientes de ser ELLOS la causa directa del daño y el sufrimiento de sus familiares.

En 1992, Isabel Padilla, natural de Murcia, fue condenada a 89 años de cárcel por haber asesinado a su marido y a dos de sus hijos, administrándoles fármacos en la comida. Isabel era considerada por todo el vecindario una madre y esposa ejemplar y abnegada, que cuidaba de los suyos con amor y no desfallecía frente al calvario que estaba pasando su familia, viéndoles enfermar y morir a todos uno detrás de otro. Las sospechas de un médico, las investigaciones y su diagnóstico, salvaron la vida de su hija pequeña. Veinte años después, Isabel desde la cárcel sigue sin entender qué hace allí, sigue llorando a los suyos y sigue pensando que hizo todo lo que pudo por ellos,

En el año 2000, médicos de diversos hospitales de Gran Bretaña decidieron instalar cámaras en las habitaciones de niños que sufrían recurrentemente accidentes o enfermedades de gravedad, y lo que vieron les dejó horrorizados. Los padres y madres que más se desvivían por sus hijos, los que  más rápidamente los llevaban a Urgencias cuando tenían algún problema, los que se mostraban más preocupados y cariacontecidos por la salud de sus retoños, en cuanto se quedaban a solas con ellos les provocaban lesiones o les hacían ingerir productos tóxicos. Llamaban urgentemente al médico (en plan “¡¡rápido, rápido, un médico por favor!! como en las películas) crisis de llanto, crisis de histeria, probablemente inventaban alguna historia fantástica sobre lo que le había pasado al niño y los médicos se volvían locos, por eso instalaron las cámaras. Fácil es imaginar cómo se les quedó el cuerpo cuando vieron a esos mismos padres fracturando un brazo a sus hijos, o haciéndoles ingerir matarratas. De pasta de moniato.

El síndrome de Münchausen sólo se denomina así cuando existen lesiones físicas, es muy poco común (afortunadamente) y suelen padecerlo mujeres. Pero hay algo que me preocupa más, porque lo estoy viendo mucho últimamente, y que sería una especie de Münchausen en el plano psicológico, sin provocar heridas físicas pero capaz de abrir tremendas brechas en la mente y en el alma, y de no dejarlas cicatrizar durante años. 


Yo en realidad a la psicología soy una recién llegada y una aprendiz sin título todavía, así que lo que puedo haber aprendido académicamente aún es poco, pero en la terapia floral no soy tan novata, además de estar perfectamente titulada, y desde luego como aguda observadora tengo cuarenta y dos años de provechosa experiencia. Por otra parte, he trabajado en un centro educativo, y también en mi trabajo actual tengo la ocasión de ver a menudo a padres con niños. Y les he visto, he visto muchas veces a esos padres terribles, tantas que a veces los detecto con un simple vistazo y me dan muchísimo miedo. No son padres con la lógica preocupación de cualquiera frente a los peligros y sufrimientos que pueda vivir su hijo en la vida, ni siquiera son simplemente padres sobreprotectores. Son padres que inventan o CREAN ELLOS MISMOS situaciones peligrosas, agobiantes, dañinas para sus hijos, se ponen automáticamente la etiqueta de “padre coraje”, luchan por su retoño a capa y espada y acto seguido le espetan: “¿ves hijo, cuánto te quiero y todo lo que hago por ti?”

He visto a un pequeño instrumentista de once años en la consulta de un psiquiatra para superar el miedo escénico. Me dieron ganas de gritar, ¡por favor, a los once años no se tiene miedo escénico! A no ser que te lo hayan metido con calzador, que es exactamente lo que había hecho el paranoico de su padre, dando por sentado que su hijo iba a ser el mejor concertista del mundo. Para luego gastarse un dineral en el psiquiatra.

He visto a un niño de nueve años terminar sus deberes a las once menos cuarto de la noche, después de haberse levantado a las siete de la mañana y sin haber jugado en todo el día, porque estudia el colegio, dos idiomas, deporte y música. Su madre está empeñada en que tenga un buen futuro, aun a costa de su niñez.

He visto a un adolescente que tras comentar en casa que tenía mucho cariño a uno de sus profesores, fue apartado inmediatamente de las clases de ese profesor porque los padres decidieron que “le tocaba, no era normal y podía ser un pederasta”. Por más que el chaval lo negó y lo negó, no hubo nada que hacer, y no volvió a ver a su profesor. Por supuesto los padres jamás denunciaron unos abusos que jamás existieron. Ésta es otra característica muy interesante de los “padres chantaje”, los celos patológicos de cualquier relación que su hijo pueda establecer con otro adulto. No lo soportan, hasta el punto de INVENTARSE Y CREERSE cualquier fantasía que se les ocurra, y cuanto más escabrosa mejor, para romper esa relación.

He visto a un chico de quince años planear su futuro, toda su vida laboral en base a cómo  podría devolver a sus padres todo el dinero que se estaban gastando en su educación. Además a éste le dije que se olvidara de eso, que esa obligación era de sus padres, no suya y que él no tenía por qué devolverles ningún dinero, con darles las gracias bastaba. Me miró como si hubiera visto un fantasma.

 Y es que realmente las técnicas de los “padres chantaje” son las mismas que las de los mafiosos y de los maltratadores domésticos, básicamente consisten en hacer creer a la otra persona lo de “no eres nada sin mí”, “dependes de mí”, “así me lo agradeces con todo lo que yo hago por ti”, en hacer sentir al otro tan miserable y tan culpable que prácticamente no tenga otra cosa en la cabeza más que satisfacer al eterno insatisfecho, que siempre le pedirá más. Y hay que añadir una diferencia importante: los mafiosos y los maltratadores son ilegales, se les puede denunciar y con un poco de suerte la ley les condena. A los padres chantaje no; para que un padre sea condenado por maltratar a su hijo ha de haber lesiones físicas y graves, si no, la ley siempre protege y ampara al padre. Y no, no me vale el rollo de “tú no lo entiendes porque no eres madre”. Aquí estamos hablando de maltratar a criaturas que no pueden defenderse y a quienes la ley no permite ayudar. Eso lo entiendo muy bien, yo y cualquiera que tenga dos dedos de frente, sea madre o no. Así que menos tonterías y excusas absurdas, que el tema es muy serio.




Y esto no se acaba. Primero porque eres menor, luego porque tienes que acabar la carrera, luego porque estás en el paro y no tienes dinero, luego porque te busqué un trabajo, luego porque yo te compré un piso, luego porque te cuido a los niños y luego porque soy viejo y me tienes que cuidar, el chantaje dura TODA LA VIDA, y cuando el padre muere ya es tarde, al hijo ya no le queda vida. Los hijos de “padres chantaje” llenan las consultas de psiquiatras, psicólogos y terapeutas de todo tipo, pero no suelen durar mucho en terapia. Evidentemente quien tiene un problema es el padre, pero quien llega a la consulta como paciente ¡ES EL HIJO! Cualquier buen terapeuta identifica la situación al primer vistazo, y la situación es muy delicada y se puede hacer muy poco. En fin, no voy a entrar en técnicas de psicoterapia, pero como el padre se dé cuenta de que el problema es él y no su hijo antes de estar preparado para asumirlo (y tardan mucho en estar preparados, o no lo están nunca porque es algo que evidentemente no quieren asumir), se coge el cabreo del siglo, se larga de allí con su hijo, y un paciente que necesitaba ayuda queda más solo y desamparado que nunca. 

Quizá pruebe otros terapeutas, pero tiene tendencia a llegar rápidamente a la conclusión inequívoca de todos los padres chantaje: “tú no necesitas terapia hijo, me tienes a mí, habla conmigo, confía en mí”. Y quien dice terapia dice ese amigo, esa novia, ese viaje, estudiar eso, incluso ese trabajo. “Ya me tienes a mí y yo puedo mantenerte, ¿para qué quieres trabajar? confía en mí, hijo, confía en mí”.

Una vez un amigo mío me dio una definición de los padres chantaje que se creen padres coraje: “son los típicos que crían al hijo perfecto, listo, estudioso, que se saca dos  o tres carreras, que nunca ha dado un problema, que consigue un buen trabajo, que tiene una vida estupenda y que se suicida antes de cumplir los treinta”. Creo que no hay una definición más acertada.