martes, 9 de octubre de 2012

Mujeres y leyes

“No pasa nada, ¿hay nueve votos? Poned diez. Las leyes son como las mujeres, están para violarlas.”
José Manuel Castelao
Presidente del Consejo General de la Ciudadanía en el Exterior.
(segundo día en que ostentaba el cargo, cuando faltaba un voto para formalizar el acta sobre la que se trabajaba en ese momento)

Por supuesto que sí, señor Castelao, las mujeres como las leyes, para violarlas. ¡Dejémonos ya de feministas quemasostenes a favor del aborto y de corrección política! ¡Usted sí que es un hombre sincero, un macho español como debe ser! Mujeres.... seres inmundos que no tenían ni alma hasta que un Papa lo decidió, y ahora vienen pidiendo derechos... ¡ay si nuestro Gran Caudillo levantara la cabeza! ¡En qué hemos convertido su amada España! Hay que violarlas a todas, y la que no se deje violar dos hostias como dos panes, a ver si entran en razón de una vez por todas y se enteran de quien manda aquí. ¡Hombre ya!

Doy por sentado, señor Castelao, que usted se ha creado por generación espontánea debido a alguna extraña mutación poco presente por fortuna en la naturaleza, puesto que en caso contrario habría nacido usted del vientre de una mujer como todo hijo de vecino. Y claro está, haciendo caso de sus palabras, a su excelsa progenitora habría que violarla en base a su condición femenina, porque para eso está, para violarla.

Sé también que usted está casado, y supongo que está violando a su señora constantemente, puesto que ya que su madre al fin y al cabo no eligió parir a un energúmeno semejante, su esposa sí eligió casarse con usted, y ya sabía para lo que era. Para ser violada, y si no que se hubiera casado con algún calzonazos moderno de los que pululan por este país, y que no van por ahí violando a sus mujeres como buenos machos. En el caso de que a sus 71 años sus condiciones físicas no le permitan consumar una violación como Dios manda en la persona de su señora, seguro que busca usted algún joven mancebo que le sustituya en sus deberes conyugales. ¡No va a consentir usted que su querida esposa se quede sin su violación habitual! Eso nunca, señor Castelao, eso nunca.

Creo que no tiene usted hijas. Una lástima, porque en el caso de que las tuviera también optaría para ellas, como mujeres que son, por la violación cotidiana. Quizá se encargara usted mismo, como buen padre que es; o quizá si algún becerro con sus mismas ideas asaltara a una de sus hijas en un callejón oscuro y la violara, usted en vez de procurarle a su retoña inmediatamente asistencia médica y sanitaria, procedería a recordarle las obligaciones que implica su condición de mujer, con las sabias palabras que de su boca salen habitualmente. “Nena, no seas quejica y alégrate, que para eso estás, para que te violen”. O algo así.

Qué grande es usted, señor Castelao, qué grande. Hay que reconocer, además de su sabiduría en cuestiones femeninas, su indudable talento para la política. Poca gente, muy poca gente es capaz EN SÓLO DIECISIETE PALABRAS, de declararse en grado sumo CORRUPTO, SEXISTA, BOCAZAS Y ESTÚPIDO con tanto talento y gracia como lo ha hecho usted. Eso tiene mucho mérito señor Castelao. Alégrese, porque pasará usted a la historia de España como uno de los grandes.