jueves, 17 de enero de 2013

De reinas y reinonas

Hoy ha caído en mis manos el último (y creo que nunca mejor dicho) libro de Pilar Urbano sobre la reina Sofía, sí, aquel en el que decía que respeta a los gays pero “¿por qué tienen que estar orgullosos de ser gays y subirse en una carroza...?” y “que se unan pero que no le llamen matrimonio” y en fin, todo eso. No he leído el libro entero, pero ojeándolo he buscado esas palabras impresas y efectivamente, ahí estaban.

La reina Sofía
Vaya por delante que la reina Sofía me cae bien, muy bien, ella y sus hijos. No así su marido, no así su yerno, ni su ex yerno, ni su nuera, pero ella y sus hijos me gustan, sobre todo ella. Siempre me ha parecido una persona que sabe estar en su sitio y por eso no me creo, ni me he creído nunca que dijera esas palabras a una periodista con la intención de que salieran publicadas en un libro. Aunque por supuesto, estoy segura de que algo así es lo que piensa de los gays, ya lo dijo muy sabiamente en su programa Ángel Martín: “¿qué esperabais? ¿que la reina quisiera ver a Felipe casado con Jesús Vázquez?” Pues eso, que a una persona de cierta edad, que fue princesa y que lleva casi cincuenta años siendo reina de España, no le pega estar enarbolando la bandera arco iris, para qué nos vamos a engañar; pero publicar lo de las carrozas me parece más bien una jugarreta sucia de la periodista que se autoproclama “amiga” de la reina, para vender un libro que tampoco iba a ser un best-seller sin algo de polémica.

Porque doña Sofía es una mujer inteligente y sabe perfectamente cuales son sus privilegios, que los tiene, pero también cuales son sus obligaciones. Los miembros de la familia real son los únicos españoles que no tienen derecho al voto salvo en un referéndum, ni derecho a la libertad de expresión. No pueden decir públicamente lo que piensan, tienen que decir lo que deben decir y punto. Forma parte de su trabajo y la reina lo ha hecho muy bien durante muchos años, es más, unas páginas antes se niega a pronunciarse sobre el famoso “¿por qué no te callas?” de su marido, y le dice muy claro a la periodista que no puede comentar eso porque ella no tiene libertad de expresión. Así que por mi parte, un diez a la reina Sofía y un cero a la otra pedorra.

Y dicho esto, tanto a la reina Sofía (qué ilusión me haría que leyera mi blog), como a quienes piensan como ella (esos me dan un poco igual), como a quienes no piensan como ella (bienvenidos sean), como a las Reinonas-Queens (que me leen a centenares ;-), me gustaría decirles un par de cosas:
Con mucho orgullo

1.L@s gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, intersexuales, transgénero, queers,  mariliendres, heteros simpatizantes y más que me dejo, no estamos especialmente orgullos@s de ser gays, les, bi, t, i... pero sí estamos MUY ORGULLOS@S de poder serlo públicamente, de no tener que escondernos de nadie, de poder casarnos con quien nos dé la gana (bueno, siempre que la otra parte esté de acuerdo ;-) y de poder abrazar a nuestra pareja fuera de un antro, sea quien sea nuestra pareja y del sexo o género que sea. Y por eso nos subimos a una carroza y celebramos nuestra fiesta, porque la visibilidad de l@s gays, les, bi, t, i... es un gran logro no sólo para nosotros, sino para una sociedad más justa, igualitaria y sin discriminaciones. Por supuesto también hay much@s gays, les, bi, t, i... que no son partidari@s del Orgullo, y nadie les obliga a serlo ni a participar. 

¡Esta va por ti, Sally!
Los demás montamos la carroza, nos soltamos la melena y celebramos haber dado un paso importante hacia la libertad y la no-discriminación en España. ¿Por qué nos subimos a una carroza? porque nos da la gana, porque es nuestro día y porque tenemos derecho a hacerlo, igual que lo tienen los falleros en fallas, los Reyes Magos el cinco de enero, y lo tuvieron los hijos de la reina Sofía el día de sus respectivas bodas.

2.¿Qué es un matrimonio? Básicamente un rito de unión entre dos personas, y a partir de ahí depende.  Cada religión tiene el suyo, algunas etnias como la gitana tienen el suyo, y no sé de ninguna cultura en el mundo que no tenga su propia manera de formalizar una unión, aunque sea mediante un chasquido de dedos. Y ahí por supuesto, cada cual pone sus propias normas. Por ejemplo, la iglesia católica exige que los contrayentes sean hombre y mujer, que estén bautizados, que no hayan contraído antes matrimonio católico o bien que éste haya sido anulado, que hayan realizado los cursillos prematrimoniales y que estén en gracia de dios en el momento de dar el “sí quiero”. Ésas son sus normas, y si uno quiere casarse por la iglesia católica tiene que cumplirlas. 

El matrimonio civil está regido en España por el código civil (valga la redundancia) que esté vigente, y desde el 3 de julio de 2005, el código civil vigente en España dice en su artículo 44: “El matrimonio tendrá los mismos requisitos y efectos cuando ambos contrayentes sean del mismo o de diferente sexo.” Más claro, agua. 


Por supuesto que no tiene nada que ver con el matrimonio católico, ni con el gitano, ni con el balinés, y por supuesto que las personas que practican esos ritos no deberían ofenderse porque otros se casen por un rito diferente que a ellos ni les va ni les viene. Pero siendo serios y llamando a las cosas por su nombre, el matrimonio entre personas del mismo sexo, en España, hoy en día, se llama matrimonio. Por eso lo llamamos así.