viernes, 27 de diciembre de 2013

Cristiana y lesbiana




Cristiana y lesbiana, por desgracia hoy en día es algo incompatible. El último Papa parece que ha decidido respetar a las personas LGTB (lesbianas, gays, transexuales, bisexuales) pero la historia de la Iglesia Católica ha sido muy cruel con ellas y ellos. Esperemos que ese respeto sea cierto, que jamás ningún cura vuelva a negar la comunión a una lesbiana o a sus hijos, y que sus declaraciones acerca de la homosexualidad sean respetuosas o mejor dicho, ni siquiera existan pues ninguna falta hacen. Pero aún así, la Iglesia es un club privado que juega con sus propias reglas, para sus dirigentes el matrimonio significa procreación y aún no se han enterado de que las y los homosexuales también pueden procrear. Vale, no pueden tener una hija que sea hija biológica de ambos miembros de la pareja a la vez, pero eso también pasa en muchas parejas heterosexuales por muchos motivos y nadie pone en duda su amor, ni su matrimonio, ni su procreación. Así que ya puestos, aún respetando el derecho de la Iglesia a definir el matrimonio eclesiástico (y sólo el eclesiástico) como le dé la gana, el argumento tampoco es válido.

Pero lo terrible aquí no es lo que opina la Iglesia, ni lo que opinan las asociaciones LGTB, lo terrible es el sufrimiento de las personas que se ven desgarradas entre dos bandos, entre lo que son y aquello en lo que creen. Es muy difícil de imaginar para quien no haya pasado por algo así, es una auténtica escisión tremendamente dolorosa para la persona, y cómo no, acaban dándoles por todas partes. La Iglesia les exige cambiar su forma de ser, como si mides metro y medio y te piden que seas alta; algunas y algunos LGTB les exigen que abandonen a la Iglesia, y con ello a un Dios en el que creen, en el que confían y en cuya fe se sienten seguras y protegidas. No es fácil ser lesbiana y la vez cristiana, no es fácil.

También es cierto que la mayoría de las y los LGTB, más pronto o más tarde acaban renunciando a la Iglesia y quedándose con lo que son, puesto que al fin y al cabo ellas y ellos lo que quieren es a Dios y no a sus intermediarios, a un Dios que todavía no dijo “esta boca es mía” acerca de la homosexualidad. Al queridísimo y soberbiamente pícaro Terenci Moix le preguntaron hace años si la Iglesia le había excomulgado y respondió algo así como: “la Iglesia no, me excomulgué yo mismo siendo muy joven y con gran felicidad.” Y eso es lo que más o menos hacen a la larga todas las personas LGTB y creyentes, no sólo cristianas sino de cualquier religión que rechace y considere abominable la homosexualidad.



Pero sigue sin parecerme justo que la Iglesia abandone a algunos de sus fieles por su orientación o condición sexual, y que el mundo LGTB abandone a personas iguales a ellas y ellos sólo por su fe. Hay que cambiar esa actitud YA, hay que considerar tanto la orientación sexual como las creencias personales, características por las que JAMÁS se pueda discriminar a nadie. De un lado y de otro. Si no lo hacemos así seguiremos causando dolor, seguirá habiendo gente en un doble armario con la angustia que eso supone. Seguirá siendo imposible ser a la vez cristiana lesbiana, y ya está bien.