miércoles, 1 de marzo de 2017

Por qué no soy feminista

“Mi marido no es guapo, ni falta que le hace”

Me ha venido a la cabeza esa frase cuando he pensado en el primer y principal motivo por el que no soy feminista: básicamente porque no me hace ninguna falta. He tenido la suerte de nacer en un país occidental en el siglo XX y he estudiado lo que he querido, he trabajado en lo que he querido, he estado en pareja o sin ella cuando he querido… por resumir, he hecho toda mi vida lo que me ha dado la gana y jamás he tenido ningún problema por ser mujer, ningún inconveniente o dificultad que no hubiera tenido siendo hombre.

Ahora bien, pasando del egoísmo a la solidaridad, está claro que ésa no es la situación de la mayoría de mujeres en el mundo y que el feminismo debe existir no por mujeres como yo, que nos bastamos y nos sobramos, sino por mujeres en otras circunstancias que sí tienen una vida mucho más difícil por ser mujeres. Y aquí es donde empiezan los problemas, porque un movimiento que en teoría debería estar creando un mundo más justo, en la práctica deja muchísimo que desear. Y es por eso que muchas mujeres (y hombres) con fuerza, con voz y con ganas, deciden no apoyar al feminismo organizado.


DISCRIMINACIÓN POSITIVA
 
Discriminar a las mujeres está mal, discriminar a los hombres es igualdad de oportunidades

Entiendo que la discriminación positiva puede ser necesaria en algún momento concreto y en alguna circunstancia especial, pero en general me parece tan mala como la negativa porque no deja de perpetuar una situación de discriminación, además de señalizar a quien la requiere como “menos apto” para conseguir lo que otros consiguen sin ayuda. Y sin embargo las feministas justifican la discriminación positiva hacia las mujeres como una compensación por los años de heteropatriarcado machista en los que hemos estado ninguneadas y hemos sido tratadas como ciudadanas de segunda clase, y eso lo dicen feministas de veinticinco años hablando en primera persona, como si hubieran pasado su vida picando piedra en la mina en vez de disfrutando de becas, sanidad gratuita y leyes de violencia de género. En fin, nena, que si tus bisabuelas levantaran la cabeza…


EL TRABAJO DOMÉSTICO Y LA BRECHA SALARIAL

El trabajo doméstico es trabajo, y tanto que lo es, pero cuando exigen a gritos su remuneración, las feministas son las primeras que están dando por sentado que es trabajo femenino y ahí es donde me dejan ojiplática de nuevo. El trabajo doméstico de la casa propia es de todos los que habitan en ella, sin excepción y cada uno en la medida de sus posibilidades. No existe ningún gen mutante en el cromosoma Y que impida a ningún hombre del mundo coger una escoba, una plancha o un biberón y utilizarlos en su debida forma. Y cuando digo todos los que habitan en la casa, digo todos incluyendo niños y abuelos, cada uno lo que pueda pero todos los miembros de la familia tienen esa responsabilidad. Hay hombres que no parecen tenerlo demasiado claro, pero es que hay mujeres que tampoco: las oigo presumir de lo buenas amas de casa que son, de lo limpio que lo tienen todo (ellas en singular, sin incluir a los maridos); las oigo decir que su marido es muy bueno porque “me ayuda en la faena de la casa y me deja salir a tomar café con mis amigas” (me encanta esa frase) o las oigo por el contrario quejarse de que “no ayuda nada” mientras ella friega-guisa-cambiapañal todo a la vez y el maromo se toca los huevos en el sofá frente a la tele.

Y luego las feministas para arreglarlo exigen un sueldo para el ama de casa a cargo del dinero público, claro, para que ella pueda tener cierta independencia económica en pago por “su trabajo” mientras él se los sigue tocando tranquilamente en el sofá, y todos contentos. Ale pues ¿problema solucionado? ¿en serio?

La brecha salarial es uno de esos temas con mil interpretaciones, susceptible de que cada uno extraiga la información que quiera y la utilice a su conveniencia. No es verdad que por hacer el mismo trabajo si eres mujer cobras menos, eso está prohibido por la ley, lo que sí es verdad es que si coges por una parte a todas las mujeres que trabajan, y por otra a todos los hombres que trabajan, al sumar los sueldos de unos y de otras resulta que las mujeres cobran menos. ¿Por qué? pues porque suelen tener empleos menos cualificados y por lo tanto menos remunerados. 

¿Están las mujeres menos cualificadas que los hombres para ejercer cualquier profesión? en absoluto, pero muchas mujeres siguen teniendo claro que su salario es menos importante que el de su pareja, que han de ocuparse además en solitario de las tareas de la casa, y que si uno de los dos en algún momento ha de aparcar su vida profesional para dedicarse a la crianza de los niños, será necesariamente ella y no él. Y teniendo eso tan claro es lógico que se ponga menos interés y se tenga menos ambición en la vida profesional de una y es más probable que la mujer acabe teniendo un empleo menos remunerado que el de su pareja masculina, al final es la pescadilla que se muerde la cola. ¿Es injusto? sin duda, ¿es culpa del machismo y del heteropatriarcado? en parte sí, pero digo yo que las mujeres en tanto que seres adultos y pensantes algo tendremos que decir al respecto. El machismo no nos obliga a priorizar nuestra vida familiar sobre la profesional, sólo nos sugiere que lo hagamos, pero somos nosotras quienes tomamos nuestras decisiones.


 
CONTRA EL HOMBRE

Ya lo dijo mi paisano Toni Cantó, que el feminismo no puede hacerse contra el hombre y más razón que un santo tenía. Algunas feministas son lesbianas furibundas y les repugna la idea de practicar sexo con un hombre, hasta ahí perfecto, pero incluso las más acérrimas lesbianas ¿no tienen padre? ¿no tienen hermanos, primos, hijos, amigos, compañeros de trabajo varones por los que sientan un cierto aprecio? ¿son todos tan odiosos que no podemos aceptar que algunos de ellos también sufran violencia en su hogar? ¿son tan malvados que podemos echarles la culpa sin pestañear de todas las actitudes machistas que hayan sufrido todas las mujeres del mundo a lo largo de la historia? Esa actitud me recuerda un poco a la clásica gañanada de bar, la que suele soltar un tío espatarrado con un whisky en una mano y un puro en la otra, y que reza así: “las tías son todas unas zorras”. Y a mí me entran ganas de preguntarle al  neandertal de turno: “¿todas, todas? ¿tu madre también?”.

Así que no me vale, queridas feministas, hombres y mujeres vamos todos juntos en el mismo barco, y hemos de sacar adelante todos juntos esta sociedad en que vivimos y que es el futuro de nuestros descendientes. Dejemos de echar la culpa de todo a quien no la tiene, y concentrémonos en quienes sí la tienen, que es más difícil y más políticamente incorrecto, pero mucho más efectivo y justo.


GRACIAS AL FEMINISMO

A algunas las saca de quicio que una mujer no milite en movimientos feministas, ¡que incluso se atreva a criticarlos de vez en cuando!, que no esté a favor del aborto ni de la ley de violencia de género, que sea de derechas, que no ponga a parir a “los tíos” así en general en cuanto abre la boca, que quiera tener familia numerosa o incluso lo más imperdonable, que si estando sentada en un bar con un amigo piden una cerveza y una fanta, si le sirven a ella la fanta no empiece a informar a gritos al camarero de lo heteronormativo patriarcal que ha sido su comportamiento, sino que se limite a intercambiar las bebidas y no le dé ninguna importancia. Y es que para ser una buena feminista no sólo hay que querer la igualdad de oportunidades para todos, ni querer proteger a las mujeres en aquellas situaciones en las que puedan estar desprotegidas, no, qué va. Parece que nadie es una buena feminista si no se ha quedado embarazada para luego abortar y demostrar así que su cuerpo le pertenece; si de cada cinco palabras que dice, una no es “heteropatriarcal” o “heteropatriarcado”; si vota al PP o Ciudadanos; si decide criar a sus hijos con biberón en vez de amamantarlos; si no acusa constantemente a todos los hombres de todos los males del mundo; si no está vigilante con mil ojos a la caza de algún presunto micromachismo, para saltar directamente a la yugular del presunto micromachista sin darle tiempo a decir buenos días.


No, las mujeres que no cumplen esos requisitos son constantemente acusadas de machistas y de fachas por las “verdaderas” feministas, que como buenas antifascistas jamás admiten una sola crítica y tienen claro que la libertad de expresión es válida únicamente para ellas (nótese la ironía, por favor). Inmediatamente viene lo de “gracias al feminismo puedes votar y trabajar”, “si eres mujer deberías defender siempre a las mujeres” y “si no apoyas nuestra lucha, al menos cállate”, tres clásicos feministas de libro equiparables en frecuencia y oportunidad al ya comentado e insuperable “sois todas putas” de cualquier gañán que se precie.

Y sí, gracias al feminismo podemos votar y trabajar, y estamos muy agradecidas a las mujeres y hombres que hicieron eso posible hace unos años, pero nadie tiene derecho hoy en día a autoproclamarse portavoz de aquella gente y en su nombre decirme a mí lo que tengo y lo que no tengo que hacer con mi vida. Estar agradecida no significa perder la capacidad de pensar por una misma, así que tú, feminista veinteañera que hablas de “lucha” cuando lo único que haces es gritar, abortar y enseñar las tetas, tú no tienes la menor idea de lo que es una lucha de verdad. No eres capaz de entender lo que tuvieron que pasar las sufragistas, ni las primeres mujeres científicas, escritoras o artistas, ni tus bisabuelas en la posguerra, ni tantas y tantas mujeres que son quienes hicieron posible que hoy podamos votar y trabajar. Ellas, no tú, así que menos lobos con la lucha feminista y ni se te ocurra decirle a nadie que se calle al respecto, por mucho que te fastidie su opinión ya sea hombre o mujer. Si no sabes rebatir sus ideas con argumentos, plantéate que a lo mejor quien debería estar un rato calladita, eres tú.


MUJERES CONTRA LA ISLAMOFOBIA

Ésta la he dejado para el final porque es sin duda mi favorita, y por supuesto la razón de más peso para alejarme y discrepar de los movimientos feministas. Dejando aparte la estupidez en sí misma que es la palabra “islamofobia”, ya hablaremos de ello otro día si se tercia, me fascina y me escandaliza a partes iguales ese contubernio de las feministas con el islam, esa tolerancia mangánima hacia lo intolerable, ese buen rollito de libertad para todas y todos. Es que me suena como sonaría un negro yéndose de copas con el KuKusKlan, o un judío defendiendo el derecho de los nazis a tener sus ideas y sus cámaras de gas.


A ver pardillas, ¿es que no habéis leído el corán, donde dice que una mujer vale la mitad que un hombre porque es palabra de alá y punto en boca? (Sura 2.282) ¿no habéis leído donde aconseja a los maridos que peguen a las mujeres desobedientes? (Sura 4.43) ¿no habéis visto nunca fotos de lapidaciones a adúlteras, de latigazos a víctimas de violación, de matrimonios entre hombres adultos y niñas pequeñas? ¿qué pensáis que es el islam? ¿qué creéis que significa el velo islámico? cuando defendéis la libertad para usarlo en occidente estáis defendiendo el derecho de los negros a estar encadenados, el derecho una maltratada a que su marido le pegue, el derecho de un trabajador a cobrar 50 euros al mes por 80 horas semanales. Vamos, que os estáis pasando los derechos por el forro, especialmente aquellos que tanto ha costado conseguir y por los que debemos estar tan agradecidas, porque el velo islámico significa la anulación de todos esos derechos. Algunas sí queremos mantener esos derechos, y por eso nos aterra lo que el islam hace a las mujeres mientras vosotras os dedicáis a echar piedras sobre el tejado de vuestras hijas y nietas; porque nosotras igual no lo veremos, pero a ellas nadie las va a respetar cuando les pongan un burka encima y las obliguen a dejar de trabajar o a casarse con su violador. No les valdrá de nada decir “mi abuelita que era feminista apoyaba al islam”, las maltratarán igual y si tenéis alguna duda echad un vistazo al mundo árabe, y comparad la situación de las mujeres antes y después de cada revolución islámica. Para que os quede bien claro como feministas, aquello a lo que NO os estáis enfrentando.


Así que si de verdad queréis defender a las mujeres, dejad de quemar sostenes y empezad a quemar velos y a despotricar contra el islam, esa teocracia fanática disfrazada de religión que se dedica a maltratar a las mujeres por ley. Es la única opción cuando una feminista tiene dos neuronas y dos ovarios.

1 comentario:

  1. Sempre m'agrada llegir-te,hui en especial,intenta escoltar el debat d'ahir al parlament europeu,on un neandertal justificava la diferència salarial.M'agradaria apoiar una mica més els teus argumentsamb una frase antiga dita per una dona"les dones i els homes no som iguals,som equivalents",gracies una vegada més per pensar en veu alta.

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