CICATRICES
La construcción del Muro |
Quien no tenga una cicatriz que levante la mano. Todos las coleccionamos: en el cuerpo, en la mente, en el alma, en el orgullo... pero hay cicatrices que van más allá, cicatrices colectivas que marcan la historia de todo un pueblo durante generaciones, como la cicatriz de Berlín. La valiente y desgarradora historia de esta ciudad es única en el mundo, por eso ninguna otra ciudad es como Berlín, por eso ninguna otra gente es como son los berlineses.
Los nazis en los años 30 del siglo pasado soñaron un imperio; para conseguirlo inventaron una guerra, y cuando la perdieron (afortunadamente), no fueron ellos quienes pagaron las consecuencias (desafortunadamente). Los más espabilados se largaron; los más lentos o más confiados se suicidaron; y los más cobardes como el maldito Hitler, se hicieron suicidar por su mujer. Después de exterminar a media Europa, no tuvo huevos para apretar el gatillo contra sí mismo, manda ídems.
Los nazis en los años 30 del siglo pasado soñaron un imperio; para conseguirlo inventaron una guerra, y cuando la perdieron (afortunadamente), no fueron ellos quienes pagaron las consecuencias (desafortunadamente). Los más espabilados se largaron; los más lentos o más confiados se suicidaron; y los más cobardes como el maldito Hitler, se hicieron suicidar por su mujer. Después de exterminar a media Europa, no tuvo huevos para apretar el gatillo contra sí mismo, manda ídems.
Berlín dividida |
En fin, que la guerrra la pagaron los alemanes de a pie, primero masacrados por los nazis y luego por los aliados, que se repartieron el país a pedacitos, como buitres. ¿Y Berlín? Dentro de la zona soviética y demasiado jugosa para ser cedida a sus solas manos, se dividió en cuatro cuartos, como una manzana. Francia, EEUU, Gran Bretaña y la URSS se la repartieron para saborearla y exprimirla mejor. Al principio sólo fue una división administrativa, pero conforme la guerra fría se iba calentando y el régimen soviético se endurecía, los alemanes de la zona soviética se largaban en masa el oeste, y eso a los ruskys, pues les jodía, que para eso estaban convencidos de que su comunismo era lo mejor que se había inventado desde el pan de molde. Y un día lo hicieron, los muy cabrones. Con premeditación, alevosía y nocturnidad. Una noche de 1961 levantaron el muro, “Die Mauer”, y la ciudad de Berlín amaneció dividida en dos. Partida por la mitad. Los berlineses que tenían al otro lado trabajo, familia y amigos se quedaron sin todo ello porque sí, porque de golpe estaban en otro país, en otra ciudad, en otro mundo. Con un pedazo de muro de por medio, doble muro con alambrada y soldados rusos vigilando las 24 horas, día y noche. Debió ser increíble, una pesadilla hecha realidad. Una herida abierta, que iba a permanencer abierta durante veintiocho largos, larguísimos años.
Peter Fecher es finalmente evacuado |
Los berlineses le echaron huevos (los que nunca tuvo Hitler) para pasar al otro lado del muro, y hay que decir que muchos lo consiguieron, pero los rusos iban muy en serio y tiraban a matar. El primer muerto fue Peter Fecher, un chavalín de 18 años, que más tarde inspiró la canción de Nino Bravo “Libre”. En el Checkpoint Charlie, el puesto de control por donde se pasaba legalmente, existe hoy en día una exposición en la que se pueden ver fotografías de Peter después de que los rusos le dispararan, mientras era evacuado al hospital aún vivo, pero tras cincuenta minutos de agonía en la que ninguno de los soldados de ambos lados se decidía a ayudarle, por temor a los disparos del lado contrario. También en la misma exposición hay fotografías de muchos otros berlineses heridos, muertos o supervivientes del muro, y se pueden leer todas sus historias. Muchas de ellas terribles como la de Peter; otras realmente divertidas, porque los ingeniosos métodos que utilizaban para vacilarles a los rusos y pasar delante de sus narices, eran de antología.
Pasando al otro lado |
En 1989, la política aperturista de la Unión Soviética, la famosa “Perestroika” derribó el muro, sorprendiento al mundo entero y haciendo que los alemanes salieran a la calle en plena noche de noviembre cual españoles, a festejar, a gritar de alegría, a llorar, a descorchar champán, a abrazar a sus seres queridos del otro lado. Veintiocho años y muchos muertos después, las dos mitades de Berlín volvían a estrecharse la una a la otra.
Hoy el muro es una cicatriz. Fue derribado, pero algunos de sus pedazos siguen ahí, para que los turistas hagan fotos, los hippies grafitis, y sobre todo para que nadie olvide. Los berlineses con su peculiar humor, lo decoraron desde el oeste con montones de pinturas (el lienzo era grande), algunas de ellas cachondísimas, y veintitrés años después aún lo venden a trocitos, junto con gorros del ejército soviético y postales en las que pone en varios idiomas: “Está usted saliendo de la zona americana”.
Aún venden camisetas con un mapa de la ciudad partida en dos, con el muro dibujado en rojo; aún puedes fotografiarte por dos euros en el Checkpoint Charlie junto a dos “presuntos” soldados equipados hasta las pestañas. Pero lo importante es que veintitrés años después, Alemania es una potencia mundial en todos los aspectos, y eso sólo se consigue trabajando codo con codo, como si millones de personas fueran una sola; olvidando diferencias; mirando hacia adelante con un sentimiento de unión y hermandad que, o nace de motu propio, o es imposible de crear.
Pintura en el muro |
El país que en 1945 fue humillado y desgarrado por culpa de los nazis, hoy nos está rescatando del agujero negro económico en que nos han metido nuestros políticos corruptos. Y mientras en nuestra querida España un catalán y un madrileño dejarían al otro morir de hambre con tal de no ofrecerle las sobras de su comida, en Alemania un bávaro y un berlinés dándose de puñetazos por el fútbol, se cuadran a la vez y se abrazan si de repente oyen la palabra “Deutschland” (Alemania). Señoras y señores, no sé ustedes, pero yo me quito el sombrero con mi más profunda admiración.
La puerta de Brandenburgo |
Toni,bòn dia,t'has fixat que en la pintada ein deustchland,la s,es una s nazi,cuidado que encara en queden,i no precisament volen rescatar-nos a la primera,ja que estan guanyant més diners que mai.Espere que continues fent-nos croniques tan apasionades i boniques,ens ajudes a aprendre una mica des de casa,al meins jo,ja que fà ja 5 anys que no em passetge per europa,besets.
ResponderEliminarHola Vicent. Encara en queden, sense dubte, pero crec que es una "s" que es gasta molt a Alemanya, no només per ells... jo tambè feia temps que no em passetjaba per Europa, i aquest viatjet m´ha vingut de perles. Besets.
EliminarHola Vicent. Aún quedan, sin duda, pero creo que es una "s" que se usa mucho en Alemania, no sólo por ellos... yo también hacía tiempo que no me paseaba por Europa y este viajecito me ha venido de perlas. Besos.
Desagarrador. No sabía que lo habían levantado en una sola noche... bfff...
ResponderEliminarSí, en una noche levantaron las alambradas y ya no dejaban pasar a nadie, luego fueron construyendo el muro poco a poco. Cuesta imaginar cómo se sobrevive a eso, pero los berlineses han sobrevivido, por eso a mi entender son tan de admirar.
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