Hamas acaba de anunciar que están muertos, que han sido asesinados tanto ellos como su madre, Shiri. Hay que decirlo con cautela porque las FDI aún no han confirmado la noticia y hamas no es precisamente una fuente fiable, pero por desgracia sabemos que es muy posible, son capaces de eso y más. El 7 de octubre mataron a muchos niños, adultos, ancianos, bebés, hombres, mujeres y hasta mascotas. Y si nos remontamos en la historia del terrorismo palestino el número se dispara, no hay espacio para nombrar a tantas víctimas, pero si la noticia de hoy fuera cierta hay que sumar el terrible dolor de que les hayan matado a ellos. A nuestros niños.
Quizá también porque Kfir era el más joven de todos los secuestrados aquel 7 de octubre fatídico, tenía 9 meses y no sabemos si ha llegado a cumplir los 10. Si lo ha hecho, ha sido en un túnel bajo tierra y en manos de los terroristas más crueles y sádicos que nadie pueda imaginar. Puede que incluso exista otro rehén más joven que él: una de las rehenes era una mujer tailandesa embarazada de nueve meses, que si sigue viva habría dado a luz en los túneles o donde sea que la tengan retenida los monstruos del hamas. No se sabe nada de ella ni de su bebé.
A Kfir y Ariel, el hamas los considera más “valiosos” porque su secuestro ha llamado mucho la atención, y sea o no sea cierta la noticia está jugando al terrorismo psicológico con sus nombres. Pero lo que sí es cierto es que estos dos niños representan a todos los rehenes. A todos. A los que han sido liberados y a los que quedan en manos de los terroristas, incluyendo los soldados muertos en la guerra de 2014 cuyos cuerpos siguen retenidos en Gaza. A las mujeres, a los hombres, a los demás niños, a los ancianos. A los israelíes, a los tailandeses, a los rusos, a los filipinos, a los argentinos, a los rehenes de cualquier nacionalidad. A los judíos, a los musulmanes, a los cristianos, a los ateos. A TODOS.
Kfir y Ariel son nuestros niños; todos los rehenes son nuestros niños. Los niños de todos. Espero que el ejército israelí no descanse hasta acabar con quienes se han atrevido a hacerles daño.