martes, 21 de junio de 2016

Un poco de historia palestina (Por fin, Israel VII)

VII
Un poco de historia palestina

La antigua provincia romana de Palestina era después de la Segunda Guerra Mundial un protectorado británico, y la ONU decidió en 1948 dividir ese territorio en dos estados, uno para los judíos y otro para los árabes, ya que en ese momento estaba habitado por ambos pueblos. No se invadió ningún país, ni se quitó nada a nadie para formar esos dos estados, si acaso a Gran Bretaña. Tantos años después sigue sin haber acuerdo acerca de si fue justa o no esa decisión de la ONU: los judíos recibieron más territorio teniendo menos población, aunque gran parte del territorio que recibieron era un desierto; no existía antes de 1948 un solo estado judío en el mundo, mientras que ya había 56 estados musulmanes; los judíos tenían y tienen fuertes vínculos históricos con Palestina, la tierra donde nació su religión y que está llena de muestras arqueológicas y arquitectónicas vinculadas al judaísmo; por otra parte los musulmanes de Palestina llevaban allí generaciones desde la conquista por parte del califa Omar en el siglo VII, y aquella también era su tierra. 

No existe una medida objetiva para decidir si fue justo o no el reparto y seguramente ningún reparto hubiera satisfecho al 100% a unos y a otros, pero se trataba de que los judíos tuvieran un lugar donde sentirse seguros después de las persecuciones que habían sufrido por parte de los nazis, y también de que ambos pueblos convivieran en paz, lo más sensato parecía tirar por la calle de en medio y que todo el mundo hiciera concesiones. Los judíos las hicieron, aceptaron la resolución de la ONU y proclamaron el Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948. Los árabes no las hicieron y declararon la guerra a Israel al día siguiente. Los musulmanes palestinos querían tener su propio estado, pero se negaban a que los judíos palestinos tuvieran ese mismo derecho así que convencieron a sus vecinos árabes para iniciar una guerra con la que conseguirían por fin “echar a los judíos al mar”. Los muertos, heridos y desplazados a continuación fueron consecuencia de esa guerra y esas tragedias, como en todas las guerras, sucedieron en AMBOS BANDOS. Miles de judíos fueron expulsados de los países árabes y acogidos por Israel; muchos árabes también fueron expulsados durante la guerra del territorio israelí, pero la gran mayoría se marchó “voluntariamente”. Aconsejados, muy mal aconsejados por sus líderes, salieron de allí esperando que los árabes ganaran la guerra en pocos días, y poder volver entonces a sus casas. “Salid de allí, vuestros hermanos árabes os acogerán, vamos a bombardear y en pocos días acabaremos con los judíos y podréis volver” clamaban Husseini y compañía. 

Husseini, líder palestino, con su amigo del alma, Adolf Hitler.
Así que entre los musulmanes hubo división de opiniones y consecuentemente de acciones: unos, los más listos, se quedaron donde estaban; otros, los más combativos, los que nunca aceptarían un estado judío ni hipotéticamente, los que se habían distinguido en los ataques a judíos durante todo el siglo XX, fueron expulsados; otros, los más confiados, los que creyeron en quienes debían protegerles, salieron por su propia voluntad y se dedicaron a vagar por ahí sin rumbo, porque sus “hermanos árabes“ jordanos en vez de acogerlos los masacraron, sus “hermanos árabes” sirios los masacraron otra vez, y al final quienes les acogieron fueron los pobres cristianos libaneses que bien caro pagaron su osadía y su buena voluntad… pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión ;-) (discúlpame Michael Ende, si alguna vez gano un euro escribiendo este blog te pagaré derechos de autor por haber utilizado tu famosa frase). 

Israel, un país-bebé con apenas siete horas de vida, sin ejército, sin gobierno, sin nada, se las apañó ¡oh sorpresa! para ganar la guerra a sus cinco vecinos árabes que luchaban todos a una contra él, junto a los árabes palestinos. Inciso para quitarme el sombrero y reconocer que los israelíes son la leche, ya sólo por haber ganado esa guerra en esas condiciones se merecen un país y un premio. El mapa quedó más o menos como lo había planeado la ONU, exceptuando que no se constituyó ningún nuevo estado árabe y lo que hoy se conoce como “territorios palestinos” fue invadido por Egipto (franja de Gaza) y Jordania (Margen oriental y Jerusalén este) sin que ningún palestino musulmán protestara por ello, ni por supuesto reclamara en esos territorios una patria milenaria inexistente; se limitaron durante un tiempo a ser  egipcios y jordanos, árabes al fin y al cabo y ya está. Hasta que en 1964, uno de mis hijosdeputa favoritos, Yasser Arafat, creó junto a sus secuaces la organización terrorista OLP, Organización para la Liberación de Palestina, con la sana intención de, una vez más, exterminar a los judíos y reclamar toda Palestina incluyendo lo que ya era Israel desde hacía 16 años, como patria musulmana. Por primera vez los musulmanes se adjudicaron para sí mismos y únicamente para sí mismos, el gentilicio “palestino” excluyendo a los palestinos judíos, cristianos y pertenecientes a otras minorías religiosas. 

Atentado de la OLP en una escuela israelí, 1974. 22 niños y 4 adultos muertos
Como militarmente seguían siendo bastante inútiles, se dedicaron al terrorismo salvaje; entre bomba en colegio y bomba en autobús, la OLP se atribuía la propiedad de la Palestina milenaria y musulmana de toda la vida (según ellos), inventaba de vez en cuando algún argumento histórico que demostraba definitivamente sus tesis (según ellos); y seguía ignorando con su habitual desfachatez que allí hubo judíos, cristianos, politeístas, ateos, etc, siglos antes de que apareciera un musulmán.

Nótese que Israel en aquel momento no había “ocupado” un solo centímetro cuadrado de los territorios palestinos y aún sin ocupación, sin muros y sin nada, la OLP machacaba a la población civil israelí a base de atentados terroristas en suelo de Israel. Bomba en un restaurante, bomba en una sinagoga. Nótese también que cada vez que Arafat vociferaba y escupía al mundo clamando por el derecho de los palestinos musulmanes a tener un estado propio, estaba negando ese mismo derecho a los palestinos judíos y por supuesto a todos los judíos en general.

Los sionistas, que no son ni todos los judíos ni todos los israelíes, en realidad piensan lo mismo que Arafat y sus secuaces pero al revés. Ellos creen que Samaria, Judea y Gaza deben formar parte de Israel como estado judío; los arafatianos creen que Israel junto con Samaria, Judea y Gaza, deben formar una hipotética Palestina musulmana. ¿Quién tiene razón?

El terrorismo de la OLP llevó a las guerras, las guerras llevaron a la “ocupación” israelí (PARÉNTESIS ACLARATORIO: “ocupación israelí” quiere decir que los árabes en 1967 fueron a por lana y salieron trasquilados. Declararon la guerra una vez más para acabar con los judíos y los judíos ganaron la guerra una vez más, y como en toda guerra conquistaron territorios a Jordania, Egipto y Siria, no a un presunto estado palestino que nunca existió, y esos territorios pasaron a ser parte de Israel y empezaron a vivir judíos en ellos junto con los musulmanes que ya estaban allí y a los que nunca se exterminó ni nada parecido. De hecho, siguen allí. FIN DEL PARÉNTESIS), la ocupación llevó a que Israel aumentara sus acciones militares contra el terrorismo, las acciones militares llevaron a que los terroristas cambiaran bombas por cuchillos y más o menos así andamos hasta el día de hoy.

En los territorios
Y hoy he estado en los territorios palestinos, toda una experiencia. Para empezar hemos tenido que cambiar de guía, nuestro Claudio no tiene permitido entrar en el territorio palestino a trabajar de guía turístico, así que se ha quedado en Jerusalén y nos ha guiado la visita la señorita de la que ya hablé en otro post largo y tendido, no me repito más.
Por aquí se entra a la Basílica. Glups.
La Basílica de la Natividad me ha decepcionado un poco. Aglomeración para entrar; aglomeración en el puesto de las velas bendecidas por el que, como bien sabe nuestra guía palestina, hay que pasar obligatoriamente; más aglomeración para bajar a la cueva donde se supone que nació Jesucristo y resulta que cuando llegas es diminuta, no puedes estar más que unos segundos y por supuesto no se parece en nada a un pesebre, ni a un portal, ni nada, es una estrella de metal sobre un suelo de mármol. Y ya está, luego te llevan a comprar más souvenirs. Nada que ver con el Santo Sepulcro ni cualquier otro de los lugares que me han emocionado por aquí. Mucho más interesante y dentro de la misma Basílica, es la Cripta de San Jerónimo, que al menos es una cripta de verdad con paredes y techo de tierra, donde se supone que el santo ayunó y meditó, y todas esas cosas que hacen los santos. Pero he bajado allí de casualidad, porque he visto bajar a uno de mis compañeros de grupo y le he seguido, mientras nuestra guía se quedaba arriba hablando por los codos con otro guía de otro grupo y pasaba de nosotros. Al final ha bajado para decirnos que se hacía tarde y que saliéramos ya. Un crack, la chavala.

Para terminar de flipar con esta extraña Basílica, me ha llamado la atención un cuadro bastante grande cerca de la entrada, en cuya reseña ponía esto:

Imitación floja
si algún experto en arte tiene a bien explicármelo, se lo agradeceré.

Además la zona cercana a la Basílica está llena de vendedores ambulantes de lo más pesados, que desde que bajas del autobús te asaltan intentando venderte souvenirs a cual más cutre, te acosan, te siguen; si les dices que no, te ofrecen lo mismo por menos dinero; si les vuelves a decir que no, te ofrecen en vez de un mechero/rosario/estampita, tres por el mismo precio… vamos, unos pelmas de mucho cuidado. Y si se te ocurre comprarles algo te ofrecen otra cosa, te vuelven a perseguir, te lo piden por favor, te insisten, los tienes detrás todo el rato. Entiendo que viven de eso y tienen que vender, pero es que a mí esa actitud me pone de lo más nerviosa, no lo puedo evitar, así que he estado bastante incómoda hasta que he subido al autobús. Porque hasta la puerta del autobús ha llegado un tipo intentando venderle a alguien del grupo un pack de veinte rosarios de plástico made in China. Barato barato.

Panorámica de la Belén actual
Siento decirlo, pero Belén es una ciudad muy fea. Sucia, caótica, cutre, con muchísimo tráfico en calles muy estrechas y con apenas señales o semáforos, donde la gente conduce de manera que da mucho miedo hasta verlos, y ni te cuento si se te acerca un coche a toda velocidad tambaleándose, aunque tú vayas por la acera. Y eso pasa bastante. Para salir de Belén hay checkpoint y se forma una cola enorme, ahí es donde  he visto por primera vez el muro.

El muro de la vergüenza
El primer muro no fue el de Belén, fue el de Gaza. Es ilegal, o como mínimo de dudosa legalidad, la ONU clamó en su contra, varios países denunciaron a Israel ante organismos internacionales, creo recordar que hubo un dictamen obligando a Israel a derribarlo cosa que el gobierno israelí por supuesto no hizo, así que nos podemos imaginar cómo se frotaron las manos los oenegistas propalestinos que encontraron un nuevo filón, junto con los asentamientos, para llenarse la boca diciendo que Israel es un estado asesino, genocida, que no respeta los derechos humanos, y tal, y tal, y tal… después del muro de Gaza vino el de Belén y está previsto que se construyan más. “¿Por qué hace esas maldades Netanyahu a los palestinos?” se preguntarán algunos. Pues bien, para empezar no las hace Netanyahu, Israel es una democracia y esas acciones las aprueba la Knesset, el Parlamento israelí donde también hay diputados árabes y musulmanes con derecho a voz y voto.

El muro, a la salida de Belén
Antes de construir el muro, en Israel morían unas 400 personas al año en atentados terroristas, en un país del tamaño de la Comunidad Valenciana. Recordemos que ETA en toda su historia ha matado en España a 829 personas, eso en Israel pasaba en sólo dos años teniendo una población siete veces menor, por hacernos una idea con los números.  Así a grosso modo, como si ETA hubiera estado matando en España a 2800 personas al año. Los palestinos llenaban mochilas con explosivos, o se ponían cinturones bomba, o se hacían con metralletas y cada dos por tres había una masacre en un restaurante, en un autobús, en un mercado, en la calle de cualquier ciudad israelí. Como es normal, el gobierno tenía que tomar medidas para extremar la seguridad y una de ellas fue el muro. Rodearon la franja de Gaza con un muro de unos tres metros de alto, que facilitaba la vigilancia de la frontera y dificultaba a los terroristas pasar a Israel sin que los soldados israelíes revisaran su “equipaje”. 

Soldados patrullando en la frontera de Gaza
Después se construyeron más muros en los puntos calientes de la frontera y como ya he dicho seguramente no serán los últimos. Desde la construcción del muro de Gaza, la media de personas muertas en atentados en Israel durante un año, bajó de 400 a 10. Sí, el muro de la vergüenza, esa “humillación” para los palestinos, esa falta de derechos humanos, ese genocidio (¿genocidio? ¿una pared? pues hay quien le llama así) esa ilegalidad manifiesta, salva la vida de 390 personas al año. Así que claro que Israel lo construyó, claro que no lo derribó cuando se lo ordenaron, y claro que seguirá construyendo muros y lo que haga falta, salvo que la ONU y los oenegistas propalestinos sean capaces de devolver la vida a esas 390 personas, o de impedir que las maten. Y no, no son capaces ni lo serán.

Por otra parte, de entre todas las voces que han clamado sin parar lo ilegal y abusivo que era el muro, no he oído a ninguna alzarse para clamar lo ilegal y abusivo que es detonar una bomba en un autobús o ametrallar a la gente en un mercado, hipocresía que como mínimo me sorprende. Claro está, los terroristas han cambiado de métodos, y mientras los gobiernos europeos pierden el resuello por reconocer en sus parlamentos al estado palestino, los gobernantes de dicho estado ahora se dedican a instruir a sus ciudadanos en el arte de tirar piedras y cockteles molotov, acuchillar judíos y atropellar a gente en las paradas de autobús. Como agravante, dicha instrucción se dirige muchas veces a niños pequeños que acuden a escuelas de la ONU, y se sufraga con el dinero de la ONU, o sea con nuestros impuestos.

Niño palestino ataviado de Hamás
Desde que en octubre de 2015 estalló la nueva ola de violencia, que algunos llaman la “tercera intifada” o la “intifada de los cuchillos” ha habido ya 41 personas asesinadas utilizando esos métodos. Por si alguien recuerda de la segunda intifada aquello de “Israel saca los tanques para enfrentarse a niños armados con piedras” debo aclarar que aquellas fotos de niños pequeños tirando chinitas a un tanque israelí eran muy simbólicas y muy útiles propagandísticamente, pero muy poco reales. En realidad los ataques con piedras suponen que palestinos ya creciditos, tiren piedras con honda tanto a soldados como a población civil. Piedras que pueden pesar un par de kilos, y que a la velocidad que les da la honda, a veces matan a gente. 
 
El gobierno israelí sigue dando respuesta a cada nuevo avance de los terroristas: los soldados registran y cachean a cualquiera que les resulte sospechoso en cualquier momento, algo en extremo humillante sobre todo para los palestinos armados y dispuestos a atentar, que sienten terriblemente vulnerados sus derechos humanos en cada cacheo y así lo expresan de vez en cuando con toda su desfachatez; en los sitios conflictivos puede haber detectores de metales y registros de bolso para todo el mundo, sospechoso o no; si alguien saca un cuchillo y apuñala a otra persona le pegan un tiro, preferentemente antes de que apuñale por segunda vez; y frente a los atropellos en paradas de autobús, se han colocado en algunas de ellas, sobre todo en barrios ortodoxos, pivotes que las rodean haciendo ineficaz un atropello masivo. 

Atropello terrorista en una parada de autobús
Claro, aquí vemos todo eso con nuestros comodones ojos occidentales y nos parece una barbaridad, injusto y desproporcionado, pero seguramente cambiaríamos de opinión si alguien apuñalara a nuestra madre en el supermercado, o asesinara a nuestro bebé de una pedrada. Por eso los ciudadanos israelíes, también los que son árabes y musulmanes, agradecen esas medidas y colaboran gustosamente con las fuerzas de seguridad. Y mientras los oenegistas despotrican, nadie se para a pensar la de cosas ilegales que pasan en los territorios palestinos: en lo ilegal que es un presunto estado gobernado por una organización terrorista, en lo ilegal que es adoctrinar a los niños para que se hagan estallar con un cinturón bomba, en lo ilegal que es lanzar constantemente cohetes a territorio israelí, en lo ilegal que es construir túneles con el objetivo de cometer actos terroristas, en lo ilegal que es casarse con niñas pequeñas y tirar a los gays desde las terrazas; y sobre todo nadie se para a pensar que los problemas políticos se solucionan en mesas de negociación, no matando a gente para quejarte de lo mal que vives y de lo injustamente que te trata el país vecino. Así que los tolerantes propalestinos siguen poniendo verde al gobierno de Israel y creyéndose que todos los palestinos son angelitos del cielo, incluidos los caraduras de los líderes que mantienen al pueblo en la pobreza y el analfabetismo, mientras ellos financian sus mansiones en Qatar con el dinero que reciben destinado a ayuda humanitaria.

Algunas de las víctimas del terrorismo palestino, desde octubre 2015

Apartheid
“Queridos palestinos,
permítanme aclarar algunas cosas. Ustedes no pueden reclamar un genocidio cuando su población se ha disparado. Ustedes no han pasado por lo que los indígenas americanos pasamos, nadie les ha obligado a hablar un idioma extranjero, ni a servir a Dios de una manera extraña, ni han robado sus lugares sagrados. De hecho, eso es más bien lo que ustedes han hecho, se han apropiado de lugares sagrados de otras religiones, obligaron a los habitantes indígenas de la región a hablar árabe y adorar a Dios como musulmanes.

Ustedes no han tenido una lucha por sus derechos civiles como los negros en Estados Unidos. Los negros en Estados Unidos no explotaron autobuses escolares o pizzerías llenas  de niños para poder lograr la igualdad de derechos. Ustedes no tienen que robar la historia de los demás. Ustedes robaron la identidad de lo que se conocía como "Palestino". Antes de la Segunda Guerra Mundial, ese término significaba "Judío en la Tierra Santa". Pero está bien, es un término colonialista, y estoy seguro de que mis amigos judíos no lo quieren. Ellos prefieren ser llamados judíos, hebreos, israelitas o israelíes, por lo que pueden tomar esa basura de término colonialista y dejarlos en paz.

¿Limpieza étnica? De ser así, ¿por qué hay 0% judíos en la zona controlada por la Autoridad Palestina y casi 2 millones de árabes en las zonas controladas por judíos? Creo que está claro quien es el que realmente hace limpieza étnica aquí.

¿Que ustedes mantienen la misma lucha del indígena americano contra el colonialismo de los colonos? Cualquier persona con una educación de 3er grado sabe que los árabes son, de hecho, los colonos que colonizaron la región en el siglo VII, matando y forzando a convertirse al islam a los pueblos indígenas de toda la región. Ustedes no son indígenas de estas tierras que tratan de reclamar. Repitan conmigo: "Los judíos son de Judea, los árabes son de Arabia". Pueden vivir allí, simplemente no opriman más a la gente.
Sin saludos cordiales,
Ryan Bellerose”


Carta original: http://en.cijnews.com/?p=5745

El texto anterior es una carta de un indígena norteamericano a los palestinos, en el link se puede ver el texto y la foto del firmante. En similares términos se expresa Kenneth Meshoe, miembro del parlamento sudafricano de raza negra, que vivió el apartheid y que se escandaliza, o igual se parte de risa,  cuando oye hablar de Israel como “estado que practica el apartheid”. Como bien dice el amigo Bellerose, los casi 2 millones de árabes israelíes tienen unas condiciones de vida y unos derechos que no tiene nadie en un país de mayoría islámica, ni siquiera los propios musulmanes.

Aunque claro está, no podemos negar que exista discriminación en territorio israelí y que haya quien no pueda entrar a determinados sitios debido a su etnia y/o religión… voy a poner un ejemplo:

Esta carretera lleva a una ciudad palestina. Entrar allí es peligroso para ciudadanos israelíes
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Sin más comentarios

domingo, 5 de junio de 2016

Jerusalén, si te olvido (Por fin, Israel VI)

Jerusalén, si te olvido
 “Si me olvido de ti, ¡oh Jerusalén!, pierda mi diestra su destreza
péguese mi lengua al paladar si no me acuerdo de ti,
si no enaltezco a Jerusalén sobre mi supremo gozo”
del Libro de los Salmos, 137-5

El autor de este bello a canto a la ciudad de Jerusalén quizá no necesitaba atraer sobre sí mismo tantas desgracias en caso de olvido, porque quien ha pisado Jerusalén, quien ha puesto un pie sobre sus calles y ha respirado su aire, nunca la olvida. Jerusalén se mete dentro de ti y te la llevas contigo a partir de entonces allá donde vayas, en lo tocante a esta ciudad hay un antes y un después de vivirla. Es una ciudad con embrujo, con magia, que te enamora completamente.

Vista panorámica de Jerusalén


La vieja Jerusalén es un compendio de religiones, sectas, razas, vestimentas y opiniones para todos los gustos. Si algo se aprende o se debería aprender aquí, es el respeto a lo distinto. Un conocido la definió como “cosas viejas, mucha gente, 180 idiomas y todo productos chinos”, definición que da mucha risa pero es cierta. La ciudad amurallada está dividida en cuatro barrios: armenio, judío, musulmán y cristiano El barrio judío es el más pijo, el más limpio, donde las calles son más anchas y los comercios más selectos. Hay joyerías, tiendas de muebles carísimos, galerías de arte aún más caro y control policial para entrar. No es un barrio ultraortodoxo, está habitado por judíos normales y sus plazoletas son de una belleza exquisita. No circulan coches ni motos salvo vehículos de emergencia, y los habitantes tienen a su disposición un gran aparcamiento fuera de la muralla donde dejan sus coches. Por supuesto, los precios de las viviendas son prohibitivos.

El barrio más conocido es el árabe ya que allí se concentra prácticamente todo el turismo. ¿Por algún motivo en especial? Pues sí, porque discurre por él la Vía Dolorosa. Recordemos que la Vía Dolorosa es el camino que recorrió Jesucristo con la cruz a cuestas, que comienza en el Monasterio de la Flagelación y finaliza en la Basílica del Santo Sepulcro. O sea un sitio de lo más sagrado para el cristianismo en cuyo recorrido están indicadas las catorce estaciones del Via Crucis, muchas de ellas acompañadas además de una pequeña ermita dedicada al tema de la estación y normalmente visitable. Y eso en pleno zoco árabe, porque la estrechísima calle está llena a rebosar de comercios regentados por árabes que, cómo no, tienen gran parte de la mercancía en la calle donde también suelen estar ellos poniéndote delante pañuelos, bolsos, peluches, camisetas “recuerdo de Jerusalén”. Un vendedor cada cuatro pasos en una calle que no tiene más de dos metros de ancho, con la mitad de los tenderetes en el exterior y rebosante de turistas, vamos, que el nombre de “Via Crucis” está de lo más bien puesto. Mis disculpas Jesucristo, no he podido evitar el chiste malo. Para hacerlo más ameno los vendedores te hablan en catorce idiomas antes de acertar con el tuyo, para hacerlo más frívolo casi todo lo que venden es made in China, y para hacerlo más exótico es fácil ver soldados israelíes, en parejas o en grupos, patrullando por allí. La mezcla de todo es extraña e impactante.

En cuanto a la parte nueva de la ciudad, es la cosa más rara que he visto en mi vida y la peor urbanizada después de Benidorm. Tiene muchas zonas verdes, lo cual estaría muy bien si fueran transitables pero no lo son, son como una especie de barrancos y para cruzarlos hay que dar vueltas tremendas. No hay calles rectas como en Tel Aviv, aquí son todas circulares y enrevesadas, y muchas de ellas sin salida. Por supuesto la ciudad está llena de desniveles, así que poco aconsejable ir por ahí andando salvo que quieras hacer piernas y dar vueltas a base de bien. Alquilar un coche e ir por cuenta propia, sólo para aventureros audaces; el transporte público es pelín desastre y en cuanto a los taxistas, pues más vale negociar con ellos el precio antes de subir al taxi y con eso está todo dicho. Si a todo esto sumamos los atascos queda claro que lo mejor es apañártelas para que te lleven y te traigan a todas partes, ya sea algún alma caritativa o algún guía turístico, no importa.

Si las piedras hablaran
Quizá haya quien no lo crea, pero las piedras hablan, y tanto que hablan. Exceptuando la Rosetta y alguna más no hablan con palabras, pero hablan con silencios que son mucho más profundos y llegan más hondo.
El Kotel, más conocido como Muro de los Lamentos es un sitio donde la energía te inunda en cuanto te acercas, donde tu alma sale de su escondite y se muestra desnuda y sin tapujos. Es un sitio de otro mundo, de un mundo que desapareció hace casi dos mil años pero que pese a ello, perdura. El Muro es en realidad la única pared que queda del Segundo Templo, que fue destruido por los romanos en el año 70 d.C.

El Muro de los Lamentos
Si físicamente el Kotel es una pared de piedras viejas, espiritualmente es un imán de almas, un lugar lleno de deseos y plegarias donde la gente escribe sus oraciones dejando el papel entre los huecos de las piedras, y allí se quedan durante un tiempo esos trocitos del pensamiento más profundo de los visitantes. Me acerco al Muro y apoyo mi frente en él, es una sensación realmente intensa. Pese a que da el sol vespertino, la piedra está fresca y lo que te transmite es alivio, sanación y sobre todo paz, mucha paz. Ni tan siquiera se me saltan las lágrimas de tan intensa que es la serenidad que me invade al tocar esta piedra ancestral y al sentir que me habla con la voz de su silencio. De supervivencia, de fortaleza, de lo que no es ni será nunca destruido; el silencio hablante de este muro es toda una lección de vida. Hoy es sábado y eso hace esta visita doblemente especial, al no estar permitido tomar fotos en el día sagrado todo el mundo permanece en el más absoluto silencio y todo se escucha mejor, incluso lo que no se escucha. Todo se enlentece, todo se serena, todo se siente conectado; las mujeres rezan, la hiedra crece, las piedras hablan en el Muro de los Lamentos. No es fácil separar la frente de estas piedras, no es posible jamás separar de ellas tu alma.

Entrada a la cripta del Santo Sepulcro
Para los creyentes sería otro Dios con la misma emoción; para los agnósticos y ateos una manera diferente de vivir la espiritualidad, pero lo cierto es que el Santo Sepulcro provoca sensaciones muy parecidas al Muro de los Lamentos. El Santo Sepulcro es una tumba de mármol, donde según la tradición permaneció enterrado Jesucristo hasta su resurrección, y se encuentra en un cripta pequeñísima, dentro de la Basílica a la que da nombre. Para acceder hay que bajar por unas escaleras bastante empinadas y se puede permanecer allí unos momentos de rodillas, tocando o besando la piedra. Digo de rodillas porque la gente suele arrodillarse para poder acercarse al Sepulcro, y porque sólo los bajitos podríamos en cualquier caso permanecer de pie, el sitio es diminuto. Aunque las colas para entrar son kilométricas, lo que se siente allí abajo vale la pena la espera. Estar dentro de la tierra, sintiéndola como una madre protectora que ofrece a la vez frescor y calor reconfortante; acariciar una piedra blanca, pura y simbólica; sentir, independientemente de las creencias de uno, la energía única de un sitio realmente indescriptible. Te da un vuelco el corazón, te emocionas, te sientes la sangre correr por las venas, sales de allí con ganas de abrazar a todo el mundo, sales y te pones a abrazar a tus compañeros de viaje porque lo necesitas, porque algo te ha cambiado allí dentro y te ha hecho mejor persona.

En la Basílica del Santo Sepulcro se encuentra también la Piedra de la Unción, donde se preparó el cuerpo de Jesús para darle sepultura; y en la iglesia de Getsemaní veremos después la piedra donde lloró Jesús antes de ser prendido por los soldados romanos. Con ellas completamos en el día de hoy el grupo de piedras que nos han hablado como hablan las buenas piedras, sin palabras pero directas al corazón.

Un camello en el Monte de los Olivos
A priori la visita al Monte de los Olivos estaba en el aire, porque Claudio nos comentó que a veces había enfrentamientos entre árabes tirando piedras y soldados israelíes. Como estaba programada para el final del día, se decidió que si no había habido ningún incidente durante el día, haríamos la visita. No hubo incidentes y menos mal, porque nos habríamos quedado sin ver un sitio de lo más emotivo. El Monte está un par de kilómetros fuera de la ciudad y en alto, así que las vistas de Jerusalén desde allí son espectaculares. 

Los olivos
Y luego están los olivos, los olivos milenarios de la época de Jesucristo. En terapias florales el olivo se utiliza para tratar la debilidad física, y viéndolos se entiende perfectamente. Son árboles fuertes, inmensamente fuertes, duros e invencibles. No son nada rígidos, su tronco se extiende en recovecos de diversas formas, con sus nudos y con sus arrugas ancestrales, viejos y sabios. Las ramas del olivo transmiten la Paz y sus frutos son uno de los mejores alimentos que se conocen, absolutamente inseparable de la historia de la civilización mediterránea. Fortaleza, sabiduría, alimento, mediterráneo… me viene a la cabeza cuánto tiene en común el olivo con el pueblo de Israel.

Y estando yo así toda mística, en plena meditación sobre el simbolismo histórico de los olivos en la cultura de oriente medio, de repente me giro y veo un camello. O sea ¿un camello? foto pal feisbuc inmediatamente, qué hace aquí un camello, pordios. Pues resulta que el animalito es una atracción turística y por un módico precio puedes subirte y dar una vueltecilla, va ya equipado con manta, asiento y todo eso. Cuando el propietario me ha visto fotografiar al camello me ha dicho enseguida “señora, tú sube, tú sube, barato, barato”. He rehusado amablemente, yo no me subo ni loca en un bicho que medirá más de dos metros de alto, pero al poco rato he visto a una señora paseándose por allí encima del camello. Hay gente pa´ tó. Al menos el camellero no ha salido de casa en vano y algo de caja habrá hecho, mira, me alegro por él.

Y el camello

Era guapo el animalito y todo.