Uno de esos momentos que te alegran la jornada, y no había empezado precisamente bien.
Un reencuentro con un muy querido amigo.
Una sorpresa en el trabajo.
Un abrazo sincero, de los que siempre nos hemos dado tú y yo, con toda el alma.
Una mirada de tus ojos miopes, que me derriten.
Un volcán.
Una emoción intensa y revivida.
Un algo que no puede ser, y sin embargo es.
Gracias por aparecer, por estar, por no haberte ido nunca.
Sabes que te adoro, y sé que me adoras. Todo lo demás no tiene importancia.
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