sábado, 23 de abril de 2011

El gilipollas de la semana


Antes los insumisos eran otra cosa. Quienes ya no somos tan jóvenes, aún recordamos a aquellos que se negaban a realizar el servicio militar obligatorio, exponiéndose a ser detenidos y acabar en la cárcel. Y muchos de ellos acabaron, efectivamente en la cárcel, de donde los sacó la amnistía general que siguió a la supresión de la “mili” obligatoria. Entonces la insumisión era una cosa seria; quizá la conducta de los insumisos no fuera la más sensata, pero hay que reconocer que le echaban huevos, y asumían las consecuencias.

Hoy en día se autoproclama insumiso un fulano al que la ley ya no permite intoxicar a sus clientes y trabajadores en su bar con el humo del tabaco. Se coge la rabieta del siglo, y todo chulo él, con la torpe excusa de estar defendiendo su negocio, monta el circo en los medios de comunicación, se crea dos o tres grupitos de apoyo en facebook, se hace retratar con el puro en la boca, en plan cacique de antaño, obtiene sus quince minutos de gloria, y eso sí, en cuanto las autoridades le arrean un multazo de 150.000 euros (25 millones de las antiguas pesetas, que se dice pronto) y le cierran el chiringuito, agacha la cabecita, apaga el puro, se baja los pantalones, se la endiña entera, vuelve a abrir el bar y aquí no fuma ni el vaquero de winston. Con un par.
Amo a ver, piltrafilla, qué pasa, ¿has hecho ya la cuenta de los clientes que tienes que perder con la ley antitabaco para llegar a perder los 150.000 euros que te han clavado de un plumazo? ¿te diste cuen, de que si te cierran el restaurante no tendrás que despedir a algún trabajador, tendrás que despedir a TODOS tus trabajadores, y buscarte un curro de camata en un bar donde nadie fume?


Bien, chico listo, bien. El 99% de los hosteleros hicieron esos cálculos en su momento, les gustara o no la ley, y la acataron. Ahora sus negocios siguen funcionando como antes. Si el menda, antes de salir en la tele, hubiera usado su calculadora y su cerebro (o lo que quede de él, tras tantos años de exposición al tabaco), se hubiera ahorrado que “El Jueves” le proclamara “El gilipollas de la semana”, amén de la supermulta que tiene que pagar y el rídículo que ha hecho.

Los insumisos de antaño consiguieron que se modificara la ley, y nadie tuviera que formar parte del ejército de manera obligatoria. Con héroes como el tontolaba este y sus secuaces, benditos sean, tenemos ley antitabaco para toda la eternidad. Nuestros pulmones lo agradecerán.

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