jueves, 8 de diciembre de 2016

Je suis Belgique (Por fin, Israel X)

X
Je suis Belgique
Es mi último día en Israel. Acabamos de disfrutar de las bellísimas cuevas de Ros Hanikra y la fortaleza de San Juan de Acre, nos dirigimos a Cesarea y el chófer, que va oyendo la radio, nos informa de los atentados en Bruselas. De nuevo la rabia, la indignación y una profunda tristeza. De nuevo constato que esto no ha hecho más que empezar, que toda Europa tiene un gravísimo problema con el islam, y en vez de mano dura frente al terrorismo tenemos partidos que se niegan a firmar el pacto antiyihadista a la vez que exigen suprimir las procesiones de Semana Santa porque ofenden a “nuestros hermanos musulmanes”. ¿De verdad? ¿os manifestáis en contra de las procesiones pero no en contra de los atentados? ¿no os ofenden los atentados? Y tampoco sería suficiente manifestarse en contra de los atentados, aunque sea una poca vergüenza no hacerlo. Los musulmanes son en el mundo 1600 millones de personas, de los cuales 400 millones (ojo al dato) matan o están dispuestos a matar por el islam mientras el resto callan bajo sus velos y sus chilabas. Y no es suficiente, los musulmanes verdaderamente pacíficos han  de estar TODOS no sólo exigiendo que cesen los atentados, sino exigiendo además una revolución en el islam: que se acabe el terrible maltrato que sufren en su nombre mujeres, niños y hombres homosexuales; que la apostasía sea respetada y no castigada con la muerte; deben estar denunciando en una comisaría al imán que predica en una mezquita europea la obligación de todo buen musulmán de participar en la guerra santa por el islam; deben estar en sus hogares europeos asimilando en su totalidad los valores y derechos occidentales, renunciando si es necesario A LO QUE HAGA FALTA. Puede usted comer cous cous, no puede usted pegar a su mujer, así de sencillo, o lo acepta o se va usted a vivir a un país islámico de los muchos que hay en el mundo. Pero me canso de decirlo, en serio.

"Al infierno la democracia". Cartel portado por un musulmán moderado, en Europa.

Políticos europeos: mano dura, durísima con el terrorismo yihadista. En vez de criticar tanto a Israel ¡aprendan de él! Lo que está pasando ahora en Europa lleva pasando en Israel 70 años y los israelíes han plantado cara al terrorismo. Neutralizan a cualquier terrorista en acción pegándole un tiro, construyen muros, ponen un soldado armado en cada esquina, cachean veinte veces a cualquier persona y equipaje que haya de subir en un avión, revisan a fondo bolsos cuando uno ha de entrar a visitar un monumento turístico… medidas todas ellas engorrosas e impopulares, pero que salvan vidas. Hoy en Israel sólo queda opción a los lobos solitarios apuñaladores. Brutales, salvajes y malvados como ninguno, pero menos efectivos a la hora de matar a mucha gente que los suicidas con cinturón bomba o los que van a un restaurante armados con metralletas. Israel no ha conseguido erradicar totalmente el terrorismo palestino, pero lo pone cada vez más y más difícil. En Europa damos la más calurosa bienvenida a nuestros “hermanos musulmanes” y se lo ponemos a huevo a sus hermanos terroristas. Y luego nos quejamos, y así nos va.

Boicoteando, que es gerundio
 



Presten atención a esta foto, es de 2014 durante la última guerra de Gaza. En ella se ve a miembros del movimiento BDS, profundamente racista y antisemita pero disfrazado de ONG y subvencionado con dinero público, protestar por las presuntas brutalidades del ejército israelí en la guerra. Lo hacen derramando pintura roja, en alusión a la sangre palestina que se está derramando en ese momento en Gaza.

El lugar de la protesta no es otro que el aeropuerto de Bruselas, donde ayer los amiguitos de los palestinos derramaron no pintura, sino sangre de verdad, y mucha, muchísima. Pero sangre europea, no palestina, así que el BDS cremallera en boca y mano extendida para cobrar subvenciones.

Para boicotear a Israel, ¡no uses Facebook!
Una de las exigencias de los boicoteadores, es que la gente no compre productos israelíes en general, y muy especialmente aquellos que son fabricados en los territorios bajo autoridad palestina. Y aquí es donde su absoluta ignorancia me deja con la boca abierta, porque dicen defender los intereses de los palestinos pero no parecen saber que las empresas israelíes, tanto en Israel como en los territorios, son el único medio que tienen los palestinos de ganarse la vida honradamente. La Autoridad Palestina recibe de la ONU más dinero que países maltratados por el hambre y la miseria; Hamás en Gaza reciben igual o más de los países árabes que nos venden su petróleo, pero ni unos ni otros emplean un sólo céntimo en hacer avanzar a su pueblo, en que los palestinos tengan una educación completa, en crear una economía solvente que permita a la gente tener trabajo. No, Hamás emplea ese dineral en mansiones en Qatar para sus dirigentes, y en cohetes, otras armas y túneles para atacar (seguir atacando, después de 70 años) a Israel. No en vano en su carta fundacional puede leerse "Israel existe y existirá hasta que el islam lo aniquile, como antes aniquiló a otros", además de una sarta de barbaridades y mentiras históricas que impresionan, no tiene desperdicio la cartita de marras. Mientras tanto, la Autoridad Palestina emplea su presupuesto en subvencionar a las familias de los mártires. Cuando un terrorista comete un atentado y es abatido por el ejército israelí, se le considera un mártir y su familia recibe una cantidad que puede rondar los 3000 euros al mes durante un tiempo; agotado ese tiempo tienen que ofrecer otro hijo mártir a la causa para seguir cobrando. El resultado es que en las escuelas sólo se enseña el corán, una historia falseada según la cual los palestinos han sido los primeros habitantes del planeta, y en la sección de prácticas, cómo hay que acuchillar a un judío. Los niños inyectados de odio desde la más tierna infancia, y los terroristas cada vez más jóvenes e ignorantes, ése es el gran logro de los gobernantes palestinos a día de hoy.

"Quiero apuñalar a un judío", el abc de los niños palestinos.
Frente a ese panorama, los palestinos que estudian y/o trabajan en Israel pueden beneficiarse de universidades que están entre las mejores del mundo y de empleos honrados con salarios dignos, pero tienen que pasar todos los días los engorrosos checkpoints de los que tanto se quejan. La mejor solución está bastante clara: que empresas israelíes o de otras nacionalidades, se instalen en los territorios palestinos dando trabajo a la población local. Una auténtica aberración para los dirigentes palestinos, que verían disminuir drásticamente el número de estúpidos dispuestos a ser mártires. Y por eso no lo permiten, y los emprendedores que se atreven a aparecer por allí acaban viéndose acosados y atacados de tal manera, que suelen trasladarse a territorio israelí dejando sin trabajo a montones de palestinos, u obligándoles a entrar en Israel todos los días para ir a trabajar.

Juguetito palestino
Los partidarios de los boicots terminan de arreglar la situación despotricando, porque las empresas israelíes explotan recursos que son propiedad de los palestinos. Según ellos. Recursos en cualquier caso que los palestinos hoy en día son incapaces de explotar por sí mismos, y desde luego nunca lo serán mientras sus autoridades no les dejen vivir en paz. Además continúan, los boicoteadores, dando muestras de su ignorancia día tras día, muestras que provocarían risa si no fuera tan malvada la intención. En España ya hay varias sentencias en su contra, porque no se les ha ocurrido nada mejor que proponer el boicot desde Ayuntamientos y otras instituciones públicas… y eso es serio. Si bien a título particular uno tiene derecho a boicotear lo que le dé la gana, un Ayuntamiento o Universidad no tienen competencia para proponer un boicot a todo un país con el que España mantiene relaciones diplomáticas desde hace más de 30 años. Ya lo dijo el presidente de ACOM, es como si el Ayuntamiento de Valdemorillos de Enfrente decide un día declarar la guerra a Francia. Claro, las asociaciones de la comunidad judía en España, llevan esos casos a los tribunales uno detrás de otro, y los tribunales no hacen más que darles la razón y prohibir los boicots.

Eso sí, hay que reconocer que los integrantes del BDS (¡qué poca faena deben tener diosmío!) se pegan un curro tremendo detectando cualquier producto sospechoso de haber sido fabricado en Israel, o cualquier empresa sospechosa de tener trato comercial con empresas israelíes. Hacen listas extensísimas de estas empresas y sus productos, que pueden fácilmente encontrarse en sus páginas de internet… y que son muy bien aprovechadas por los simpatizantes de Israel, quienes las estudiamos con detenimiento y procuramos comprar especialmente esos productos. El comercio israelí acabará poniéndoles una medalla a estos muchachos, y se la merecerán.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

El señor del pelazo

“EEUU, 2016: es imposible que Trump gane las elecciones
EEUU, 2017: el Presidente Trump nunca haría eso
EEUU, 2018: ¡que comiencen los juegos del hambre!”

(chiste que me contó hace unos meses mi sobrina)


"¡Ay qué miedo por favor! ¡Si es racista, machista, leninista, estadista, masoquista, xenófobo, islamófobo, negrófobo y antropófogo! ¡Todos a manifestarnos! ¡Los demócratas no podemos consentir que en un país democrático la gente vote a un racista, machista, leninista, estadista, masoquista, xenófobo, islamófobo, negrófobo y antropófogo! ¡Qué vergüenza! ¡Indignación total!"

Y ese es más o menos el ambientillo que se respira en todas partes tras las elecciones en EEUU: desde los cuñados en el bar a las señoras en la pescadería. Pasando por los expertos en televisión y cómo no, los oenegistas tolerantes de todo el mundo que están que se suben por las paredes, venga exigir democracia mientras se tiran de las rastas.

A ver, piltrafillas: democracia es que sea Presidente, en este caso de los EEUU, aquel al que la gente elige con sus votos, por más que a quienes no le han votado no les guste. Nadie dijo que fuera perfecto, no te gusta, te aguantas. Y además es que resulta que el señor del pelazo le gusta a mucha gente, a muchísima, a tanta como para haber salido elegido presidente del país más poderoso del mundo. Sí, escuece, lo sé, te aguantas.



Hillary Clinton: "seamos claros, el islam no es nuestro adversario. Los musulmanes son gente pacífica y tolerante, gente que no tiene nada que ver con el terrorismo."






Y es que otra cosa se le podrá criticar a Trump, pero que no haya dicho las cosas claras en campaña… eso no. Es más bruto que un arado, pero al pan, pan, y al vino, vino. No como el tontolaba de Obama Hussein y su Secretaria de Estado Hillary, “hemos armado a los rebeldes sirios sin prever las consecuencias” ¿en serio? ¿de qué vais? ¿es que no aprendisteis nada en Afganistán? ¿es que no sois conscientes del lío en el que habéis metido a los sirios y al mundo entero? ¿aún tenéis narices de presentaros a las elecciones y de creeros la mejor opción? Que sí, que Trump da vergüenza ajena, pero Hillary y compañía ya no sé ni lo que dan.

Predicador islámico: "nuestra prioridad es destruir América". Hillary no opina lo mismo


Aunque claro, se ve que había que votar a Hillary porque es mujer, y mola que una mujer sea por primera vez en la historia presidente de los yuesei. Y sí, molaría si no fuera una mujer que ha apoyado al daesh, a ese daesh que se dedica entre otras lindezas a convertir a las niñas en esclavas sexuales, y a la que además no parece importarle demasiado que el islam crezca en su país. Y aquí llegamos al quid de la cuestión, porque ahora mismo ser musulmán en EEUU es optativo, pero en los países islámicos es obligatorio y la gente es menos tonta de lo que parece, y todo el mundo sabe que si se permite que occidente se vaya islamizando llegará un momento en que todas las mujeres tendrán que llevar velo sí o sí, y que ese momento no tardará mucho. Ningún no musulmán quiere eso, pero sólo Trump tiene huevos de decirlo y de tomar medidas al respecto, lo cual en la práctica quiere decir proteger a las mujeres estadounidenses mucho más de lo que lo ha hecho nunca Hillary. Ni nadie. Así que millones, millones de mujeres han votado a Trump aunque se le haya tachado de machista, aunque su mujer sea una lindísima exmodelo-florero, y aunque le hayan denunciado 16 veces por acoso sexual. De las cuales le han condenado 0 veces, todo hay que decirlo.


"Los musulmanes están preocupados, porque si Trump es elegido, les tratará como tratan ellos a los no musulmanes en sus países."

Las alternativas son, o bien Trump y similares o bien que el país llegue a ser islámico, tal y como amenazan muy en serio los predicadores de la yihad, ¿de verdad lo preocupante es Trump? ¿de verdad los tolerantes estarían más tranquilos sabiendo que su hija será  obligada a llevar el velo islámico, o azotada por no llevarlo, o convertida en esclava sexual? Igual es que yo soy algo intolerante para esas cosas, pero tengo claro que prefiero a Trump y similares, con todos sus defectos.

Y en cuanto a los mexicanos, yo no me preocuparía demasiado. Cierto que tienen motivos para estar indignados todos por lo grosero que ha sido el tío, no lo puede evitar, pero dudo muchísimo que los mexicanos con residencia legal en EEUU, que trabajan y pagan impuestos, vayan a ser deportados. Más que nada porque sus impuestos hacen falta, y mucha, lo mismo que los de toda persona honrada y trabajadora de cualquier raza, sexo, origen u orientación sexual. El problema es la gente que llega a EEUU a gorronear o a delinquir, ahí es donde hace falta mano dura y donde Trump parece dispuesto a tenerla, por eso no me extraña nada que le haya votado tantísima gente. Gente que está hasta los huevos, y les comprendo.


Por el muro tampoco creo que haya que preocuparse, entre otras cosas porque parte de él ya existe, lo construyó hace años el marido de Hillary sin que nadie le llamara racista, ni xenófobo, ni nada. Y lo construyó con las mismas intenciones que Trump: ejercer el legítimo derecho de cualquier gobierno a dejar entrar en su país sólo a quien le dé la gana; intentar que los inmigrantes sean todos legales, documentados y bienintencionados. Pero la gente estaba muy ocupada discutiendo los pormenores del trabajito que le había hecho la becaria a mister Clinton, y lo del muro en la frontera de México pasó sin pena ni gloria.

Y para terminar, no todo van a ser malas noticias para los tolerantes oenegistas perroflautistas: ¡Trump se carga el TTIP! ¡ese mismo del que tanto habéis despotricado, el Tratado de Comercio que iba a hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres! pues ya no va a hacer nada a nadie, porque sin el voto a favor del presi de los estates, ya no hay acuerdo ¡aplaudidle!




Y más aún, “¡OTAN NO! ¡BASES FUERA! ¡YANKIS GO HOME!” ¿os acordáis en los 80 de esas protestas? los que ya peinamos canas nos acordamos perfectamente, y treinta años después ¡Trump está de acuerdo! perroflautas ochenteros, ¡vuestras súplicas han sido escuchadas, tarde pero escuchadas! Así que genial, ahora que las bases y los yankis se van a ir para su casa porque Trump está en plan “ya os apañaréis que nosotros nos piramos”, espero ver a toda esa gente que en los 80 se desgañitaba para sacar a España de la OTAN, enrolarse ahora en el ejército como reservistas voluntarios para hacer el trabajo que los americanos ya no van a hacer más por nosotros. Y que Trump nos pille confesados.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Una historia de amor entre el mar y la montaña (Por fin, Israel IX)

IX
Una historia de amor entre el mar y la montaña
En la costa más septentrional de Israel, a unos metros de la frontera con el Líbano, un día el mar y la montaña decidieron vivir unidos para siempre. Lamiéndose y desgarrándose se mezclaron con pasión, como dos amantes que habiendo vivido durante años el uno al lado del otro, jamás hubieran podido tocarse; con el furor adolescente que sorprende de golpe a dos viejos amigos; como dos almas solitarias en el momento en que deciden convertirse en una sola. Se fundieron, se desintegraron, se arrancaron jirones el uno a la otra, sintieron el dolor que se siente al amar de verdad y para siempre. Dejaron de ser libres para enraizarse juntos y compartir cicatrices. El viajero que les visita hoy día, puede ver y sentir como siguen lamiéndose las heridas. Eternamente.

Bajando a las cuevas


Rosh Hanikra se llama el lugar donde se inició y continúa esta historia de amor. Para llegar a las grutas donde se mezclan el mar y la montaña hay que tomar un funicular que baja casi en picado durante un par de minutos, y si tienes suerte de ir tempranito y que haga sol puedes disfrutar del mediterráneo en todo su esplendor, porque desde el funicular no se ve otra cosa. A la derecha la montaña blanca y caliza, a la izquierda el mar, y el mar, y el mar. Una vez dentro de la gruta recorres unos 200 metros que son un auténtico deleite para todos los sentidos. Luz, oscuridad y color a borbotones, el mar se ve azul en el exterior, se vuelve verde a la entrada, se salpica por momentos de espumosas olas blancas y llega negro como la pez al fondo de la gruta; la roca es blanca, gris, rojiza, lisa, abrupta, resbaladiza depende de dónde la toque el mar y de cómo la toque. Acariciarla, tocarla tú también, sentir su humedad y su dureza, dejarte resbalar por ella es una sensación que queda impregnada en todo tu cuerpo.
 
El mar se huele, se saborea y se respira. La humedad es tan alta que por momentos llegas a fundirte con el mar igual que hace la montaña, respiras aire húmedo y salado, se te mete dentro su esencia y te empapa por fuera pero a nadie se le ocurre coger un impermeable, al revés, te acercas a cada ola rompiente y te dejas mojar, te dejas sentir el agua salada sobre la piel como la siente la montaña; amas esa agua inquietante como la ama la montaña.

Y la música, la música es indescriptible. Porque en Rosh Hanikra el mar no hace ruido, hace música. Ruge, se mece, se estrella, se enfurece, se calma, juega, explota, acaricia, se despereza y tú lo oyes todo en perfecta armonía. Cierras los ojos, escuchas lo que el mar está cantando y quieres convertirte en montaña y quedarte para siempre con él. Dejas algo tuyo allí dentro y a cambio te llevas un regalo de los dos viejos amantes, el regalo más valioso que pudieran ofrecerte: haber estado allí.

 
Bellezas de Israel
No son pocas las bellezas de Israel. En realidad creo que es imposible en este país dar dos pasos sin encontrarte con alguna belleza.

Las Cuevas de Beit Guvrin las visito el primer día, de camino a Jerusalén. Fueron excavadas en la roca caliza hace más de 2000 años, y tuvieron varios usos desde entonces: establos, cisternas de agua, lugares de trabajo o de culto, etc. Son como enormes cántaros enterrados, te sientes allí dentro muy pequeña y muy acogida por la tierra, y como es una sensación estupenda, no es el ser humano el único privilegiado que accede a disfrutar de ella. Las cuevas están habitadas por murciélagos, cientos de ellos metidos en el rincón más oscuro. Impresiona si te acercas a verlos, no apto para fóbicos.

El interior de una de las cuevas
El puerto de Ashdod es el más importante del sur de Israel, y también es al que se desvían las flotillas de presunta ayuda “humanitaria” a Gaza, cuando son interceptadas por la marina israelí. Vivimos tiempos de feminismo convulso, y la última flotilla que estaba formada únicamente por mujeres, fue tratada con mucha seriedad y mucho humor (sí, a la vez) por los israelíes. La interceptó una fragata a cuyo mando estaba una mujer. Estos flotilleros no han elegido el país más adecuado para ir a vacilarle, pero en fin, allá ellos.
Cuenta la leyenda que fue aquí en Ashdod donde una ballena se tragó a Jonás y lo tuvo en su vientre tres días y tres noches, hasta que lo vomitó en una playa. Se hizo muy famoso porque sale en la Biblia, pero no sé yo, pobre Jonás…

Cantando en el auditorio
Bet She´an es un parque nacional cuyo mayor atractivo son las ruinas de una ciudad grecorromana. Se encuentra en la región de Galilea, al sur del lago Tiberiades y muy cerca de la frontera con Jordania, tiene un nombre impronunciable y una belleza fascinante, al menos para quienes como yo, somos fans de lo antiguo. Las ruinas están muy bien conservadas, y es un placer escuchar a nuestro Claudio, que nos va explicando con todo detalle cada punto del recorrido. Es una visita preciosa que se realiza toda al aire libre, y en la que la vieja ciudad va cobrando vida conforme la vas conociendo. La visita termina en el anfiteatro, y yo que llego ya con las endorfinas a tope no me puedo resistir, me subo al escenario y me pongo a cantar a viva voz. A capella y por supuesto sin micro ¡madre mía qué sonoridad! ¡qué bien te oyes y qué bien te oyen los demás! con todo lo que hay que estudiar hoy en día para ser ingeniero de sonido, y estos romanos ya se las sabían todas en su época. Yo me hubiera quedado allí hasta agotar mi repertorio, pero como tampoco quiero abusar de mis compañeros, pobrecicos, me limito cantar la primera estrofa del conocido “Halleluja” de Leonard Cohen y con eso ya me quito la espinita. Qué gozada, qué momentazo.

Safed es oficialmente la ciudad de la Cábala. Se encuentra en la parte central de Galilea, en el montañoso norte, y es la ciudad con más desnivel que he visto en mi vida, la gente que vive allí debe tener las piernas bien fuertes a base de subir y bajar por sus empinadas calles. Los privilegiados turistas subimos a la parte alta en autobús y allí visitamos una pequeña sinagoga, muy sencilla y con una biblioteca de lo más interesante. La cabra tira al monte, qué le vamos a hacer. Mi masoquismo intelectual y yo esperábamos un cursillo intensivo de Cábala, pero al final lo único que conseguí tener claro al respecto es que la Cábala no la entienden ni los que la estudian, parece que tiene el nombre de lo más bien puesto. En realidad lo interesante de Safed y el motivo de nuestra visita no es la Cábala, ni las sinagogas, lo que hace a esta ciudad única es la calle de los artistas. 

La calle de los artistas
Una calle estrechísima que en algunos tramos está cubierta y parece un pasaje, y en la que sólo hay puestos de artistas gráficos. Hace tiempo, alguien del gobierno israelí tuvo otra de sus  magníficas ocurrencias y se ofreció vivienda y local gratuito a todo artista que quisiera instalarse allí, y vivir de lo que ganara vendiendo su obra. El resultado es impresionante y una auténtica gozada para todo aquel que guste del arte: decenas de pintores, escultores e ilustradores creando con total libertad sin la presión de un mercado exigente, ni de intermediarios que tiran de la cuerda a su favor. Libertad total, y eso señores, no es nada fácil de ver en el mundo artístico. Impresionante la variedad de estilos, no hay nada en un puesto que se parezca remotamente a otro y muchos de los artistas están trabajando en la propia tienda, puedes verles, entrar, hablar con ellos, te cuentan lo que hacen, es una pasada, de verdad, nunca había visto algo así. Puedes comprar desde un dibujito de 2 dólares hasta una escultura gigante de 7000, o no comprar nada y disfrutar del paseo y de lo que estás viendo, en cualquier caso Safed es visita obligatoria si se está en Israel.

El templo desde arriba, al fondo el puerto de Haifa
La ciudad de Haifa se encuentra en la costa norte, también es un puerto comercial muy importante y su mayor atractivo es el Templo Bahai. La ciudad se extiende por la ladera del monte Carmelo hacia el mar, y en la cima del monte se encuentra este templo con sus impresionantes jardines, cuya belleza simboliza además uno de los más sagrados principios del estado israelí: la libertad religiosa. Los bahai son una religión con apenas cinco millones de fieles en la actualidad, que se escindió del islam cuando su líder, un persa llamado Mirza Alí Muhamad que adoptó el nombre de Bab, decidió que dentro de la doctrina y la ley islámicas las mujeres no tenían suficiente libertad ni eran respetadas como sería deseable. Qué le has dicho al profeta. Bab fue asesinado en 1850 y sus seguidores perseguidos y masacrados hasta que finalmente pudieron refugiarse, cómo no, en Israel.

El puerto de Cesarea me encanta por su sencillez, pero como siempre pasa en Israel, las cosas pequeñas son a veces las que más te llegan al corazón. No puedo evitar ponerme un poco ñoña y pensar en lo maravilloso que sería tener una cita aquí, pero una cita a la americana, lo de ir a cenar en plan romántico con un hombre que me volviera loca. Vamos, que si alguien me invita a cenar aquí, le dejo hasta que me diga lo de “te voy a llevar a un sitio que te va a encantar”.

(paréntesis furibundo: no puedo con esa puñetera frasecita, es que no puedo con ella. ¿Me vas a llevar? ¿cómo, a cuestas? será que vamos a ir juntos ¿no? y por supuesto vas a querer o acostarte conmigo o que paguemos a medias, así que menos lobos, campeón… vale, una concesión, que yo seré feminihilista pero tengo mi precio, si “me vas a llevar”, hazlo bien: me recoges en mi casa, vamos en tu coche, conduces tú, pagas la cena, pagas las copas, me vuelves a dejar en mi casa y no te preocupes que si te has portado bien y tienes premio ya te diré yo que subas, no hace falta poner ojitos de cordero degollado ni cara de “he pagado la cena”. De nada chicos, de nada.)

Bueno, pues eso, que el puerto de Cesarea está lleno de restaurantes y tiendecitas prácticamente metidos dentro del mar, y por una cena romántica en él vendo mis principios feministas al mejor postor.

Chicas guerreras, pero de las de verdad
Y he dejado para el final la mayor de las bellezas de Israel: sus hombres y mujeres. Oye, que da gusto pasear por la calle, creo que en ningún lugar del mundo hay tantos hombres guapos por metro cuadrado (bueno, en las Convenciones de Spartacus, pero eso ya es otra cosa ;-). Y además no son “tíos buenos”, son “hombres guapos” que no es lo mismo; son seres cuya belleza te maravilla tanto que hasta las hormonas se serenan en su contemplación. Y no digo yo que en una situación menos contemplativa y más mundana  no hicieran acto de presencia las hormonas en todo su esplendor, pero lo que quiero decir aquí es que la belleza de sus habitantes está en consonancia con la belleza del país. Y qué duda cabe que las mujeres no se quedan atrás, cuando veo a chicas poco mayores que mi sobrina con sus uniformes de soldado, empuñando un arma, pilotando helicópteros, entrenando durísimo en sus unidades de combate, tomando decisiones de las que dependen vidas humanas, yo me quedo maravillada, me emociono, de verdad. Mientras en España lo más de lo más es pegarle un braguetazo a un torero o al hijo de una folklórica, aquí los jóvenes de ambos sexos a los 18 años van al ejército, terminan sus estudios, se casan y tienen hijos en la veintena, asumen responsabilidades y contribuyen con toda su fuerza a crear un país como Israel. Con un par. Igual va a ser ésa la cuestión de la belleza, igual va a resultar que simplemente me gustan con un par. Los hombres, las mujeres y los países.


Guerra y Paz
Al salir de Rosh Hanikra y antes de subir al autobús, nos llama la atención esta torre

Yolanda me dice que parece una antena de televisión, pero a mí me da la sensación de que es un radar antimisiles, sobre todo cuando pienso que estamos a unos cincuenta metros de la frontera del Líbano y Hezbollá. Aunque para ser un elemento bélico, y más uno tan importante, parece estar demasiado a la vista, los hezbollás deben de estar viéndolo desde sus casas… por otra parte y como buenos terroristas, son tan lerdos que igual no saben lo que es y mucho menos como acertar y destruirlo con un cohete, así que me quedo con la hipótesis del radar antimisiles. Si algún lector de este blog me puede ilustrar un poco en ese aspecto, se lo agradecería.

En el Mar de Galilea o Lago Tiberiades, hacemos una pequeña excursión en barco, en una barcaza que se supone la réplica de aquella en la que navegó Jesucristo, aunque ésta va a motor… o sea, réplicas sí, pero esfuerzo tirando a poco que eso cansa. Allí se cría un pescado llamado de San Pedro, que aparte de ser feísimo a la vista tiene muchas espinas y una carne áspera y sin demasiado sabor, vamos que no es ninguna maravilla el animalito, pero es muy típico tomarlo para el almuerzo y todos lo pedimos aunque a casi nadie le entusiasma. Eso sí, los dátiles frescos que ponen de postre junto con el café turco, deliciosos. Yo parezco una de esas señoras que se ven a veces en los piscolabis metiéndose comida a escondidas en el bolso, como si aún estuvieran en la posguerra y pasaran hambre: los dátiles que nadie se come los recojo y me los llevo para merendar porque están para chuparse los dedos.

El mar de la paz. Al fondo, Siria en guerra.
La vueltecita por el mar de Galilea es otro de esos momentos en los que rozamos el éxtasis, al menos yo. Me gusta el mar, me da paz, me hace sentir pequeña y grande a la vez, me reconcilia con el mundo estar allí rodeada de agua. Durante el paseo los barqueros ponen música israelí, y danzamos en círculo dando unos sencillos pasos que Claudio nos enseña y se aprenden en segundos. Y el que no los aprende pues da igual, lo importante es que cantamos, bailamos y nos divertimos.
 
Luego nos sentamos y Claudio nos pide que nos vayamos pasando el micrófono y uno a uno vayamos diciendo lo que sintamos, lo que pensemos, lo que queramos decir acerca del viaje y de ese momento. Cuando me toca el turno prometo no cantar otra vez (aunque me apetecería, que conste, pero ya es abusar un poco de los compañeros) y después de dar las gracias a Claudio y al grupo por la estupenda compañía que estoy teniendo en este viaje, hago una reflexión en voz alta. Miro las montañas que están frente a nosotros, al otro lado del lago. Esas montañas son los Altos del Golán y detrás de ellas está Siria y el territorio controlado por el daesh. Nosotros estamos aquí sintiendo una paz y armonía absolutas, mientras que a menos de 20 km hay seres humanos que están siendo torturados y asesinados; hay mujeres y niños convertidos en esclavos sexuales lo que les quede de vida; hay gente que huye de sus casas sin tener a donde ir; hay una panda de asesinos genocidas que están practicando una de las más terribles limpiezas étnicas de la historia. Da miedo pensarlo y me siento muy agradecida por poder estar aquí en vez de tras esas montañas.


Diamonds are the best girl´s friends
“Look deep into nature and then you will understand everything better” Albert Einstein
(“Mira en lo profundo la naturaleza, y lo entenderás todo mejor”)

Un tallador de diamantes
El penúltimo día de viaje visitamos una fábrica de diamantes en la que nos explican a grandes rasgos las características de la industria del diamante en Israel, y lo que más me interesa, todo el proceso de pulido desde que el diamante llega en bruto. He de decir que un diamante en bruto es la piedra más fea que he visto en mi vida, pero claro, cuando pasa por las manos de un artesano y consigues ver su interior… ahí todo cambia. Qué trabajo más largo y más meticuloso, y qué bien saben hacerlo. En la tienda había auténticas preciosidades. Yo no quise probarme nada porque no iba a comprar nada, para qué nos vamos a engañar, pero puedo prometer y prometo que si algún día se me sale el dinero por las orejas, lo primero que haré será irme a Israel a comprarme un collar de diamantes. Y unos pendientes a juego.

miércoles, 24 de agosto de 2016

Mi noche comunista (Por fin, Israel VIII)

VIII
Mi noche comunista
Tenía muchas ganas de visitar el kibutz que estaba programado en el viaje, porque aunque en Ayalon ya había tomado contacto con la forma de vida de los kibutz, quería indagar más sobre el tema y era la ocasión perfecta. El kibutz es otra de las magníficas ideas israelíes para solucionar problemas al instante, y el problema era de aúpa: acoger en un país diminuto a los miles de refugiados judíos que fueron expulsados o consiguieron huir de los países árabes, después de la guerra de la independencia israelí en 1948. Ahí es nada.

Sé que me meto mucho con los palestinos y quisiera aclarar que a nivel personal no tengo ningún problema con ninguno de ellos, pero es que como pueblo las diferencias con los judíos son tan notorias que es imposible no resaltarlas. Los refugiados palestinos tienen 56 países hermanos en religión a los que acudir, tienen la simpatía del mundo entero, tienen los millones y millones que les regala la ONU mediante una agencia de refugiados para ellos solitos, tienen privilegios que no tiene ningún otro refugiado del mundo, tienen ONGs que claman constantemente por ellos y por sus derechos, tienen el apoyo del petrodólar  y con todo eso, setenta años después siguen hacinados en campos repartidos por distintos países de cuya nacionalidad reniegan, siguen reproduciéndose con mucha afición pero sin hacer ninguna otra cosa más, siguen llorando al mundo su desgracia y siguen reclamando una tierra que nunca fue suya y que otros han hecho florecer. Los judíos pasaron de la ONU y del mundo, inventaron el kibutz y se acabó el problema. Vamos, es que no hay color…

Bailando en un kibutz

El kibutz es el comunismo puro y duro, la manera más eficaz de alojar y procurar manutención a un grupo grande de personas que llegan sin nada. La organización es perfecta, no hay propiedad privada de edificios ni de terreno, todo es de todos, el trabajo es común y los beneficios también. La escuela, la sinagoga, la biblioteca, el comedor, la lavandería, el centro de atención médica, los vehículos, todo son servicios comunes y gratuitos para todos los miembros. A cada nueva familia se le asigna una casa, que pueden pintar y decorar a su gusto pero no reformar; los jóvenes estudian allí hasta la secundaria y luego van a la universidad; es voluntario quedarse después a trabajar en el kibutz o hacer vida independiente, y siempre se puede volver a visitar a los familiares. De mi visita al kibutz me impresionó especialmente la lavandería, que es un reflejo exacto de cómo funciona la vida comunitaria. La entrada da a un pequeño pasillo cuya pared derecha es un casillero enorme, abierto a los dos lados, y en cada casilla debe depositarse un tipo de prenda tal y como está indicado: sábanas, ropa blanca, algodón, ropa deportiva, etc. Los empleados de la lavandería recogen cada mañana las prendas del casillero, las lavan y planchan según sus características y al final de la jornada las depositan en un segundo casillero, clasificadas no según el tipo de prenda sino por números. Cada familia tiene asignado un número que está bordado en todas y cada una de sus prendas, de manera que en cualquier momento pueden recoger su ropa, limpia y planchada, del casillero que les corresponde. Una idea tan sencilla ahorra muchísimo trabajo y energía, abaratando por lo tanto en buena medida el coste de vida. Y así más o menos funciona todo, así fue como el diminuto Israel en guerra eterna se las apañó para acoger a los miles de judíos perseguidos que llegaron de los países árabes, de Rusia, de Etiopía, de cualquier parte, y además darles un trabajo, una manutención, una educación y una vida digna.

En un principio la idea era que cada kibutz fuera autosuficiente para proveer de servicios a su población, que podía estar compuesta por más de mil familias, así que gran parte del trabajo se dedicaba a la agricultura y producción de lácteos. Cuando la situación se estabilizó un poco se pensó en vender el excedente de productos y tener así algunos ingresos extra, que seguían siendo comunitarios. Poco a poco el kibutz fue perdiendo su espíritu comunista y hoy en día muchos de los servicios están privatizados (por ejemplo, el hotel donde dormimos es una empresa privada), se contrata a trabajadores externos para algunas tareas y en general se ha perdido esa urgencia por sobrevivir y ha pasado a primar el espíritu comercial, que también es algo muy judío. Pero aún así se mantiene la vida en comunidad con una organización absolutamente democrática, en un entorno seguro con delincuencia cero donde se trabaja, se estudia, se reza y se celebran fiestas siempre en compañía, como una gran familia.

España-Israel
España e Israel, le pese a quien le pese, siempre han sido y serán dos países hermanos. Nuestro pasado judío y su pasado sefardí son una herencia histórica y cultural que compartimos y que nos enriquece mutuamente. Hay relaciones diplomáticas entre ambos países desde hace treinta años, y pese a los boicoteadores y demás ignorantes antisemitas, en España se respeta a los judíos y se valora mucho a Israel. Hace algo más de un año se aprobó una ley para conceder la nacionalidad española a todos aquellos descendientes de judíos sefardíes que lo soliciten, y nuestro rey Felipe VI (soy fan, lo sabéis, soy muy fan de Felipe VI) les elogió ampliamente en su discurso, recordó la gran injusticia que fue echar de aquí a sus antepasados, y les agradeció su contribución a lo que hoy es España.

Españoles e israelíes estamos habitualmente en el pódium de muchas competiciones deportivas, y nos hemos enfrentado en muchísimas ocasiones con sana y fraternal rivalidad. Actualmente mantenemos un mano a mano emocionantísimo en gimnasia rítmica por equipos, con permiso de los países del Europa del este. Nos alternamos oros, platas y bronces, pero lo cierto es que los equipos de ambos países son potencias en este deporte y están siempre en los primeros puestos de la competición internacional. Muertecita de ganas estoy ya de ver lo que pasa en los Juegos Olímpicos de Río este verano.

España e Israel, en el pódium de rítmica

Pero el no va más, el duelo hispano-israelí más intenso y feroz que se ha vivido nunca no sucedió en un campo deportivo, sino en el Festival de Eurovisión de 1979, en una final de infarto no apta para eurovisivos cardíacos.

(PEQUEÑO INCISO: como sé que me lee gente de Latinoamérica, voy a dedicar un par de líneas a explicar cómo funcionan las puntuaciones en el Festival de Eurovisión, los europeos os podéis saltar este párrafo. Aunque ahora han cambiado algo las cosas, en aquella época un jurado de cada país participante otorgaba entre 1 y 12 puntos a sus canciones favoritas, exceptuando la del país propio. Con la particularidad eso sí, de que el 11 y el 9 no existían no sé por qué, la máxima puntuación era 12 y las siguientes inferiores eran 10 y 8. El día de la Gala, después de la actuación de todos los participantes, se conectaba en directo con cada uno de los países, cuyo portavoz iba recitando las puntuaciones del jurado, y los presentadores confirmaban la votación repitiendo cada asignación de puntos en inglés y en francés. Quién no recuerda aquellos míticos “yunaited kindom ten poins; guayominí de puá”… la expectación  era máxima, se iban sumando los puntos y en un panel, casi manual en aquella época, se iba viendo los puntos que acumulaba cada país. Al final como es lógico, ganaba el que más puntos conseguía después de todas las votaciones)



Aquella tarde de mayo de 1979, nuestra Betty Missiego con el tema “Su canción” y el grupo israelí “Milk and Honey" con el tema “Aleluya”, se destacaron desde el principio con respecto a los demás participantes. Los 10 y 12 puntos que daban los países votantes, o bien iban a Israel o bien iban a España con muy pocas excepciones, así que la batalla estaba servida. España se adelantaba unos puntos, el siguiente país puntuaba alto a Israel; Israel se adelantaba, dos países seguidos puntuaban más a España, con lo que España se situaba a la cabeza. Los israelíes jugaban en casa puesto que el año anterior habían ganado el Festival, así que tenían el apoyo del público, pero España se lo estaba poniendo muy difícil. Los cámaras enfocaban alternativamente a los cantantes de ambos países que no podían disimular su emoción, mientras los eurofans cara a la tele nos mordíamos las uñas de los nervios. Y quiso el sorteo que el último país en otorgar sus puntos fuese España, que iba a la cabeza en ese momento superando a Israel en un punto, pero no podía votarse a sí misma. El resultado del Festival dependía de que nuestro jurado votara o no a Israel, todo podía aún pasar y todo dependía de esa votación final. Qué nervios, por favor. El portavoz español comienza a recitar las puntuaciones… Portugal, Italia, Dinamarca, Mónaco, Grecia y Alemania reciben sus puntos desde España, mientras Israel no aparece por ninguna parte… la situación es de infarto, el ganador del Festival de Eurovisión va a ser quien el jurado español decida. Y entonces sucede…“ISRAEL DIX POINTS, ISRAEL TEN POINTS”… bueno, bueno, el auditorio se vino abajo, la cámara enfocó a los cantantes israelíes que abrían una botella de champán, y  mientras todo el conjunto español aplaudía a sus rivales, los eurofans en la patria íbera nos quedamos de lo más decepcionados. Snif. Les dimos el triunfo en bandeja, cual penalti en el último minuto. Snif, snif. 


(por favor, al ver este vídeo saltaos la horrorosa y larga presentación. De nada.)

Decepciones aparte, la verdad es que las dos canciones eran preciosas y cualquiera merecía el triunfo, mira que habremos cantado veces la traducción española de ese   magnífico “Aleluya”. Pasado el disgusto inicial, los españoles nos tomamos muy deportivamente la derrota y Betty Missiego se hizo famosísima, unos meses después estuvo cenando en un bar al lado de donde yo veraneaba entonces, se corrió la voz y la pobre tuvo que interrumpir su cena para firmar autógrafos a los diez o doce canijos que nos acercamos corriendo a verla y a saludarla.

Y ése fue, señoras y señores, el mayor enfrentamiento entre españoles e israelíes del que se tiene constancia en toda la historia. Terminó con la victoria de Israel, pero los representantes de ambos países dejaron muy altos sus respectivos pabellones. España nunca mejoró ese segundo puesto, mientras que Israel hubo de esperar diecinueve años para celebrar otra victoria en Eurovisión, la de Dana Internacional en 1998.

De arquitectos y arqueólogos
Me gusta la arquitectura. Me gusta como arte, como testigo de la historia. Tengo un hermano arquitecto al que escucho con deleite cada vez que habla de su profesión, y como es de esperar nuestro guía Claudio, también arquitecto, me ha hecho disfrutar muchísimo con sus explicaciones cuando hemos visitado alguna construcción peculiar, y creedme que en Israel las hay para dar y vender.

Hay que fijarse bien, el suelo está en el aire
En Cafarnaún vemos las ruinas de lo que se supone que fue la casa de Pedro, una casa que en su momento debió ser bastante lujosa y sobre la cual se construyó después una hermosísima iglesia octogonal, de estilo bizantino, que tiene la particularidad de estar suspendida en el aire. Se apoya en una columna en cada una de sus ocho esquinas y el suelo forma una especie de bóveda al revés, debajo de la cual están las ruinas que se pueden ver a través de una claraboya en el piso, en el centro de la iglesia. Otra preciosa iglesia, también octogonal y también de estilo bizantino, se encuentra en el Monte de las Bienaventuranzas, donde Jesucristo pronunció el llamado Sermón de la Montaña (“Bienaventurados los pobres porque de ellos es el reino de los cielos… etc”). Esta diminuta iglesia es una belleza por dentro, pero además se encuentra en un entorno privilegiado, en la cima del monte y rodeada de un precioso jardín, a cargo de unas monjas franciscanas que lo tienen como oro en paño, y no es para menos.

El Monte de las Bienaventuranzas
San Juan de Acre se encuentra en la costa norte de Israel, y llegar allí causa impresión porque ya no visitamos una iglesia, sino toda una ciudad construida por los cristianos caballeros hospitalarios y destinada a su protección, aprovisionamiento y descanso mientras intentaban reconquistar Tierra Santa. Allí se mezcla la fe con el espíritu bélico, una de las mezclas más curiosas y casi siempre destructivas que se han dado a lo largo de la historia. La ciudadela vista desde fuera impresiona, pero su parte subterránea lo hace aún más, está perfectamente construida para ser fresca y acogedora y proporcionar a la vez túneles de huida en caso de ataque. Es una de las visitas más interesantes arquitectónicamente, también una de las más largas y de las que más he disfrutado.

Interior de la fortaleza de San Juan de Acre

Nazaret, Basílica de la Anuciación
En Nazaret visitamos la Basílica de la Anunciación, construida en el lugar donde se encontraba el pozo al que las muchachas de la antigua Nazaret acudían para extraer agua. Allí se supone que el arcángel Gabriel se apareció a la Virgen María y le anunció que daría a luz al hijo de Dios. Muy sorprendida se quedó la joven María, de quince años, que afirmaba pese a estar prometida a José no haber conocido aún varón (en el sentido bíblico, se entiende). Gabriel le dijo algo así como “no te preocupes, que ha sido el Espíritu Santo. Dios está contigo y tu futuro marido lo entenderá” y parece ser que así fue. La peculiaridad del divino embarazo de María ha dado pie casi dos milenios después a muchas y divertidas anécdotas en la España de nuestras abuelitas, porque se ve que había mozas muy conocedoras de varón o varones varios, que aún así se aferraban a su virtud y a su abultado vientre afirmando que ellas "pordios jamás enlavida", que era el Espíritu Santo haciendo de las suyas como con la Virgen María, un milagro, un milagro. Pero vamos, al contrario que con San José que por algo era santo el hombre, lo de estas vírgenes purísimas y preñadísimas no solía colar, y el travieso espíritu resultaba ser un maromo de lo más terrenal… aunque ellas lo intentaban por si acaso, oye, por intentar salvar la virtud que no quede.

Lo que queda de los manuscritos

Y de la arquitectura podemos pasar a la arqueología, que también la hay abundantemente en Israel, aunque sólo reseñaré lo que seguro todo el mundo conoce: los manuscritos del Mar Muerto, los famosos pergaminos hallados por un pastor en unas ánforas, que recorrieron medio mundo y pasaron por un montón de manos antes de que alguien se diera cuenta de su valor arqueológico e histórico. Aún están a medio descifrar porque de los pobres apenas han quedado retalitos, pero las especulaciones sobre ellos ya han hecho correr ríos de tinta porque se supone que hablan de la verdadera vida de Jesucristo, y que ésta tiene muy poco que ver con lo que nos ha contado la Iglesia Católica. La polémica está servida.

Dos sorpresas valencianas
La primera me la encuentro entrando a Jerusalén en coche, cuando el guía me lleva al hotel después de haber visitado toda la zona cercana a Tel Aviv. De repente veo algo que me resulta conocido pero que no consigo identificar, y le pregunto al guía qué es. “Es un puente -me responde- por ahí arriba pasa el tranvía de Jerusalén. Por cierto, creo que lo diseñó un arquitecto español”. Y entonces caigo, claro. Están en todas partes… quién iba a pensar que hasta en Jerusalén había estado el amigo Calatrava haciendo sus puentes y sus cosas.

Inconfundible 
La segunda sorpresa me la descubre Susana, la otra española de mi grupo. En el recinto de la Basílica de Nazaret, rodeando todo el patio, hay imágenes de la virgen traídas de todas partes del mundo. Estoy admirándome y sorprendiéndome frente a una virgen china con su niño Jesús chino, cuando llega Susana y me dice “al final de todo hay algo que te va a gustar”. No se me ocurre nada que me pueda gustar más que la virgen china, pero voy viendo todas las imágenes y entre las últimas me encuentro ésta. Olé la millor terreta del món. (“Olé la mejor tierra del mundo”, lo decimos mucho los valencianos por supuesto refiriéndonos a nuestra propia tierra, modestia aparte.)


martes, 21 de junio de 2016

Un poco de historia palestina (Por fin, Israel VII)

VII
Un poco de historia palestina

La antigua provincia romana de Palestina era después de la Segunda Guerra Mundial un protectorado británico, y la ONU decidió en 1948 dividir ese territorio en dos estados, uno para los judíos y otro para los árabes, ya que en ese momento estaba habitado por ambos pueblos. No se invadió ningún país, ni se quitó nada a nadie para formar esos dos estados, si acaso a Gran Bretaña. Tantos años después sigue sin haber acuerdo acerca de si fue justa o no esa decisión de la ONU: los judíos recibieron más territorio teniendo menos población, aunque gran parte del territorio que recibieron era un desierto; no existía antes de 1948 un solo estado judío en el mundo, mientras que ya había 56 estados musulmanes; los judíos tenían y tienen fuertes vínculos históricos con Palestina, la tierra donde nació su religión y que está llena de muestras arqueológicas y arquitectónicas vinculadas al judaísmo; por otra parte los musulmanes de Palestina llevaban allí generaciones desde la conquista por parte del califa Omar en el siglo VII, y aquella también era su tierra. 

No existe una medida objetiva para decidir si fue justo o no el reparto y seguramente ningún reparto hubiera satisfecho al 100% a unos y a otros, pero se trataba de que los judíos tuvieran un lugar donde sentirse seguros después de las persecuciones que habían sufrido por parte de los nazis, y también de que ambos pueblos convivieran en paz, lo más sensato parecía tirar por la calle de en medio y que todo el mundo hiciera concesiones. Los judíos las hicieron, aceptaron la resolución de la ONU y proclamaron el Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948. Los árabes no las hicieron y declararon la guerra a Israel al día siguiente. Los musulmanes palestinos querían tener su propio estado, pero se negaban a que los judíos palestinos tuvieran ese mismo derecho así que convencieron a sus vecinos árabes para iniciar una guerra con la que conseguirían por fin “echar a los judíos al mar”. Los muertos, heridos y desplazados a continuación fueron consecuencia de esa guerra y esas tragedias, como en todas las guerras, sucedieron en AMBOS BANDOS. Miles de judíos fueron expulsados de los países árabes y acogidos por Israel; muchos árabes también fueron expulsados durante la guerra del territorio israelí, pero la gran mayoría se marchó “voluntariamente”. Aconsejados, muy mal aconsejados por sus líderes, salieron de allí esperando que los árabes ganaran la guerra en pocos días, y poder volver entonces a sus casas. “Salid de allí, vuestros hermanos árabes os acogerán, vamos a bombardear y en pocos días acabaremos con los judíos y podréis volver” clamaban Husseini y compañía. 

Husseini, líder palestino, con su amigo del alma, Adolf Hitler.
Así que entre los musulmanes hubo división de opiniones y consecuentemente de acciones: unos, los más listos, se quedaron donde estaban; otros, los más combativos, los que nunca aceptarían un estado judío ni hipotéticamente, los que se habían distinguido en los ataques a judíos durante todo el siglo XX, fueron expulsados; otros, los más confiados, los que creyeron en quienes debían protegerles, salieron por su propia voluntad y se dedicaron a vagar por ahí sin rumbo, porque sus “hermanos árabes“ jordanos en vez de acogerlos los masacraron, sus “hermanos árabes” sirios los masacraron otra vez, y al final quienes les acogieron fueron los pobres cristianos libaneses que bien caro pagaron su osadía y su buena voluntad… pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión ;-) (discúlpame Michael Ende, si alguna vez gano un euro escribiendo este blog te pagaré derechos de autor por haber utilizado tu famosa frase). 

Israel, un país-bebé con apenas siete horas de vida, sin ejército, sin gobierno, sin nada, se las apañó ¡oh sorpresa! para ganar la guerra a sus cinco vecinos árabes que luchaban todos a una contra él, junto a los árabes palestinos. Inciso para quitarme el sombrero y reconocer que los israelíes son la leche, ya sólo por haber ganado esa guerra en esas condiciones se merecen un país y un premio. El mapa quedó más o menos como lo había planeado la ONU, exceptuando que no se constituyó ningún nuevo estado árabe y lo que hoy se conoce como “territorios palestinos” fue invadido por Egipto (franja de Gaza) y Jordania (Margen oriental y Jerusalén este) sin que ningún palestino musulmán protestara por ello, ni por supuesto reclamara en esos territorios una patria milenaria inexistente; se limitaron durante un tiempo a ser  egipcios y jordanos, árabes al fin y al cabo y ya está. Hasta que en 1964, uno de mis hijosdeputa favoritos, Yasser Arafat, creó junto a sus secuaces la organización terrorista OLP, Organización para la Liberación de Palestina, con la sana intención de, una vez más, exterminar a los judíos y reclamar toda Palestina incluyendo lo que ya era Israel desde hacía 16 años, como patria musulmana. Por primera vez los musulmanes se adjudicaron para sí mismos y únicamente para sí mismos, el gentilicio “palestino” excluyendo a los palestinos judíos, cristianos y pertenecientes a otras minorías religiosas. 

Atentado de la OLP en una escuela israelí, 1974. 22 niños y 4 adultos muertos
Como militarmente seguían siendo bastante inútiles, se dedicaron al terrorismo salvaje; entre bomba en colegio y bomba en autobús, la OLP se atribuía la propiedad de la Palestina milenaria y musulmana de toda la vida (según ellos), inventaba de vez en cuando algún argumento histórico que demostraba definitivamente sus tesis (según ellos); y seguía ignorando con su habitual desfachatez que allí hubo judíos, cristianos, politeístas, ateos, etc, siglos antes de que apareciera un musulmán.

Nótese que Israel en aquel momento no había “ocupado” un solo centímetro cuadrado de los territorios palestinos y aún sin ocupación, sin muros y sin nada, la OLP machacaba a la población civil israelí a base de atentados terroristas en suelo de Israel. Bomba en un restaurante, bomba en una sinagoga. Nótese también que cada vez que Arafat vociferaba y escupía al mundo clamando por el derecho de los palestinos musulmanes a tener un estado propio, estaba negando ese mismo derecho a los palestinos judíos y por supuesto a todos los judíos en general.

Los sionistas, que no son ni todos los judíos ni todos los israelíes, en realidad piensan lo mismo que Arafat y sus secuaces pero al revés. Ellos creen que Samaria, Judea y Gaza deben formar parte de Israel como estado judío; los arafatianos creen que Israel junto con Samaria, Judea y Gaza, deben formar una hipotética Palestina musulmana. ¿Quién tiene razón?

El terrorismo de la OLP llevó a las guerras, las guerras llevaron a la “ocupación” israelí (PARÉNTESIS ACLARATORIO: “ocupación israelí” quiere decir que los árabes en 1967 fueron a por lana y salieron trasquilados. Declararon la guerra una vez más para acabar con los judíos y los judíos ganaron la guerra una vez más, y como en toda guerra conquistaron territorios a Jordania, Egipto y Siria, no a un presunto estado palestino que nunca existió, y esos territorios pasaron a ser parte de Israel y empezaron a vivir judíos en ellos junto con los musulmanes que ya estaban allí y a los que nunca se exterminó ni nada parecido. De hecho, siguen allí. FIN DEL PARÉNTESIS), la ocupación llevó a que Israel aumentara sus acciones militares contra el terrorismo, las acciones militares llevaron a que los terroristas cambiaran bombas por cuchillos y más o menos así andamos hasta el día de hoy.

En los territorios
Y hoy he estado en los territorios palestinos, toda una experiencia. Para empezar hemos tenido que cambiar de guía, nuestro Claudio no tiene permitido entrar en el territorio palestino a trabajar de guía turístico, así que se ha quedado en Jerusalén y nos ha guiado la visita la señorita de la que ya hablé en otro post largo y tendido, no me repito más.
Por aquí se entra a la Basílica. Glups.
La Basílica de la Natividad me ha decepcionado un poco. Aglomeración para entrar; aglomeración en el puesto de las velas bendecidas por el que, como bien sabe nuestra guía palestina, hay que pasar obligatoriamente; más aglomeración para bajar a la cueva donde se supone que nació Jesucristo y resulta que cuando llegas es diminuta, no puedes estar más que unos segundos y por supuesto no se parece en nada a un pesebre, ni a un portal, ni nada, es una estrella de metal sobre un suelo de mármol. Y ya está, luego te llevan a comprar más souvenirs. Nada que ver con el Santo Sepulcro ni cualquier otro de los lugares que me han emocionado por aquí. Mucho más interesante y dentro de la misma Basílica, es la Cripta de San Jerónimo, que al menos es una cripta de verdad con paredes y techo de tierra, donde se supone que el santo ayunó y meditó, y todas esas cosas que hacen los santos. Pero he bajado allí de casualidad, porque he visto bajar a uno de mis compañeros de grupo y le he seguido, mientras nuestra guía se quedaba arriba hablando por los codos con otro guía de otro grupo y pasaba de nosotros. Al final ha bajado para decirnos que se hacía tarde y que saliéramos ya. Un crack, la chavala.

Para terminar de flipar con esta extraña Basílica, me ha llamado la atención un cuadro bastante grande cerca de la entrada, en cuya reseña ponía esto:

Imitación floja
si algún experto en arte tiene a bien explicármelo, se lo agradeceré.

Además la zona cercana a la Basílica está llena de vendedores ambulantes de lo más pesados, que desde que bajas del autobús te asaltan intentando venderte souvenirs a cual más cutre, te acosan, te siguen; si les dices que no, te ofrecen lo mismo por menos dinero; si les vuelves a decir que no, te ofrecen en vez de un mechero/rosario/estampita, tres por el mismo precio… vamos, unos pelmas de mucho cuidado. Y si se te ocurre comprarles algo te ofrecen otra cosa, te vuelven a perseguir, te lo piden por favor, te insisten, los tienes detrás todo el rato. Entiendo que viven de eso y tienen que vender, pero es que a mí esa actitud me pone de lo más nerviosa, no lo puedo evitar, así que he estado bastante incómoda hasta que he subido al autobús. Porque hasta la puerta del autobús ha llegado un tipo intentando venderle a alguien del grupo un pack de veinte rosarios de plástico made in China. Barato barato.

Panorámica de la Belén actual
Siento decirlo, pero Belén es una ciudad muy fea. Sucia, caótica, cutre, con muchísimo tráfico en calles muy estrechas y con apenas señales o semáforos, donde la gente conduce de manera que da mucho miedo hasta verlos, y ni te cuento si se te acerca un coche a toda velocidad tambaleándose, aunque tú vayas por la acera. Y eso pasa bastante. Para salir de Belén hay checkpoint y se forma una cola enorme, ahí es donde  he visto por primera vez el muro.

El muro de la vergüenza
El primer muro no fue el de Belén, fue el de Gaza. Es ilegal, o como mínimo de dudosa legalidad, la ONU clamó en su contra, varios países denunciaron a Israel ante organismos internacionales, creo recordar que hubo un dictamen obligando a Israel a derribarlo cosa que el gobierno israelí por supuesto no hizo, así que nos podemos imaginar cómo se frotaron las manos los oenegistas propalestinos que encontraron un nuevo filón, junto con los asentamientos, para llenarse la boca diciendo que Israel es un estado asesino, genocida, que no respeta los derechos humanos, y tal, y tal, y tal… después del muro de Gaza vino el de Belén y está previsto que se construyan más. “¿Por qué hace esas maldades Netanyahu a los palestinos?” se preguntarán algunos. Pues bien, para empezar no las hace Netanyahu, Israel es una democracia y esas acciones las aprueba la Knesset, el Parlamento israelí donde también hay diputados árabes y musulmanes con derecho a voz y voto.

El muro, a la salida de Belén
Antes de construir el muro, en Israel morían unas 400 personas al año en atentados terroristas, en un país del tamaño de la Comunidad Valenciana. Recordemos que ETA en toda su historia ha matado en España a 829 personas, eso en Israel pasaba en sólo dos años teniendo una población siete veces menor, por hacernos una idea con los números.  Así a grosso modo, como si ETA hubiera estado matando en España a 2800 personas al año. Los palestinos llenaban mochilas con explosivos, o se ponían cinturones bomba, o se hacían con metralletas y cada dos por tres había una masacre en un restaurante, en un autobús, en un mercado, en la calle de cualquier ciudad israelí. Como es normal, el gobierno tenía que tomar medidas para extremar la seguridad y una de ellas fue el muro. Rodearon la franja de Gaza con un muro de unos tres metros de alto, que facilitaba la vigilancia de la frontera y dificultaba a los terroristas pasar a Israel sin que los soldados israelíes revisaran su “equipaje”. 

Soldados patrullando en la frontera de Gaza
Después se construyeron más muros en los puntos calientes de la frontera y como ya he dicho seguramente no serán los últimos. Desde la construcción del muro de Gaza, la media de personas muertas en atentados en Israel durante un año, bajó de 400 a 10. Sí, el muro de la vergüenza, esa “humillación” para los palestinos, esa falta de derechos humanos, ese genocidio (¿genocidio? ¿una pared? pues hay quien le llama así) esa ilegalidad manifiesta, salva la vida de 390 personas al año. Así que claro que Israel lo construyó, claro que no lo derribó cuando se lo ordenaron, y claro que seguirá construyendo muros y lo que haga falta, salvo que la ONU y los oenegistas propalestinos sean capaces de devolver la vida a esas 390 personas, o de impedir que las maten. Y no, no son capaces ni lo serán.

Por otra parte, de entre todas las voces que han clamado sin parar lo ilegal y abusivo que era el muro, no he oído a ninguna alzarse para clamar lo ilegal y abusivo que es detonar una bomba en un autobús o ametrallar a la gente en un mercado, hipocresía que como mínimo me sorprende. Claro está, los terroristas han cambiado de métodos, y mientras los gobiernos europeos pierden el resuello por reconocer en sus parlamentos al estado palestino, los gobernantes de dicho estado ahora se dedican a instruir a sus ciudadanos en el arte de tirar piedras y cockteles molotov, acuchillar judíos y atropellar a gente en las paradas de autobús. Como agravante, dicha instrucción se dirige muchas veces a niños pequeños que acuden a escuelas de la ONU, y se sufraga con el dinero de la ONU, o sea con nuestros impuestos.

Niño palestino ataviado de Hamás
Desde que en octubre de 2015 estalló la nueva ola de violencia, que algunos llaman la “tercera intifada” o la “intifada de los cuchillos” ha habido ya 41 personas asesinadas utilizando esos métodos. Por si alguien recuerda de la segunda intifada aquello de “Israel saca los tanques para enfrentarse a niños armados con piedras” debo aclarar que aquellas fotos de niños pequeños tirando chinitas a un tanque israelí eran muy simbólicas y muy útiles propagandísticamente, pero muy poco reales. En realidad los ataques con piedras suponen que palestinos ya creciditos, tiren piedras con honda tanto a soldados como a población civil. Piedras que pueden pesar un par de kilos, y que a la velocidad que les da la honda, a veces matan a gente. 
 
El gobierno israelí sigue dando respuesta a cada nuevo avance de los terroristas: los soldados registran y cachean a cualquiera que les resulte sospechoso en cualquier momento, algo en extremo humillante sobre todo para los palestinos armados y dispuestos a atentar, que sienten terriblemente vulnerados sus derechos humanos en cada cacheo y así lo expresan de vez en cuando con toda su desfachatez; en los sitios conflictivos puede haber detectores de metales y registros de bolso para todo el mundo, sospechoso o no; si alguien saca un cuchillo y apuñala a otra persona le pegan un tiro, preferentemente antes de que apuñale por segunda vez; y frente a los atropellos en paradas de autobús, se han colocado en algunas de ellas, sobre todo en barrios ortodoxos, pivotes que las rodean haciendo ineficaz un atropello masivo. 

Atropello terrorista en una parada de autobús
Claro, aquí vemos todo eso con nuestros comodones ojos occidentales y nos parece una barbaridad, injusto y desproporcionado, pero seguramente cambiaríamos de opinión si alguien apuñalara a nuestra madre en el supermercado, o asesinara a nuestro bebé de una pedrada. Por eso los ciudadanos israelíes, también los que son árabes y musulmanes, agradecen esas medidas y colaboran gustosamente con las fuerzas de seguridad. Y mientras los oenegistas despotrican, nadie se para a pensar la de cosas ilegales que pasan en los territorios palestinos: en lo ilegal que es un presunto estado gobernado por una organización terrorista, en lo ilegal que es adoctrinar a los niños para que se hagan estallar con un cinturón bomba, en lo ilegal que es lanzar constantemente cohetes a territorio israelí, en lo ilegal que es construir túneles con el objetivo de cometer actos terroristas, en lo ilegal que es casarse con niñas pequeñas y tirar a los gays desde las terrazas; y sobre todo nadie se para a pensar que los problemas políticos se solucionan en mesas de negociación, no matando a gente para quejarte de lo mal que vives y de lo injustamente que te trata el país vecino. Así que los tolerantes propalestinos siguen poniendo verde al gobierno de Israel y creyéndose que todos los palestinos son angelitos del cielo, incluidos los caraduras de los líderes que mantienen al pueblo en la pobreza y el analfabetismo, mientras ellos financian sus mansiones en Qatar con el dinero que reciben destinado a ayuda humanitaria.

Algunas de las víctimas del terrorismo palestino, desde octubre 2015

Apartheid
“Queridos palestinos,
permítanme aclarar algunas cosas. Ustedes no pueden reclamar un genocidio cuando su población se ha disparado. Ustedes no han pasado por lo que los indígenas americanos pasamos, nadie les ha obligado a hablar un idioma extranjero, ni a servir a Dios de una manera extraña, ni han robado sus lugares sagrados. De hecho, eso es más bien lo que ustedes han hecho, se han apropiado de lugares sagrados de otras religiones, obligaron a los habitantes indígenas de la región a hablar árabe y adorar a Dios como musulmanes.

Ustedes no han tenido una lucha por sus derechos civiles como los negros en Estados Unidos. Los negros en Estados Unidos no explotaron autobuses escolares o pizzerías llenas  de niños para poder lograr la igualdad de derechos. Ustedes no tienen que robar la historia de los demás. Ustedes robaron la identidad de lo que se conocía como "Palestino". Antes de la Segunda Guerra Mundial, ese término significaba "Judío en la Tierra Santa". Pero está bien, es un término colonialista, y estoy seguro de que mis amigos judíos no lo quieren. Ellos prefieren ser llamados judíos, hebreos, israelitas o israelíes, por lo que pueden tomar esa basura de término colonialista y dejarlos en paz.

¿Limpieza étnica? De ser así, ¿por qué hay 0% judíos en la zona controlada por la Autoridad Palestina y casi 2 millones de árabes en las zonas controladas por judíos? Creo que está claro quien es el que realmente hace limpieza étnica aquí.

¿Que ustedes mantienen la misma lucha del indígena americano contra el colonialismo de los colonos? Cualquier persona con una educación de 3er grado sabe que los árabes son, de hecho, los colonos que colonizaron la región en el siglo VII, matando y forzando a convertirse al islam a los pueblos indígenas de toda la región. Ustedes no son indígenas de estas tierras que tratan de reclamar. Repitan conmigo: "Los judíos son de Judea, los árabes son de Arabia". Pueden vivir allí, simplemente no opriman más a la gente.
Sin saludos cordiales,
Ryan Bellerose”


Carta original: http://en.cijnews.com/?p=5745

El texto anterior es una carta de un indígena norteamericano a los palestinos, en el link se puede ver el texto y la foto del firmante. En similares términos se expresa Kenneth Meshoe, miembro del parlamento sudafricano de raza negra, que vivió el apartheid y que se escandaliza, o igual se parte de risa,  cuando oye hablar de Israel como “estado que practica el apartheid”. Como bien dice el amigo Bellerose, los casi 2 millones de árabes israelíes tienen unas condiciones de vida y unos derechos que no tiene nadie en un país de mayoría islámica, ni siquiera los propios musulmanes.

Aunque claro está, no podemos negar que exista discriminación en territorio israelí y que haya quien no pueda entrar a determinados sitios debido a su etnia y/o religión… voy a poner un ejemplo:

Esta carretera lleva a una ciudad palestina. Entrar allí es peligroso para ciudadanos israelíes
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