jueves, 6 de septiembre de 2012

Médicos indignados


 
El otro día hablaba yo con un médico de familia, que trabaja en la Seguridad Social, y que estaba indignadísimo por todo este lio que se ha montado con la situación sanitaria  de los inmigrantes sin papeles. “¡No pienso atender ni a uno!” -me decía. Pensaréis que es mala persona y os equivocaréis, es una de las mejores personas que he conocido nunca, y le conozco de toda la vida. Jamás le he visto denegar sus conocimientos y su atención como médico a nadie que lo haya necesitado. ¿Entonces? ¿Qué es lo que está pasando ahora?

“Lo que está pasando” -me comentaba- “es que tengo pacientes de siempre, que han cotizado y pagado su seguridad social desde que empezaron a trabajar, y ahora que están mayores y enfermos, se les deniegan tratamientos médicos que son caros y funcionan, y se nos obliga a cambiarlos por otros más baratos que no siempre funcionan sin que nosotros podamos hacer nada; mientras que hasta ahora, a cualquiera que llegaba a España sin papeles, sin trabajar y por supuesto sin haber cotizado un solo día en su vida, se le hacía inmediatamente una tarjeta de pensionista, para que tuviera acceso gratuito a todos los servicios sanitarios y a toda la medicación que le hiciera falta. A eso no hay derecho.”

Y francamente, creo que tiene razón. Sobre todo teniendo en cuenta que no todos los sin papeles son pobres, ni de coña. Muchos vienen a España con la intención de trabajar unos años y volver a sus países de origen, y prefieren trabajar en negro para no tener que pagar impuestos, para no gastarse su dinero colaborando en el mantenimiento de esa sanidad que tanto se empeñan en exigir, aunque ganen el triple que un autóctono. Y  por supuesto si tú vas a su país y pides una tirita en un hospital, las carcajadas las puede registrar el Curiosity en Marte.

Resulta que hay gente, española e inmigrante, que se manifiesta “por una sanidad gratuita y universal”. Po fale. Este es un país libre y el derecho a manifestación afortunadamente existe y no especifica motivos. Alguien puede manifestarse “por una Amanita Phalloides comestible” o “por un mapache volador” todo lo que quiera, pero la Amanita Phalloides seguirá siendo una seta venenosa porque no puede ser de otra manera; el mapache seguirá siendo un mamífero incapaz de volar como no sea en avión porque no puede ser de otra manera; y la sanidad seguirá siendo un servicio nada gratuito y nada universal, por más que nos pese. Que más quisiéramos, pero lamentablemente, es imposible. La sanidad pública española es muy cara, y quien no lo crea, si tiene la suerte de trabajar que eche un vistazo al desglose de su nómina. También es uno de los servicios públicos que mejor funciona en España y uno de los mejores servicios sanitarios del mundo, y hasta hace muy poco tiempo era solidaria, porque podía serlo. Cuando casi todo el mundo trabajaba y ganaba un sueldo que le permitía vivir, quienes trabajaban podían mantener con parte de su sueldo una sanidad que atendiera a quienes no trabajaban. 

Ahora mismo eso es imposible: porque cada vez trabaja menos gente y quien trabaja cobra menos, porque los centros de salud están sobresaturados, porque no se puede contratar a más personal sanitario, porque no hay dinero para medicinas, porque a los empleados de la sanidad, como empleados públicos que son, les han exprimido el sueldo hasta ahogarlos, porque el estado está en bancarrota, porque el país va como va. El copago sanitario, que ya existía para los trabajadores en activo, ahora existe también para los pensionistas, y sigue sin ser suficiente. ¿Qué hacemos? ¿racaneamos la sanidad pública a los trabajadores en activo que la están pagando? ¿a sus familiares que aún no se incorporaron al mercado laboral, y tal como está el tema puede que tarden en hacerlo? ¿a los parados que también la pagan con su mísera prestación? ¿a los jubilados que la pagaron durante toda su vida en activo? ¿o a quienes la están disfrutando a tutiplén sin haber colaborado en su manutención jamás con un solo céntimo? ¿qué hacemos?




Y no, no estamos hablando de casos extremos. Evidentemente si alguien se está desangrando ningún sanitario le va a pedir los papeles antes de atenderle, no seamos bestias. Estamos hablando de la inmigrante sin papeles embarazada que va a urgencias a hacerse una ecografía para saber si su bebé es niño o niña, y de casos similares. Haylos y haylas, quien se cree que todo occidente es orégano, y menudos cabreos que se pueden pillar si el médico de urgencia en vez de enviarlos a la Eme Mayúscula (que es donde te entran ganas de enviarlos sin ser médico y sólo con que te lo cuenten), no les hace la ecografía y los envía con toda educación y paciencia a su médico de cabecera. Encima cabreo, manda güebs.

Y cómo no, para acabar de arreglarlo, no podía faltar la ONG de turno, esta vez una de médicos, claro, gastándose un pastón en una campaña mass media para llamar a los médicos a la objeción, a que sigan atendiendo a los sin papeles, por supuesto en su horario de trabajo, en los Centros de Salud y con los medios materiales a cargo de la sanidad pública. Es decir con nuestros impuestos, que mola mazo ser solidario pero con el dinero de los demás.... 


Mmmm ¡un momento! ¿una ONG de médicos? pero...¡SI ELLOS TIENEN LA SOLUCIÓN EN SUS MANOS!!!! ¡YA ESTÁ!! no tiene más que utilizar el dinero que recaudan de sus socios, junto con la subvención que reciben del estado español (o sea, de mis impuestos en contra de mi voluntad GRRRRRRR); salir de Churrukustán y de Bananolandia y venirse al Tercer Mundo de verdad, o sea, a España, a montar sus centros de atención en nuestras ciudades, al lado de los ambulatorios de toda la vida. Allí pueden atender a los sin papeles, ponerse la medallita de solidarios con razón, y por supuesto llamar a los médicos a la objeción tanto como deseen. Así el médico que quiera ser solidario y no le baste con serlo a base de impuestos (GRRRRRRRR), cuando salga de trabajar puede pasarse por allí y haciendo honor a la extraña versión que plantea esta ONG del juramento hipocrático, atender a tantos sin papeles como desee, durante todo el tiempo que desee. Y lo mismo se puede aplicar a todo el personal sanitario, administrativo, y en general a todos los indignados que quieren que la sanidad sea gratuita y universal. Que empiecen por ofrecer SU tiempo y SUS recursos gratuitamente, y entonces a lo mejor algunos malpensados empezamos a bienpensar que su “solidaridad” no es un negocio camuflado, como algunos malpensados a día de hoy, malpensamos.

2 comentarios:

  1. Yo he trabajado en un hospital, y los inmigrantes muchas veces eran los que más exigían, era alucinante, sobre todo teniendo en cuenta cómo será la sanidad en sus países de origen. Totalmente de acuerdo con tu post. Besos

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    1. Pues sí, aunque haya excepciones la actitud en general no es la más adecuada precisamente. Hay quien viene a exigir aquí lo que en su país no se atrevería ni a soñar, y eso no es justo. Besos.

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