martes, 3 de enero de 2023

¿De dónde viene el polvo? (Diario de guerra XXII)

 COLABORACIÓN DE LINA ZALITOK
(deutsch unter)

Hace mucho desde que Pandino y Storch se vieron y hablaron por última vez. Una tarde, Pandino se sentía solo en su apartamento de Kiev, y llamó a Storch. Tuvo la suerte de poder contactar con su mejor amigo, y comenzaron una de sus habituales conversaciones absurdas en alemán.

-“Querido Storch, ¿qué tal te va en el pueblo?”

-“Bueno, me paso el día dentro de un armario para protegerme del polvo. Gracias a Dios sigo siendo blanco y quiero mantenerme limpio”

-“¿De dónde sale todo ese polvo?

-“Entra por la ventana, cuando la abres”

-“¿Abres las ventanas a menudo?”

-“A todas horas. Si hay una explosión, la onda expansiva se debilita a medida que el aire pasa a través de la ventana. Si la ventana se queda cerrada, es más probable que se rompa”

-“Pero ahí no hay bombardeos”

-“Cierto, pero yo me siento más seguro con las ventanas abiertas”

-“Pero entonces estará todo más sucio ¿no? ¿y no te aburres, estando siempre metido en el armario?” -preguntó Pandino

-“Aquí hay algunos libros de Linotschka. Y en el armario me puedo concentrar mejor” -respondió Storch con una sonrisa satisfecha

-“Se quedaron allí tantos libros… entonces ¿cómo lo haces? ¿lees una página de cada libro? ¿un párrafo? ¿una frase? ¿una palabra?” -preguntó Pandino con sorpresa

-““Pandino, no preguntes tonterías” -dijo Storch- “estás últimamente muy enganchado a  las redes sociales. Lástima que ya no vivamos juntos, has vuelto a leer de manera descontrolada. Yo me lo imaginaba, y traté de hacer lo posible para que no empezaras a vagar por Internet sin ningún sentido. ¿He de recordarte que leer un libro es algo bien distinto? De hecho, yo leo algunos libros de manera simultánea, dependiendo de mi estado de ánimo, pero no de esa forma. No puedo leer “El hombre en busca de sentido” de Victor Frankl o “El Príncipe” de Niccolò Machiavelli todas las noches. A veces quiero olvidar la guerra y leer a Proust. ¿Estás leyendo algo ahora?

-“Veo que nunca lo superarás. Sigues leyendo a Victor Frankl y a Niccolò Machiavelli. Yo prefiero leer a Françoise Sagan. Sobre el amor, el mar y perder el tiempo. Lo encontré en el nuevo apartamento de Linochka. Es un libro de su amiga. Me atrae Francia y la ligereza del ser. Al mismo tiempo, la vida del protagonista de alguna manera parece totalmente sin sentido. La guerra ha vaciado nuestras vidas de sentido y la guerra ha dado sentido a nuestras vidas. Ya no puedo imaginar la vida sin guerra. Después de la guerra todo el drama vuelve y lo que no es importante se vuelve importante”

-“Tú también dramatizas, claro que lo haces. Pero afortunadamente no sabes lo que es la guerra, querido Pandino. Por favor, no digas tonterías. Además no tienes tanta imaginación. Eres afortunado de poder vivir en Kiev”

-“¿Por qué soy afortunado?”

-“La guerra es una lotería, y más en el frente”

-“Y te pasas el día en el armario... ¿no te da miedo perder el contacto con el mundo, si te quedas aislado en el armario con los libros?”

-“Al contrario, a través de la lectura se crea una conexión. Te sientas en tu apartamento y no necesitas salir durante semanas”

-"Sí, me gusta estar solo, pensando. Pero aún así últimamente he salido a la puerta principal un par de veces”

-“¿Está en Kiev esa bailarina de la que estás enamorado?”

-“Sí" -dijo Pandino, radiante de felicidad- “organizó algunos espectáculos de danza con sus amigos para recaudar fondos para las Fuerzas Armadas de Ucrania. He ido a ver varios. ¡Su sonrisa es tan hermosa como siempre!”

-“¿Ya te dije que ese amor es imaginación tuya?”

-“Puede ser. No escucho todo lo que me dices. Pero yo no inventé su hermosa sonrisa. Estaba sentado en primera fila y en la última función ella me miró. De verdad, me miró a los ojos. Antes de eso su mirada nunca había recalado en mí, sus pensamientos parecían estar muy lejos, pero en ese momento estaban como máximo a unos metros de mí, es decir, la distancia entre el escenario y la primera fila. ¡Ya me reconoce!” – dijo Pandino con alegría

-“No me extraña que hayas ido a ver sus actuaciones. Eso está bien, pero no significa nada. Mirar a los espectadores forma parte de su trabajo”

-“Hmm... pero me hace tan feliz…”

-“¡Ay Pandino! volverás a estar triste cuando ella se vaya otra vez... y de todos modos ¿qué significa eso?”

-““Ya se fue… y no estoy triste. En la última actuación, por extraño que parezca no sentí ninguna tristeza. La sensación de vacío llegó al día siguiente. Ahora me he acostumbrado al hecho de que ella no está en Kiev. Regresará después de una gira por el extranjero, eso es lo bueno. ¿Sabes qué? en cuanto ella se fue comenzó a hacer mucho más frío. Ha llegado el otoño”

-“Ha sido por casualidad. Se ha juntado la guerra y el otoño, y eso hace que necesites aún más amor. ¿O es que lo necesitas en todo momento? Lo cierto es que yo no soy así, yo estoy bien sin amor. Pero Pandino, por favor no exageres. Si lo llevas todo a ese límite volverás a caer en un agujero negro”

-“Los agujeros negros son aterradores, pero también emocionantes. Ella me aparta de todo eso”

-“Eres tú quien debe apartarse de los agujeros negros. Tienes que llenarlos y mirar para otro lado”

-“No he de apartarme de ellos, sino enfrentarlos con una sonrisa en mi rostro. Hay demasiados abismos alrededor, quisiera poder ignorar algunos de ellos”

-“Eso es muy infantil”

-“Igual de infantil que quedarse metido en un armario lleno de libros. Al menos en un abismo puedes hablar con otras cigüeñas”

-“Leyendo lo que hago es instruirme y entretenerme. Me mantengo ocupado. Además mi ucraniano no es lo suficientemente bueno para hablar con las cigüeñas ucranianas. Y te dije que no quiero ensuciarme. Sale mucho polvo por la ventana…”

-“Así es como empezamos la conversación... tienes la ventana abierta…"

-“Y entra aire polvoriento. Entonces es hora de decir adiós. Oh, sea por amor o por cualquier otra cosa, tú también te mantienes blanco y evitas el polvo de la vida. ¡También estás metido en un hermoso armario imaginario!”

-“yo soy blanco y negro ¿no te acuerdas? por cierto, tú también... y un poco rojo..."- dijo Pandino con alegría, como si hubiera hecho un descubrimiento

-“Dije blanco en sentido metafórico. Pero sí, ambos somos blancos y negros. Y ahora basta ya de conversaciones absurdas, quiero leer un rato. ¡Adiós Pandino!”

-“¡Adiós, cigüeña blanca y negra sin polvo!"



(texto original)

It’s been a long time since Pandino and Storch saw or spoke to each other. One evening Pandino felt lonely in his flat in Kyiv and called Storch. He was lucky to reach his best friend and they started their usual nonsense conversation in German.
“Lieber Storch, wie geht es dir dort im Dorf?“
„Gut, ich verstecke mich in einem Schrank, um mich vor Staub zu schützen. Ich bin gottseidank immer noch weiß und möchte sauber bleiben.“
„Woher kommt denn der Staub?“
„Aus dem Fenster, wenn man es öffnet.“
„Öffnet man oft Fenster?“
„Ständig. Sollte eine Explosion geben, gibt es dann mehr Chancen, dass sich die Druckwelle abschwächt, wenn die Luft durch das Fenster geht. Das geschlossene Fenster wird eher zersplittert.“
„Bei euch gibt es doch keinen Beschuss.“
„Ja, aber ich fühle mich mit halb geöffneten Fenstern sicherer.“
„Aber schmutziger, ne? Ist es nicht langweilig, so im Schrank zu sitzen?“ – fragte Pandino.
„Hier liegen einige Linotschkas Bücher. Und ich kann mich so besser konzentrieren.“ – antwortete Storch mit einem zufriedenen Lächeln.
„Es gibt doch so viele Bücher dort… Wie machst du dann? Liest du eine Seite aus jedem Buch? Jeweils einen Absatz? Einen Satz? Ein Wort?“ – überraschte sich Pandino.
„Pandino, frag keinen Blödsinn, du hast letztens zu viel Soziale Medien konsumiert. Schade, dass wir nicht mehr zusammenwohnen. Jetzt kannst du mit chaotischem Lesen nicht aufhören und niemand kontrolliert dich. Ich wusste es und hatte mein Bestes getan, damit du nicht beginnst, im Internet sinnlos zu wandern. Darf ich dich daran erinnern, dass man Bücher anders liest? In der Tat, ich lese ein paar Bücher parallel, je nach der Stimmung, aber nicht so wie du beschreibst. Ich kann doch nicht jeden Abend über das Leben in einem Konzentrationslager von Victor Frankl oder über die Kunst des Krieges von Niccolò Machiavelli, lesen. Manchmal möchte ich den Krieg vergessen und lese Proust. Liest du etwas gerade?“
„Du wirst also nie damit fertig. So liest du ewig über das Leben in einem Konzentrationslager von Victor Frankl oder über die Kunst des Krieges von Niccolò Machiavelli. Ich lese Françoise Sagan. Über Liebe, Meer und Zeitverschwendung. Ich habe es in Linotschkas neuer Wohnung gefunden. Ein Buch ihrer Freundin. Mich zieht nach Frankreich und zur Leichtigkeit des Seins. Gleichzeitig scheint das Leben von der Protagonistin irgendwie total sinnfrei. Krieg hat unser Leben von Sinn befreit und Krieg hat unserem Leben Sinn gegeben. Ich kann mir das Leben ohne Krieg nicht mehr vorstellen. Nach dem Krieg kommt wieder das ganze Drama zurück und das Unwichtige wird wichtig.“
„Wenn du dramatisierst, schon. Aber du weißt glücklicherweise nicht, was Krieg ist, lieber Pandino. Sag keinen Blödsinn bitte. Außerdem unterschätzt du deine Vorstellungskraft. Du hast Glück, dass du in Kyjiw lebst.“
„Warum habe Ich Glück?“
„Krieg ist Lotterie, auch an der Front.“
„Und du sitzt im Schrank… Hast du keine Angst, dass du die Verbindung zur Welt verlierst, wenn du so abgeschottet im Schrank mit Büchern sitzt?“
„Im Gegenteil, durch das Lesen entsteht und entfaltet sich diese Verbindung. Du sitzt genauso in deiner Wohnung und gehst wochenlang nicht heraus.“
„Stimmt, ich mag allein nachdenken. Aber letztens bin ich ein paar Mal jenseits der Haustür gewesen.“
„Wirklich? Ist diese Tänzerin, in die du verliebt bist, wieder in Kyjiw?“
„Ja“, sagte Pandino und strahlte vor Glück. „Sie hat mit ihren Freunden ein paar Tanzaufführungen organisiert, um Spenden für die Ukrainischen Streitkräfte zu sammeln. Ich habe ein paar davon besucht. Ihr Lächeln war wie immer so wunderschön!“
„Habe ich dir gesagt, dass du diese Liebe erfunden hast?“
„Es kann sein. Ich höre ja nicht alles, was du sagst. Aber ihr wunderschönes Lächeln habe ich doch nicht erfunden. Ich saß auch in der ersten Reihe und bei der letzten Aufführung guckte sie auf mich. Wirklich, sie schaute mir in die Augen. Davor war ihr Blick immer abwesend gewesen, ihre Gedanken schienen ganz weit weg zu sein, aber damals waren sie von mir höchstens ein paar Meter entfernt, also die Distanz zwischen der Bühne und der ersten Reihe. Sie erkennt mich schon!“ – erzählte Pandino mit Freude.
„Kein Wunder, wenn du „ein paar Aufführungen“ besucht hast. Das ist nett, aber bedeutet nichts. Das ist ihre Arbeit, auf Zuschauer*innen zu schauen.“
„Hm… Mich macht es aber so glücklich.“
„Ach Pandino! Du wirst dann wieder traurig, wenn sie wieder wegfährt…Und sowieso was soll das?“
„Sie ist schon weggefahren… Und ich bin nicht traurig. Bei der letzten Aufführung spürte ich komischerweise keine Traurigkeit. Aber am nächsten Tag kam das Gefühl der Leere. Jetzt habe ich mich wieder daran gewöhnt, dass sie nicht in Kyjiw ist. Sie kommt doch nach einigen Gastaufführungen im Ausland wieder nach Kyjiw, das ist das Schöne. Weißt du was? Genau, nachdem sie weggefahren ist, wurde es viel kälter draußen. Der Herbst ist gekommen.“
„Ein Zufall. In Kriegszeiten und im Herbst braucht man wahrscheinlich noch mehr Liebe, in welcher Form auch immer. Oder braucht man sie in allen Zeiten? Auf jeden Fall, nicht ich, ich kann gut ohne auskommen. Aber Pandino, übertreibe bitte nicht. Wenn du übertreibst, musst du dann wieder in ein schwarzes Loch gucken.“
„Schwarze Löcher sind schrecklich, aber auch spannend. Sie lenkt mich davon ab.“
„Nein, Du lenkst dich von schwarzen Löchern ab. Sie müssen doch gefüllt werden und du guckst nur weg.“
„Nicht weg, sondern auf ein wunderschönes Lächeln. Es gibt doch gerade zu viele Abgründe drum herum. Ich würde gerne ein paar davon ignorieren.“
„Das ist kindisch.“
„Genauso kindisch, wie im Schrank mit Büchern zu sitzen. Du kannst doch mit anderen Störchen dort sprechen.“
 „Nein, ich bilde mich ja durch das Lesen aus. Ich bin beschäftigt. Außerdem ist mein Ukrainisch nicht gut genug, um mit ukrainischen Störchen zu sprechen. Und ich habe doch gesagt, dass ich nicht schmutzig werden möchte. Aus dem Fenster kommt viel Staub…“
„Damit haben wir das Gespräch begonnen… Aus dem Fenster kommt auch Luft…“
„Luft mit Staub. Dann ist es auch Zeit, Tschüss zu sagen. Ach so, mit deiner Liebe oder was auch immer das ist, bleibst du auch weiß und vermeidest den Staub des Lebens. Es ist auch ein schöner imaginärer Schrank, in dem du da sitzt!“
„Ich bin schwarz-weiß, hast du es vergessen? Du bist übrigens auch schwarz-weiß…und ein bisschen rot…“ - sagte Pandino mit Freude, als hätte er eine Entdeckung gemacht.
„Ich meinte metaphorisches Weiß. Aber stimmt, wir sind beide schwarz-weiß. So jetzt Schluss mit sinnlosen Gesprächen, ich möchte noch lesen. Tschüss Pandino!“
„Tschüss, schwarz-weißer staubfreier Storch!“






It’s been a long time since Pandino and Storch saw or spoke to each other. One evening Pandino felt lonely in his flat in Kyiv and called Storch. He was lucky to reach his best friend and they started their usual nonsense conversation in German.
“Lieber Storch, wie geht es dir dort im Dorf?“
„Gut, ich verstecke mich in einem Schrank, um mich vor Staub zu schützen. Ich bin gottseidank immer noch weiß und möchte sauber bleiben.“
„Woher kommt denn der Staub?“
„Aus dem Fenster, wenn man es öffnet.“
„Öffnet man oft Fenster?“
„Ständig. Sollte eine Explosion geben, gibt es dann mehr Chancen, dass sich die Druckwelle abschwächt, wenn die Luft durch das Fenster geht. Das geschlossene Fenster wird eher zersplittert.“
„Bei euch gibt es doch keinen Beschuss.“
„Ja, aber ich fühle mich mit halb geöffneten Fenstern sicherer.“
„Aber schmutziger, ne? Ist es nicht langweilig, so im Schrank zu sitzen?“ – fragte Pandino.
„Hier liegen einige Linotschkas Bücher. Und ich kann mich so besser konzentrieren.“ – antwortete Storch mit einem zufriedenen Lächeln.
„Es gibt doch so viele Bücher dort… Wie machst du dann? Liest du eine Seite aus jedem Buch? Jeweils einen Absatz? Einen Satz? Ein Wort?“ – überraschte sich Pandino.
„Pandino, frag keinen Blödsinn, du hast letztens zu viel Soziale Medien konsumiert. Schade, dass wir nicht mehr zusammenwohnen. Jetzt kannst du mit chaotischem Lesen nicht aufhören und niemand kontrolliert dich. Ich wusste es und hatte mein Bestes getan, damit du nicht beginnst, im Internet sinnlos zu wandern. Darf ich dich daran erinnern, dass man Bücher anders liest? In der Tat, ich lese ein paar Bücher parallel, je nach der Stimmung, aber nicht so wie du beschreibst. Ich kann doch nicht jeden Abend über das Leben in einem Konzentrationslager von Victor Frankl oder über die Kunst des Krieges von Niccolò Machiavelli, lesen. Manchmal möchte ich den Krieg vergessen und lese Proust. Liest du etwas gerade?“
„Du wirst also nie damit fertig. So liest du ewig über das Leben in einem Konzentrationslager von Victor Frankl oder über die Kunst des Krieges von Niccolò Machiavelli. Ich lese Françoise Sagan. Über Liebe, Meer und Zeitverschwendung. Ich habe es in Linotschkas neuer Wohnung gefunden. Ein Buch ihrer Freundin. Mich zieht nach Frankreich und zur Leichtigkeit des Seins. Gleichzeitig scheint das Leben von der Protagonistin irgendwie total sinnfrei. Krieg hat unser Leben von Sinn befreit und Krieg hat unserem Leben Sinn gegeben. Ich kann mir das Leben ohne Krieg nicht mehr vorstellen. Nach dem Krieg kommt wieder das ganze Drama zurück und das Unwichtige wird wichtig.“
„Wenn du dramatisierst, schon. Aber du weißt glücklicherweise nicht, was Krieg ist, lieber Pandino. Sag keinen Blödsinn bitte. Außerdem unterschätzt du deine Vorstellungskraft. Du hast Glück, dass du in Kyjiw lebst.“
„Warum habe Ich Glück?“
„Krieg ist Lotterie, auch an der Front.“
„Und du sitzt im Schrank… Hast du keine Angst, dass du die Verbindung zur Welt verlierst, wenn du so abgeschottet im Schrank mit Büchern sitzt?“
„Im Gegenteil, durch das Lesen entsteht und entfaltet sich diese Verbindung. Du sitzt genauso in deiner Wohnung und gehst wochenlang nicht heraus.“
„Stimmt, ich mag allein nachdenken. Aber letztens bin ich ein paar Mal jenseits der Haustür gewesen.“
„Wirklich? Ist diese Tänzerin, in die du verliebt bist, wieder in Kyjiw?“
„Ja“, sagte Pandino und strahlte vor Glück. „Sie hat mit ihren Freunden ein paar Tanzaufführungen organisiert, um Spenden für die Ukrainischen Streitkräfte zu sammeln. Ich habe ein paar davon besucht. Ihr Lächeln war wie immer so wunderschön!“
„Habe ich dir gesagt, dass du diese Liebe erfunden hast?“
„Es kann sein. Ich höre ja nicht alles, was du sagst. Aber ihr wunderschönes Lächeln habe ich doch nicht erfunden. Ich saß auch in der ersten Reihe und bei der letzten Aufführung guckte sie auf mich. Wirklich, sie schaute mir in die Augen. Davor war ihr Blick immer abwesend gewesen, ihre Gedanken schienen ganz weit weg zu sein, aber damals waren sie von mir höchstens ein paar Meter entfernt, also die Distanz zwischen der Bühne und der ersten Reihe. Sie erkennt mich schon!“ – erzählte Pandino mit Freude.
„Kein Wunder, wenn du „ein paar Aufführungen“ besucht hast. Das ist nett, aber bedeutet nichts. Das ist ihre Arbeit, auf Zuschauer*innen zu schauen.“
„Hm… Mich macht es aber so glücklich.“
„Ach Pandino! Du wirst dann wieder traurig, wenn sie wieder wegfährt…Und sowieso was soll das?“
„Sie ist schon weggefahren… Und ich bin nicht traurig. Bei der letzten Aufführung spürte ich komischerweise keine Traurigkeit. Aber am nächsten Tag kam das Gefühl der Leere. Jetzt habe ich mich wieder daran gewöhnt, dass sie nicht in Kyjiw ist. Sie kommt doch nach einigen Gastaufführungen im Ausland wieder nach Kyjiw, das ist das Schöne. Weißt du was? Genau, nachdem sie weggefahren ist, wurde es viel kälter draußen. Der Herbst ist gekommen.“
„Ein Zufall. In Kriegszeiten und im Herbst braucht man wahrscheinlich noch mehr Liebe, in welcher Form auch immer. Oder braucht man sie in allen Zeiten? Auf jeden Fall, nicht ich, ich kann gut ohne auskommen. Aber Pandino, übertreibe bitte nicht. Wenn du übertreibst, musst du dann wieder in ein schwarzes Loch gucken.“
„Schwarze Löcher sind schrecklich, aber auch spannend. Sie lenkt mich davon ab.“
„Nein, Du lenkst dich von schwarzen Löchern ab. Sie müssen doch gefüllt werden und du guckst nur weg.“
„Nicht weg, sondern auf ein wunderschönes Lächeln. Es gibt doch gerade zu viele Abgründe drum herum. Ich würde gerne ein paar davon ignorieren.“
„Das ist kindisch.“
„Genauso kindisch, wie im Schrank mit Büchern zu sitzen. Du kannst doch mit anderen Störchen dort sprechen.“
 „Nein, ich bilde mich ja durch das Lesen aus. Ich bin beschäftigt. Außerdem ist mein Ukrainisch nicht gut genug, um mit ukrainischen Störchen zu sprechen. Und ich habe doch gesagt, dass ich nicht schmutzig werden möchte. Aus dem Fenster kommt viel Staub…“
„Damit haben wir das Gespräch begonnen… Aus dem Fenster kommt auch Luft…“
„Luft mit Staub. Dann ist es auch Zeit, Tschüss zu sagen. Ach so, mit deiner Liebe oder was auch immer das ist, bleibst du auch weiß und vermeidest den Staub des Lebens. Es ist auch ein schöner imaginärer Schrank, in dem du da sitzt!“
„Ich bin schwarz-weiß, hast du es vergessen? Du bist übrigens auch schwarz-weiß…und ein bisschen rot…“ - sagte Pandino mit Freude, als hätte er eine Entdeckung gemacht.
„Ich meinte metaphorisches Weiß. Aber stimmt, wir sind beide schwarz-weiß. So jetzt Schluss mit sinnlosen Gesprächen, ich möchte noch lesen. Tschüss Pandino!“
„Tschüss, schwarz-weißer staubfreier Storch!“


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