domingo, 21 de agosto de 2011

Maldito mes

No, no estoy llamando “mes” al periodo menstrual como hacen algunos cursis y no, tampoco estoy en “esos días”. Es el mes de agosto, que me pone enferma. No me gusta cogerme ahora las vacaciones porque suelo preferir la tranquilidad, y si voy a algún sitio mejor que no esté petado de gente. Según ese razonamiento lo mejor en agosto es estar en la ciudad, pero ¿por qué todo el mundo que se queda tiene que venir todos los días a mi trabajo? ¿es el precio por trabajar en un servicio público, que según algunos es el chollo padre? además la gente estos días está especialmente pesada. Todos quieren que hagas lo que no puedes hacer, todos presumen que ellos son la excepción y los que merecen un trato especial, todos pretenden que les atiendas antes que a nadie aunque haya otras personas esperando su turno... “¡es que yo tengo prisa!” Po fale, ahora habrá que atender por prisas y no por turno, mira por donde. El otro día tuvimos una pequeña bronca con una señora que no paraba de gritar en rumano, y a la que al final terminé atendiendo de manera seca, cortante y hasta grosera, en un perfecto español que me parece que entendió sin ningún problema. En fin, un desastre.


Además, al ser agosto, los dos turnos trabajamos por la mañana y no me acostumbro a madrugar por obligación, no me acostumbro. A veces me levanto temprano aunque trabaje por las tardes, pero no es lo mismo. Me levanto, me preparo medio litro de té rojo Pu-Ehr, que eso da una energía que no veas, desayuno, me quedo leyendo un ratito y luego ya me pongo a funcionar. Vamos que, aunque me levante temprano, la hora y media que tardo en despertarme la paso tranquila, saludando al nuevo día y cogiendo el ritmillo poco a poco. Eso en el trabajo es imposible, y aunque parezca una chorrada lo estoy pasando francamente mal.


Y luego está el calor, el insoportable calor... ¡¡¡QUIERO QUEDARME A VIVIR EN LA PISCINA!!!! y sí, lo sé, soy muy afortunada por tener piscina en casa (“calidad de vida“ que dice mi ex) tan afortunada que no tengo derecho a pedir más, pero sí pido más: ¡¡¡¡QUE PARE YA ESTE MALDITO CALOR!!!!! Me aplatana, me agobia, me da dolor de piernas, me da hambre, me pone de mal humor, me quita las ganas de hacer cosas. Vengo de trabajar agotada mentalmente y me quedo frita por las tardes, no tengo fuerzas ni para leer. Por supuesto no he estudiado una sola línea en este mes, menos mal que el cuatrimestre que me dejé para septiembre lo llevo bastante bien y me da tiempo de mirarlo todo, que si no me hacía el harakiri YA.


En fin, para que veáis que no es nada nuevo en mí, os dejo este poema, que escribí como su título bien indica en

AGOSTO 1994

Agosto,
el fin que se desliza sin mirar
sin siquiera detenerse a pensar en nada.
Abrasando las entrañas de los cuerpos
el siniestro mes reaparece
año a año
vida a vida
eterno ciclo de dolor y miserias
de muerte y podredumbre en las calles.

Agosto en la ciudad
y la soledad se ensaña con los que nos quedamos,
con los que el viento húmedo golpea
sin piedad,
desde el fresco mar que disfrutan otros.

Agosto nos exprime y nos desangra
se queda con la última gota de nuestro aliento.
El azul del cielo,
en agosto,
también nos abandona
y deja paso al rojo incandescente de la ausencia.

Pero esta vez,
agosto,
1994,
va a ser distinto
porque ya no existe un viento capaz de engañar
a este triste habitante del asfalto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario