sábado, 14 de enero de 2012

Poca vergüenza

Poca vergüenza tengo, muy poca, por haber estado tanto tiempo sin escribir en el blog. Ahí va la excusa: he pasado un pequeño bache personal y de salud, y francamente, no tenía ganas de nada. Pero ya semisuperado vuelvo a la carga, y vuelvo con uno de mis temas favoritos: la Ley Antitabaco.

 
Para empezar debo felicitar a Rajoy por su hábil maniobra en plena campaña electoral, poco honrada pero muy política y eficaz: INSINUAR que quizá haría unas modificaciones en una ley que evidentemente no pensaba modificar. Captó votos de los acérrimos fumadores convencidos, que ahora están cabreadísimos, pero que dentro de cuatro años evidentemente no se acordarán de nada. Eso sí, nos asustó un poco a los “antis” que temimos ese castastrófico paso atrás que hubiera sido suavizar la Ley Antitabaco. Afortunadamente, ha primado el sentido común y eso no ha sucedido ni va a suceder. Si alguna vez se modifica esta ley, será para endurecerla más aún: para prohibir el consumo de tabaco en cualquier espacio público, para restringir su venta y/o para finalmente ilegalizarlo como la droga dura y peligrosa que es. Espero con ansia estos acontecimientos.
 
 
Durante el año 2011, unas 600.000 personas han dejado de fumar, han disminuido los ingresos hospitalarios por enfermedades cardiovasculares y otras asociadas al consumo de tabaco, y MUY IMPORTANTE y significativo: los ingresos por asma infantil se han reducido en un 15%. ¿Y qué tiene que ver el asma infantil con el tabaco, si evidentemente los niños que padecen asma no fuman? Pues tiene que ver una de las razones más importantes para que los gobiernos endurezcan las leyes antitabaco: esos niños han estado en general menos expuestos al humo del tabaco, para ellos especialmente tóxico y letal, tanto en ambientes públicos como en sus propios hogares. Los padres fumadores y bienintencionados que fuman, pero no lo hacen jamás delante de sus niños, ya pueden ir (lo siento) desengañándose: el humo, llamado de tercera mano, les llega a sus hijos a través de su ropa, su cabello y sus exhalaciones. Por eso muchos padres, aunque asuman los problemas de salud propios asociados al tabaco, dejan de fumar cuando sus retoños presentan algún episodio de problemas respiratorios. Y hacen bien.
 
 
Lo único que no se ha producido durante este año pasado, ha sido la catástrofe económica, el hundimiento total de la hostelería y el turismo que predecían las organizaciones de fumadores, algunas de ellas, atrevidos, con el apellido de “tolerantes”. Manda güevos. Pues, se siente, va a ser que no. Las afiliaciones a la seguridad social en el sector hostelero han aumentado con respecto a 2010, y en cuanto a los turistas, que presuntamente huirían en masa de España al no poder encender sus cigarros en ningún bar íbero, 2011 ha sido un año de récord. ¿A ningún “tolerante” se le ocurrió pensar que en sus países la prohibición es aún más estricta? La nicotina y el alquitrán que fuman deben estar haciendo mella en sus neuronas..... Puede que el asador de Guadalmina esté en quiebra, pero esto posiblemente sea debido más a la desatención de su propietario, que se dedica a molestar a las autoridades con sus pajas mentales y a escribir cartitas de desaliento y desesperación a sus veintitrés socios, que a la prohibición de fumar en él. El resto de la hostelería sigue funcionando con normalidad y sin humo. Y así debe ser.


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