lunes, 6 de agosto de 2012

En Berlin, en Berlin, viajera de postin (II)

LA ILUSTRE DAMA

Hoy tenia una cita con la Dama mas ilustre de la ciudad, y ha cambiado de domicilio! Estan locos estos teutones. Total, que despues de recorrerme dos lineas de metro para ir a la otra punta, va y resulta que el Museo Egipcio me lo habian traido hace anyos al Mitte, al barrio donde esta mi hotel. Y eso que por tercera vez en dos dias, un amable senyor me ha visto salir del metro con la guia de Berlin en la mano y me ha indicado fuera de toda duda donde estaba el Museo. Se ve que el tampoco lo visitaba desde hace anyos, lo que pasa cuando tienes las cosas al lado. Bueno, no hay mal que por bien no venga, tengo tiempo de sobra para ver a mi Ilustre Dama en el dia de hoy, no cierra hasta las seis; he visto ya el Museo de Arte Moderno y ahora estoy tomando un pincho y una cerveza en  el Duckstein Festival, que es una especie de mercadillo al aire libre al lado del Museo, con musica alemana en directo y una cantante de lo mas sosa. Dos preguntas para hoy:

1- por que la cerveza en Alemania sabe distinta y no emborracha tanto?
2- por que siempre hay espanyoles gritando por todas partes, especialmente a mi lado? Asi no se puede ser racista! Voy a tener que volverme sueca.

Bueno, pues al final casi no veo a la ilustre. He conseguido llegar al Neuen Museum hecha una sopa, porque se ha puesto a llover a cantaros, y finalmente he entrado. Y me encuentro la tercera pregunta fundamental del dia:

3- por que hay padres gilipollas que llevan a sus bebes a los museos? A ver, padres gilipollas, los bebes lloran, gritan y berrean; los ninyos de 3 o 4 anyos ademas corren desenfrenadamente y tocan TODO lo que este a su alrededor, aunque sea un jarron del siglo V antes de Cristo. Eso puede molestar a otras personas, se que lo sabeis y que os importa un pito, pero LOS NINYOS SE ABURREN COMO OSTRAS!!!!!! Venga ya, hombre, hacedlo por vuestros hijos, que vayan al Museo cuando sean mayores y tengan algun interes por lo que van a ver.

Bueno, pues el Museo es tan enorme y yo me paro a verlo todo tan meticulosamente, que diez minutos antes de que cierren aun no la he visto. Me toca preguntar a un conserje y subir corriendo. Esta sola en una habitacion, dentro de una urna de cristal y rodeada de 15 o 20 personas, todas en silencio. Estremece verla, ya de lejos estremece. Que clase de persona debio ser para que solo su imagen sea capaz de conmover de esa manera. Que escultor tan enamorado y magnifico debio realizarla para que tantos siglos despues parezca que puedes acariciar su piel y besar sus labios. No te mira, solo tiene un ojo y es postizo, pero te siente y la sientes. Las caras de quienes la miramos lo dicen todo. Sabemos que estuvo ahi y algo queda. Por algo fue Reina y fue Diosa. Por algo fue Nefertiti, la esposa del Dios Akenaton.

Por cierto, al bajar del tranvia para dirigirme a mi cita con la ilustre he tenido el placer de dar un rodeo y empaparme de lluvia berlinesa frente a la fachada del teatro mas bello del mundo. Momento romantico, en el sentido aleman de la palabra, que debo a la gentileza del adorable actor aleman Andreas Pietschman. Si no fuera por el, habria pasado por la puerta sin saber que se trataba del teatro Maxim Gorki. Y me habria mojado con igual placer, pero con menos sabiduria ;-) Danke schön, Andreas.


LA FABRICA DE PIANOS

Acompanyo a Dani, Raulito, Juan Carlos y Jose a un koncert de piano, y pese a que Dani me advirtio, no puedo evitar sentirme impresionada, jamas he visto nada igual!! El Christophori es el taller de un luthier ubicado en una nave industrial, lleno de viejos pianos a medio arreglar, con olor a madera y a barniz. En medio, un piano que suena, y que estan afinando en este momento; alrededor sillas, en cuatro de ellas un papelito con el nombre de Dani que habia hecho una reserva. No se cobra entrada, y ademas hay barra libre de agua, cerveza y vino. Yo cada vez flipo mas. Es como quedar en casa de unos amigos para oir a alguien tocar el piano. Bueno, realmente ES quedar en casa de unos amigos para oir a alguien tocar el piano. Me apalanco en un viejo sillon cubierto con una especie de mantel, me quito los zapatos, me sirvo un vaso de agua mineral, cierro los ojos y disfruto de la sonata para piano 32 de Beethoven (nada mas y nada menos). Entre esta y el concierto para piano opus 83 de Brahms hay un pequenyo descanso que la gente aprovecha para servirse mas bebida, charlar y estirar las piernas. El sonido es menos reverberante, menos "estudiado" que en una sala de conciertos convencional, tipo "El Palau", pero gana en franqueza. El piano suena limpio, sencillo, amigo. A la vez suena a piano antiguo, a piano sin esa exhuberancia de los pianos jovenes, pero con la serenidad y la honradez que dan los anyos vividos, los golpes y las arrugas. Con la mirada y el sonido limpios. Los pianos son muy parecidos a veces a las personas.

El organizador de todo este tinglado es un chavalote ario, de casi dos metros, guapeton, vestido de manera muy informal (como sus pianos), que a la salida nos despide y a quien no me resisto a felicitar. Le doy la mano y la enhorabuena, le digo que soy espanyola y el hombre me sonrie y me dice "bienvenida". Yo tambien le sonrio y no me da tiempo a decirle que el martes volvere a escuchar otro concierto para cello y piano.

Antes de salir se nos pide una aportacion voluntaria para colaborar con los gastos del local. Muchos, incluida yo, damos mas dinero del que habriamos pagado por una entrada a un concierto asi en Espanya. Pero, queridos lectores, esto es Alemania, esto es Berlin.

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