jueves, 20 de noviembre de 2014

El mío es el Tibet

Ale, pues venga, ya somos modernos y nos hemos unido a la moda europea de reconocer palestina como un estado libre, sin exigirles antes que dejen de matar ni nada, ¿para qué, qué más da? Aquí a modernos y a solidarios no nos gana nadie.

Bueno, pues yo ahora quiero exigir el reconocimiento del Tibet como Estado.
El Dalai Lama, líder espiritual budista.
Resulta que el Tibet sí fue un estado independiente, desde tiempos milenarios hasta 1959. El Tibet, aislado del mundo en medio del Himalaya, tenía lengua y cultura propias, bandera, religión, templos, estructura política, todo ello con miles de años de tradición. Resulta que en 1959 fue no sólo ocupado, sino invadido militarmente y devastado por el ejército de la China comunista, que obligó a sus habitantes, los tibetanos que llevaban siglos allí, a irse al exilio o a quedarse en sus tierras bajo gobierno chino, renunciando a su religión y adaptándose la la cultura china en detrimento de la tibetana, la suya propia. La injusticia y la humillación más tremenda que tuvo que sufrir jamás un pueblo.

Pero claro, había algunos factores de importancia:
  1. El invasor era una gran potencia comunista
  2. En el Tibet no hay petróleo
  3. Los pacíficos tibetanos no se dedicaron a matar inocentes para defender su causa, que es la manera más imbécil y cruel de defender una causa, pero parece ser que funciona, porque mira a los “palestinos” si les está yendo bien…

Y claro, bajo esos tres preceptos la cosa cambia. La reacción inmediata de las grandes potencias políticas, de los solidarios, de los luchadores por las causas justas, de los oenegistas, de los izquierdistas del pueblo de toda la vida, fue….¡¡¡TACHÁÁÁÁNNNN! Quedarse callados como putas, y así llevan más de sesenta años. Los únicos no tibetanos que han abierto la boca al respecto, que yo sepa, fueron en su día los Mecano, con su preciosa canción “Aidalai”.


Por otro lado, Palestina empezó a ser tal cuando los romanos la conquistaron, la convirtieron en provincia romana y la denominaron así. Pero eso fue en la época del Imperio Romano, unos 3000 años después de que en esas tierras hubiera nacido y crecido la religión judía, la más antigua de las tres principales monoteístas (judaísmo, cristianismo, islam). También bajo el Imperio Romano nació, vivió y murió Jesucristo, y cuando siglos después se inventó el cristianismo, también esos lugares fueron considerados santos para la nueva religión, puesto que Jesucristo había protagonizado los momentos más importantes de su vida y de su muerte, en ellos. Y luego en el siglo VI, unos 500 años después de la muerte de Cristo nació Mahoma en La Meca, y se inventó el islam y tanto él como sus esbirros se dedicaron a expandirlo a golpe de cimitarra mientras el profeta escribía el Corán, una especie de blog a la antigua donde justificaba todas las atrocidades que cometía, e instaba a sus seguidores a imitarle. Y así llegaron a lo que hoy es Oriente Medio y conquistaron la antigua región de Palestina, donde se acabó lo que se daba. Mientras cristianos y judíos habían logrado convivir relativamente en paz durante siglos, el ejército musulmán muy en su línea decapitó, violó, expolió, incendió, arrasó… y se quedó.
Luego llegaron las cruzadas, y los refortalecidos cristianos intentaron reconquistar su Tierra Santa, pero aunque hicieron algo de pupa, a la larga no pudieron con el feroz criminal Saladino y la cosa quedó en un batiburrillo de pueblos, etnias y religiones viviendo en la tierra de las antiguas tribus de Israel y dándose de leches cada dos por tres. Y muchos judíos tuvieron que irse de su tierra por esta situación y acabaron expandiéndose por Europa y América, lo que se conoce como diáspora, y luego todo el mundo les puteó a base de bien en las dos guerras mundiales, especialmente en la segunda, cuando los nazis y sus incondicionales amiguitos musulmanes se propusieron exterminarlos. Por suerte los nazis perdieron la guerra, aunque sus incondicionales amiguitos musulmanes salieron bien parados contándole al mundo aquello de que “nosotros también somos víctimas” y “no les ajuntábamos tanto” y “la nuestra es la religión de la paz” y en fin, todas esas cosas a las que ya nos tienen más que acostumbrados.

De la manita, tales para cuales...
Y entonces, los que habían ganado la guerra decidieron, con muy buen criterio, restituir a los judíos sus tierras, las de toda la vida y resarcirles en parte de todo el daño que habían sufrido en la guerra en la que estuvieron a punto de ser exterminados. Y como no podía ser perfecto, aunque la intención era muy buena, en el paso siguiente empezaron las cosas a torcerse. En vez de coger todo el territorio de la antigua Palestina y crear ahí un estado judío, permitiendo a la gente de otras etnias y religiones que ya vivían ahí quedarse en sus casas, pues como veían que con los musulmanes estaría complicado y no querían enviarlos a alguno de los más de sesenta estados islámicos que ya existían, decidieron dividir el territorio en dos estados, uno árabe y uno judío. Que aunque a mi parecer era injusto con los judíos, pues bueno, tampoco era tan mala solución, y así se hizo. Los judíos aceptaron encantados tener un estado propio y no pusieron problema a que en parte de la antigua Palestina se constituyera otro estado árabe-islámico, uno más. También se comprometieron a aceptar y mantener las distintas religiones que existían en el que ya era su territorio, incluida la islámica, y a dar la ciudadanía israelí de pleno derecho a todos los que vivían allí fuera cual fuera su religión. Hasta ahí fantástico. Y ahora llega el sorpresón: ¡¡¡los árabes no aceptaron!!!! Ellos no querían un estado, ellos querían todo el territorio que había sido judío hasta que ellos lo invadieron, que según la resolución de la ONU ya constituía el Estado de Israel y que cómo no, consideraban suyo de pleno derecho porque habían edificado cuatro mezquitas, como si no hubiera templos judíos, sinagogas e iglesias cristianas miles de años más antiguas. No. Mío, mío y mío, como los niños pequeños. Además y por supuesto, seguían queriendo exterminar a los judíos, como decía el gran Muftí de Jerusalén “Alá nos ha concedido a los musulmanes el don de terminar lo que Hitler empezó”.

Así que bueno, con esas condiciones la ONU más o menos los mandó a la mierda y el 14 de mayo de 1948 quedó oficialmente constituido el Estado Judío de Israel. El 15 de mayo de 1948, es decir, al día siguiente, los árabes  ya habían convencido a cinco países vecinos (Líbano, Siria, Irak, Egipto y Jordania) para invadir Israel, y ya estaban en ello. Primer incumplimiento flagrante de una resolución de la ONU, con el objeto de destruir un país y exterminar a su población, los mismos tipejos que años después acusarían a gritos a Israel de terrorista y de no obedecer a la ONU cuando construyó un muro, cuando construye casas para su gente en territorio vacío que no es de nadie. Coherencia ante todo.

Y en fin, por no extenderme mucho diré que Israel en diez días creó su propio ejército y en unos meses había ganado la guerra, y entonces dijo “ahora os jodéis, no haber empezado” y se anexionó más territorio del que en principio le había sido asignado por la ONU, que no tuvo más remedio que callar y envainársela.

Y aquí me permito citar un comentario de Leon Chattah, un usuario de Facebook a quien ya considero amigo:

“No es territorio ocupado, es territorio ganado a 5 países árabes que hicieron una incursión que creyeron era un picnic y PERDIERON. No se juega como los chicos que después se devuelven las bolitas... Jugaron a tirar a los Judíos al mar y perdieron. Yo les repetiría como la sabia madre de Al Sheik llorando la perdida de Andalucía, llorando mirándola desde Africa, "no llores como mujer, lo que no supiste defender como hombre" (perdón a los/las feministas). Samaria y Judea pertenecen al Estado Judío de Israel. PUNTO.”

Y eso fue en 1949 y así seguimos, los árabes empiezan una guerra, Israel la gana y otra vez y otra vez, y los tíos no aprenden…. eso sí, en cuanto perdieron la guerra de 1948 se autoproclamaron “pueblo oprimido” y empezaron a llamarse “palestinos” como si los judíos no lo fueran también, como si hasta entonces hubieran estado viviendo en Singapur en vez de en Palestina. Y ya que militarmente los nuevos “palestinos” eran (y son, y serán) incapaces de hacer la "o" con un canuto, pues se dedicaron al terrorismo que se les da mejor y de paso no tienen que dar cuentas a la ONU ni a la Convención de Ginebra ni a nadie, porque como ellos no son un ejército de un país, pues técnicamente no pueden cometer crímenes de guerra, así que a matar niños sin contemplaciones y sin que nadie les diga ni "mu". También por supuesto, empezó la operación lloriqueo, enarbolando su condición de pueblo oprimido y exigiendo a todo aquel que quisiera oírles su derecho a tener un estado propio, ese estado que no tenían la menor intención de crear hasta que no les dieran, ya que ellos no eran capaces de cogerlo por las armas, todo el territorio de Israel. Como es fácil de entender, los israelíes no estaban por la labor… y hasta hoy.

Y hoy queridos, nos hemos desayunado con un atentado en una sinagoga de Jerusalén, cinco muertos y ocho heridos, y nos hemos ido a cenar con la noticia de que el Parlamento Español, que se ve que no tiene otra cosa que hacer, ha votado a favor del reconocimiento del Estado Palestino. Y yo es que flipo. Qué pasa, ¿no se os ha ocurrido antes exigirles que dejen de matar como hacíais con ETA? ¿es que estos son más guapos? Aquí a modernos no nos gana nadie, y como la moda ya la han establecido Suecia, Francia e Inglaterra, pues ale, España detrás como borreguitos. Y nadie se da cuenta de que mientras no sean los propios “palestinos” quienes reconozcan su estado y se dediquen a hacer de los pocos terrenos que les quedan algo útil, es lo mismo reconocer el Estado de Palestina que el Reino de Narnia. O sea, una estupidez supina.

Así que nada, yo he decidido que para pueblo oprimido e injustamente tratado por la historia, ahí está el Tibet. Mientras los palestinos árabes ponen bombas, el Dalai Lama vive exiliado en la India y va por el mundo proclamando su mensaje de paz; mientras el islam insta a matar a los no musulmanes allá donde se les encuentre, el budismo, la religión tibetana, prohíbe matar a otro ser humano bajo cualquier circunstancia; mientras los musulmanes de la franja de Gaza y el West Bank educan a sus hijos en el odio y la obligación de matar judíos, los tibetanos educan a los suyos en la paz y el amor a la humanidad. Así que yo lo tengo, claro, prefiero mil veces utilizar mis escasas fuerzas en defender a los tibetanos. 
Sus vidas sólo importan si los "mata" Israel...
Pero a quien no le caigan bien los tibetanos, tiene más opciones, ¿qué tal exigir un kurdistán para los kurdos? ¿qué tal exigir a Rusia que devuelva Crimea a los ucranianos? ¿qué tal exigir a la ONU que intervenga YA y termine con las sangrientas dictaduras que asolan muchos países del África negra? y no sigo porque no pararía, será que no hay gente oprimida en el mundo. Pero yo tengo muy claro lo que ha pasado en España… y lo que ha pasado ni más ni menos es que nos hemos vuelto a bajar los pantalones frente al terrorismo. Lo cual por una parte me parece muy injusto con la gente que lucha por su causa sin matar a nadie (por ejemplo los tibetanos) y por otra parte me parece un error catastrófico, porque eso no hace que el terrorismo disminuya, al revés, hace que se envalentonen y crean que pueden conseguirlo todo matando a gente inocente. Y nosotros como tontos, poniéndoles la alfombra roja y pensando que a nosotros no nos van a matar porque hemos reconocido en nuestro Parlamento su estado inexistente. De verdad, SOMOS TONTOS.

Y respecto al estado inexistente, me gustaría citar también un estupendo artículo de Beatriz Becerra, diputada al Parlamento Europeo por UPyD, pero como no tiene desperdicio, en vez de citar partes sueltas, pongo el link:

http://www.huffingtonpost.es/beatriz-becerra/es-palestina-un-estado-qu_b_6167516.html

Y muchas cosas más que decir al respecto, pero estoy cansada. De escribir, de vivir en un país de cuyo Parlamento me avergüenzo, de repetir siempre lo mismo, de que la gente no se dé cuenta de la bomba de relojería que estamos creando, de que la culpa de todo siempre la tenga Israel, de que los políticos que pago con mi dinero pierdan el tiempo votando gilipolleces… muy cansada de todo ando últimamente.

Voy a terminar con una anécdota:

hace unos días, en una localidad del corazón de Texas, la comunidad musulmana adquirió un terreno para construir una mezquita. Junto a ese terreno hay una granja, un negocio familiar donde desde hace más de 200 años se crían animales, y esos animales son….¡¡¡cerdos!!! Bueno, pues el piadoso musulmán que había comprado el terreno se acercó un día al granjero texano, y muy condesdenciente él, le informó de la situación y le dio dos opciones: o criar otros animales que no sean considerados impuros por el islam, o marcharse a otra parte, puesto que allí se iba a construir una mezquita y una mezquita no puede estar al lado de una granja de cerdos. El granjero texano, muy parsimonioso él, se ajustó su sombrero, se cargó al hombro su escopeta y parece ser que le dijo al musulmán algo así como: “mi familia lleva aquí doscientos años y yo toda mi vida, siempre hemos criado cerdos y lo vamos a seguir haciendo. Pero con los de la granja tenemos bastante, así que construye lo que te dé la gana, pero no vuelvas a aparecer por aquí porque te meto un tiro y esta noche me hago un jamón con tus patas”. Desde entonces el granjero, todos los viernes (día sagrado y dedicado a la oración para los musulmanes), organiza en su granja carreras de cerdos con apuestas incluidas, y a los cerdos participantes les pone nombres árabes, de manera que los asistentes puedan corear sus nombres y animar a los favoritos: ¡¡¡corre Rashid!!! ¡¡¡venga Mohamed, que tú puedes!!! ¡¡¡remonta Mustafá, remonta!!! y así. Más brutos que un arado, pero con dos cojones estos granjeros de Texas.

Y ahora sí que acabo de verdad, aquí os dejo una foto relacionada con la anécdota anterior:
Es un cartel destinado a los musulmanes que entran en Texas desde México, y dice así:

¡Bienvenidos a Texas!
No te metas con Texas
Nuestros ciudadanos poseen armas legalmente
Si matas a alguien, te mataremos a ti
Nos gustan los tiroteos, es una tradición texana
Tenemos 120 prisiones, disfruta de tu estancia

Lo dicho, más brutos que un arado, pero con dos cojones, estos Texanos.


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