lunes, 6 de julio de 2015

Maniquíes

Las llamo maniquíes porque me niego a llamarlas modelos. Para mí, un modelo es algo o alguien a imitar, y sinceramente el hecho de ser alta, guapa, joven y delgadísima no lo considero meritorio ni digno de ser imitado, por muy deseable y deseado que sea en nuestra sociedad.


Me parece muy bien que existan las maniquíes, entendidas como señoras que se dedican profesionalmente a ponerse ropa encima para que otras personas vean esa ropa en movimiento y se interesen en comprarla. Hasta ahí perfecto, una profesión tan digna como otra cualquiera. Me parece menos bien que alguna de esas señoras gane una cantidad escandalosa de dinero por día de trabajo, pero tampoco tengo mucho que objetar. Es la ley de la oferta y la demanda. Si les pagan ese dinero, ellas lo cogen como es normal, y me consuela pensar que, puesto que no suelo comprar la ropa que se ponen ni los productos que anuncian, de mí no sacan un solo céntimo. Ahora bien, lo que me indigna, lo que me saca de mis casillas es que estas señoras representen un ideal de belleza completamente artificial, postizo, inalcanzable y en muchos casos ni siquiera bello, porque hay que ver a alguna que otra “top” al natural sin maquillaje ni photoshop, hay que verla. Un ideal de belleza establecido por criterios de marketing y sustentado por una industria de hombres a quienes no les gustan las mujeres. 

¿Belleza ideal? ¿En qué universo?
Un falso ideal de belleza debido al cual hay niñas matándose de hambre mientras crecen convencidas de que nunca serán bellas porque nunca serán altas, ni delgadas, porque no se ven guapas y porque pronto dejarán de ser jóvenes. ¡¡¡MENTIRA!!! La belleza no tiene nada que ver con las medidas ¡¡¡venga ya!!! La belleza es una cuestión de armonía, de equilibrio, de emanar buenas sensaciones y sobre todo de los ojos del que mira. Y sí, es más que recomendable esforzarse por llevar una vida saludable, por cuidar nuestro cuerpo y nuestro espíritu, por sentirnos a gusto con nosotros mismos; pero esforzarse en que el cuerpo de uno tenga a toda costa unas medidas que no son acordes a su propia naturaleza es de locos además de insano y peligroso. Aún así somos incitados a ello por el bombardeo de mensajes que recibimos a todas horas, desde que abrimos los ojos.


No hay más que ponerse a leer una de esas revistas llamadas “femeninas”, que ya hablaremos de eso, de lo que se consideran temas “femeninos” que habría mucho para hablar. Abres como digo una de esas revistas y puedes ver sus anuncios a todo color protagonizados por famosas, guapas y ricas top models, veinteañeras la mayoría, con sus morritos y poses de mujer fatal. Pasas la página y ves un reportaje sobre una de las plagas de nuestro siglo, la anorexia. Mediocre pero acertado, muestra a jovencitas casi niñas, delgadas hasta la extenuación, prácticamente piel sobre huesos que se ven gordas y no quieren comer porque no quieren engordar, aunque les harían falta unos veinte kilos para alcanzar un peso saludable. Vuelves a pasar la página y aquí tenemos la dieta del verano, con la que podemos eliminar esos kilitos que según el redactor de la revista nos sobran, y lucir bikini en cuanto llegue la ocasión. Pierde 7 kilos en una semana a base de fruta. O pierde 4 kilos en un día a base de semillas del Himalaya. O pierde 20 kilos en diez minutos con alguna pastilla milagrosa, ya puestos a dietas absurdas ¡qué más da! Y sí, podemos ignorar toda esa esquizofrenia, no leer revistas “femeninas”, no conectarnos a internet, ir por la calle con los ojos cerrados para no ver publicidad, y ya de paso no hablar con nadie e irnos a vivir a una isla desierta, porque les hagamos caso o no, esos malditos mensajes están POR TODAS PARTES. En la práctica, es imposible pasar un solo día de tu vida sin que algo o alguien te recuerde  que estás gorda, lo estés o no lo estés.

Y son mensajes equivocados, muy equivocados. Las modelos femeninas que deberían salir en las revistas son aquellas mujeres que son dignas de seguir sus pasos, que han hecho algo en la vida que merezca la pena imitar. Son grandes mujeres de la historia. Son Madame Curie, Hipatia de Alejandría, Valentina Tereshkova, Golda Meir, las sufragistas que con gran esfuerzo consiguieron el voto femenino, Cleopatra VII, María Elena Maseras… esta última, quizá la menos conocida de las que cito, fue la primera mujer que se matriculó en España en una facultad de medicina, en el año 1872, y que por si eso no fuera suficiente gesta, consiguió terminar sus estudios y ejercer la medicina y la pedagogía.


Las modelos femeninas son grandes escritoras y artistas, gracias a cuyas obras nos hemos apasionado alguna vez. Son Oriana Fallaci, Alma Mahler, Marguerite Yourcenaur, las hermanas Brönte, Frida Kahlo, Jane Austen, Anne Sophie Mutter, la maravillosa Anne Frank, Fanny Mendelssohn, Mary Renault, María Callas, Simone de Beauvoir, Erica Jong, Daphne du Maurier, Clara Schumann, Emilia Pardo Bazán. Son modelos femeninas Ayaan Hirsi, Brigitte Gabriel y Malala, mujeres que se juegan la vida todos los días hablando en contra del fanatismo religioso y de la opresión hacia las mujeres que supone. Son modelos las deportistas olímpicas, las que demuestran cada día que las diferencias entre hombres y mujeres, incluso físicas, son mucho menores de lo que podríamos pensar.

Oriana Fallaci en Vietnam
Modelos femeninas, y acercándonos un poco a la vida cotidiana de la que suscribe, fueron mis abuelas. Ambas vivieron la guerra civil y la posguerra; ambas sin medios y sin ayuda sacaron adelante a sus familias con todo su amor y esfuerzo, y consiguieron que sus hijos pudieran darnos a nosotros la vida que ellas jamás tuvieron. Modelos son mis primas, todas con una carrera profesional (o dos), carreras todavía muy “masculinas” en un mundo de hombres pero ahí están ellas, trabajando día a día y haciendo malabarismos para conciliar la vida familiar y profesional, para poder criar a sus hijos sin tener que renunciar a ser mujeres con una profesión. Y por cierto, permítanme un par de líneas de pasión familiar: en cuanto a belleza física cualquiera de mis primas, ingenieras y médicos todas ellas, le da veinte vueltas a las supertops presuntamente super tías buenas que ponen morritos en los anuncios de colonia y cobran medio millón de euros por levantarse de la cama y pestañear. Me la juego con quien se la quiera jugar.

Así que, queridos y queridas, especialmente queridas, especialmente aquellas que todavía sois muy jóvenes, especialmente mis cuatro sobrinas y mi nieta: que nadie os engañe. Las modelos están en la ciencia, en la literatura, en la investigación, en el arte, en el deporte, en la historia, en la política, en vuestra familia, en la VIDA. No vais a encontrar modelos en las pasarelas, ni en las revistas del corazón, ni en una discoteca madrileña zumbándose a un futbolista. Ésas son las maniquíes, no las modelos.

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