lunes, 16 de mayo de 2016

Pinceladas eurovisivas

Vamos a hacer un descansito en el relato del viaje a Israel y a hablar un poco del Festival de Eurovisión, que hace mucho que no hablamos. Un año o así.

El cañonazo 2016 sin ninguna duda es el húngaro Freddie. Lavirgen cómo está. Eso sí, encima del escenario va y resulta que es el tío más soso del planeta, no es ninguna maravilla cantando y se mueve como un elefante en una cristalería. Nos habíamos acostumbrado a los macizos tipo Sakis Rouvas y este chico… lo intenta, pero no. Vamos que no, ni de coña.

Freddie el húngaro, que se vea bien
Por cierto, hablando de macizos, hay un curioso fenómeno eurovisivo que me gustaría estudiar con más detalle desde el punto de vista psicológico, me planteo seriamente que sea el tema de mi futura tesis doctoral. No, los macizos no, el hecho de que en cada Festival hay siempre varios clones del ganador anterior. El año pasado se alzó con el triunfo Mans Zemerlow, así que este año hemos visto a porrillo solistas masculinos con look buenorro y canción pegadiza acompañada de proyecciones incluidas en la coreografía, aunque estadísticamente es más probable que gane algo totalmente diferente a lo del año anterior, como así ha sido. Voy a darle vueltas un poco, que al final me sale sola la tesis.

El premio al vestido más original y psicodélico va sin duda para la intérprete búlgara. Enhorabuena, chata.

La cantante búlgara
TVE para variar se ha lucido bien, muy en su estilo. Vayamos por partes:
  1. Esto no es nuevo ni es exclusivo de Eurovisión, pero los comentaristas españoles pronuncian de pena cualquier nombre que no sea español, y claro, en Eurovisión hay alguno que otro como era de esperar. Entre éstos y la comentarista de gimnasia-patinaje, hartita me tienen.
  2. Han hecho lo imposible. ¿Se acuerdan ustedes del anuncio de aquella bebida de cacao que “no se disuelve instantáneamente sino ¡mucho antes!” Pues los dos comentaristas del Festival han inventado la traducción no simultánea, sino ¡mucho antes! Daba gusto, oye, oírles traducir lo que decían los presentadores antes de que lo dijeran, y no fue una vez ni dos ni tres. La mare que va. Por otra parte los pobres suecos se curraron un montón de chistes, anécdotas y dobles sentidos que fueron totalmente aniquilados por los comentaristas españoles a base de ignorarlos o de traducirlos mal. Recomiendo fervientemente volver a ver el Festival sin comentarios, está en Youtube y vale la pena. https://www.youtube.com/watch?v=no1v1-2HZ6g
  3. Y el colmo de los colmos, meter con calzador el telecupón y privarnos del magnífico espectáculo del intermedio qué sólo pudo verse, o más bien intuirse, en un encuadre diminuto y sin sonido. Era más importante hacer publicidad de series y películas que próximamente emitirá nuestra televisión pública, a ver si nos las vamos a perder.

Mis canciones favoritas eran Australia, Austria, República Checa, Israel, Croacia e Italia, por ese orden. Por la que ganó no daba ni un duro y por la española tampoco, aunque he de reconocer que ambas intérpretes lo hicieron genial cada una en su estilo, lo que no me gustaba eran las canciones, ni la una ni la otra.

Y llegamos al polaco, que no se comió un torrao pero está dando que hablar a base de bien y por varias razones. La primera es “¿a quién me recuerda este chico? ¿a quién me recuerda?” Claro, al final caí, y hoy me encuentro esto en internet. No fui la única por lo visto ;-)


En su presentación lo más bonito que dijeron de él es que nunca había estudiado música. Ya estamos. Me fastidia que tenga la oportunidad de hacer música ante 150 millones de personas alguien que no ha estudiado música, con lo que nos ha costado y nos cuesta a quienes sí lo hacemos, pero lo que ya me revienta es que encima presuma de ello. Esa historia de que ser “músico de oído” siempre parezca ser más meritorio que 15 años de carrera me repatea, de verdad. Pese a ello he de reconocer que hay gente que tiene un don, que sin saber lo que es una clave de sol se ponen a hacer música y te dejan con la boca abierta. Me rindo ante esos talentos, me quito el sombrero y me pongo de rodillas frente a esa gente, que existe pese a ser el 0,01% de quienes dicen serlo. Y nuestro amigo polaco pertenece sin duda al 99,99% restante. Joer cómo desafinaba el tío, mi oído vulcaniano estuvo en tensión y diciendo “ay ay ay ay” desde que abrió la boca el chaval. Igual para otros eurofans no fue tan evidente pero mira, es lo que tiene haber estudiado música. Derrochaba personalidad, me gustó la puesta en escena, la canción era bonita y no tiene mala voz, pero tiene una voz que sonaba directamente desafinada, inestable, agreste, ruda, sin pulir, difícil de escuchar. Y todo eso se cura yendo a clases de canto, así que ya sabes Michal Szpak lo que tienes que hacer en tu próxima vida. O en ésta, que aún eres joven.

La australiana Dami Im
Australia ya participó el año pasado en el Festival, pero este año han enviado a la artillería pesada y no han ganado por los pelos, ahorrando a la organización un marrón de los buenos, porque aunque la televisión australiana puede participar a condición de renunciar a la organización del próximo Festival en caso de que ganara, a ver qué hacíamos. ¿Quién lo organiza? ¿por qué? ¿quién lo decide? Quita, quita, si eso que gane Ucrania y ya está porque vamos, el golazo de Ucrania en el último segundo gracias al nuevo sistema de votaciones a mí me sonó a que ya venía preparado de casa. Malpensada que es una. Por cierto, al polaco le habían dado 7 puntos en toda la noche los jurados profesionales, y gracias al voto del público subió de golpe 222 (que parece algo así como la tercera parte del anticristo), encumbrándose a la octava posición. Sin comentarios pero me hizo gracia eso de ser elevado a los altares eurovisivos únicamente por medio del apoyo popular, no me diréis que siendo un clon de quien es, no tuvo su chispa la cosa.

Y con esto y un bizcocho, mis queridos euronerds, hasta el año que viene en Kiev.




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