domingo, 4 de febrero de 2018

Mujeres que comen


Mujeres que comen, mujeres que cocinan, mujeres que dan de comer.

Mujeres que disfrutan preparando un arroz al horno, que se embriagan con el olor del pan recién hecho, que frente a un tarro de miel piensan en alimento y no en calorías.

Mujeres que cuando hablan de comida dicen tocino, arroz, huevos, azúcar, y no yogur desnatado o hamburguesa de soja.



Mujeres recias, contundentes, de armas tomar, mujeres que saben mandar sin necesidad de proclamarse feministas.

Mujeres pizpiretas a los veinte, maduras a los treinta, en su punto a los cuarenta, sabias a los cincuenta, imparables a los sesenta, matriarcas a los setenta, venerables a los ochenta, dulces a los noventa… eternas, mujeres eternas.

Mujeres de anchas caderas y generosos pechos, de rotundas y amorosas curvas. Madres nutrientes de buena crianza, abuelas que calientan entre sus pechos las gotas para el oído del nieto.

Mujeres de piel suave, cuerpo fuerte y corazón valiente.

Mujeres eróticas, mujeres hechas de carne y no de plástico.


Mujeres de brazos en jarras, de andares firmes y ojos seductores. Mujeres que con un buen escote y la cara lavada, levantan a su paso las miradas de los hombres.

Mujeres de chocolate, mujeres lácteas, mujeres de manzanas frescas.

Mujeres felices con la familia sentada a la mesa, disfrutando de un cocido casero en día de fiesta.

Mujeres de merengue y melocotón, de manteca, de almendras, de hortalizas, de buen aceite de oliva, de pernil y de torrija, de garbanzos, de paella, de magdalenas caseras, de patatas fritas y de gazpacho.


Mujeres redondas, mujeres que comen.

Mujeres que comen y dan de comer.

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