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jueves, 29 de junio de 2023

Activismo de color, negro

Hoy en día, pertenecer a un colectivo presuntamente discriminado es la mejor manera de vivir sin dar un palo al agua, comprobado. En España no hemos llegado al nivel del BLM de Estados Unidos, que para protestar por la muerte de una persona negra alientan disturbios en los que mueren 30 personas, varias de ellas negras. Pero me temo, y me temo mucho, que todo se andará.

Hace poco he visto a varias youtubers/influencers/quejiquers profesionales negras y me he interesado por el tema descubriendo que ser negra y dedicarte a contar lo mucho que te discriminan es un chollo. Y hablamos del mundo occidental en el siglo XXI, ojo, todos entendemos lo que es la esclavitud y lo mucho que sufrieron y sufren quienes la padecen; el problema es que alguna gente negra que nunca sufrió nada parecido pretende culpar a toda la gente blanca por quienes sí la sufrieron. Y por supuesto no hay quien les haga entender que la esclavitud no es una atrocidad exclusiva de los EEUU en el siglo XIX, sino que se ha dado a lo largo de la historia en todas partes, y tanto esclavos como esclavistas los hay y los ha habido de todas las razas.

Disturbios tras la muerte de George Floyd

Veamos algunas de las quejas de nuestras queridas influencers racializadas:

Los hombres cuando pueden elegir prefieren a las mujeres blancas, y las negras quedan relegadas a un segundo plano y se ven obligadas a alisarse el pelo y blanquearse la piel con productos tóxicos y peligrosos. Me da la sensación de que los hombres también prefieren a mujeres jóvenes, altas y con tetas grandes, por lo que miles de mujeres de todos los colores se dejan el dinero y la salud en los quirófanos tratando de parecerse a ese ideal de belleza inalcanzable para la mayoría. Eso sí, lo hacen todas ellas porque les da la gana, las blancas y las negras, eso de que “me veo obligada”… venga ya, nena. 

Por otra parte, se quejan también las activistas negras de que los hombres las consideran “una belleza exótica” y las hipersexualizan, y quieren ligar con ellas porque piensan que son auténticas fieras en la cama. Entonces ¿en qué quedamos? ¿quieres gustar a los hombres o no quieres? ¿te molesta que te vean sólo como amiga pero también te molesta que quieran tener sexo contigo?


Algunos las prefieren blancas

Otra youtuber se quejaba de que de niña era la única negra de la clase, y tenía que estudiar un temario blanco. A lo primero no le veo mucho arreglo y a lo segundo… a mí que alguien me explique lo que es un “Temario blanco” por favor. Supongo que se refiere a que el temario hace hincapié en la historia de Europa y no en la de África, y eso ha molestado profundamente a nuestra youtuber de color negro que se ha sentido discriminada sin pararse a pensar, por una parte que en las escuelas europeas (donde ella ha tenido la suerte de poder estudiar, ya hubieran querido sus abuelas africanas) es bastante lógico que se priorice la historia europea; y por otra que, nos guste o no, la civilización surgió y se desarrolló en Europa. Fueron los europeos griegos y romanos quienes, con todas sus luces y sus sombras, crearon un tipo de sociedad que permitió poco a poco el desarrollo del arte, la ciencia y la civilización que hoy conocemos y en la que todos queremos vivir. Los antepasados de la youtuber también y por eso vinieron a Europa. Y sí, aquellos griegos eran blancos y en las clases de historia se estudian sus logros, qué le vamos a hacer.

En otro orden de cosas, también es fácil de entender que el que es “diferente” en un grupo humano sienta a veces malestar cuando se le recalca esa diferencia. Entiendo perfectamente que si eres una niña negra y tus compañeros de clase se pasan el día cantándote la canción de los conguitos o del colacao, eso te moleste y te hiera, nada que objetar. Pero claro, prueba a ser la niña gordita, o el niño empollón, o el niño mariquita con pluma… no lo pasan mejor que la niña negra de la clase, seguro. Los niños a veces se muestran crueles con esas cosas sin saber el daño que hacen y es un comportamiento que debe corregirse, pero que no indica en absoluto que la sociedad sea automáticamente racista, gordófoba, empollonófoba o plumófoba. Salvo para nuestras queridas activistas que ahí han visto el cielo abierto. En vez de achacar esos comportamientos a la inconsciencia infantil, llegan a adultas y se ponen a decirnos que en España existe un racismo institucional. 




Y no, queridas, por ahí no. El racismo institucional implica que haya leyes en un país que separen a los ciudadanos por sus caracteres étnicos, y en base a ellos se establezcan derechos para unos sí y para otros no. Lo que hicieron los nazis con los judíos, por ejemplo eso es racismo institucional. Y me parece muy grave acusar a una sociedad democrática de permitir que sus leyes sean racistas, y si ya la acusación es contra mi sociedad y mi país, pues me reboto y escribo cosas como este artículo. Porque me fastidia y me parece injusto. En ningún país de la Unión Europea hay racismo institucional, está expresamente prohibido por nuestras leyes (leamos el artículo 14 de la Constitución Española, por ejemplo) 

El cartelito de marras

Si me dices que en España hay gente racista… pues sí la hay, como en todas partes pero ¡oh sorpresa! gente de todos los colores. Hace unos años tuve una conversación en twitter con un representante de SOS Racismo, en la que acabé diciéndole: “mira chaval, si lo que has dicho de los blancos lo llega a decir un blanco de los negros, acaba en la cárcel por delito de odio” y francamente, sigo pensando igual. Estábamos discutiendo acerca del cartelito aquel que promocionaba un acto de la comunidad africana en Madrid y en el que podía leerse “Prohibida la entrada a blanquitos europeos”. Imagínense que, yo qué sé, la Asociación de Criadores de Palomas Torcaces del barrio de San Miguel, en Villatortas de Enmedio, organiza una conferencia y en la puerta hay un cartel que pone “Prohibida la entrada a negritos africanos”. Pues eso. 

Otra queja muy extendida es que la Policía siempre les pide los papeles a los negros porque son negros, y los activistas se quejan con campañas y lemas como “Deja ya de pararme”. A ver chaval, que a mí también me paran y me piden los papeles si en Fallas se me ocurre coger la moto e ir por Valencia, pues porque esos días hay motoristas que tienden a hacer barrabasadas y la Policía trata de prevenirlas, es su trabajo. Y paran a todos o a casi todos los motoristas, estén o no haciendo el gamberro. Pues nos fastidiamos, colaboramos con la autoridad, enseñamos los papeles que haga falta y ya está. 

Control policial a motoristas

Hace tiempo una progretolerante ONG (subvencionada por el erario público, cómo no) hizo un informe tratando de demostrar que hay más probabilidades de que la Policía te pare y te identifique si eres negro que si eres blanco. Y claro, como las ongs mucha subvención pero poca idea de cómo se elabora ese tipo de informes, pues resulta que tras un bombardeo absurdo y desorganizado de datos y tablas acababan llegando a la conclusión de que la Policía es terriblemente racista porque detiene con más frecuencia a negros que a blancos. Supongo que no cuentan con que alguien se lea el maremágnum de datos que aportan, pero yo lo hice y resulta que en su conclusión habían obviado que también los delincuentes condenados son en mucha mayor proporción no blancos que blancos, lo que contrasta y mucho con la distribución racial en la población total de España (“Matemáticas para progres”, Iván Espinosa de los Monteros). Así que la verdadera conclusión sería que la Policía detiene en España a más gente no blanca, porque la gente no blanca delinque más. Pero claro, esa conclusión no les iba a gustar nada a nuestros onenegistas y la dejaron a medias. Un informe  tostonazo de tropecientas páginas para que nadie se lo lea (excepto Zenia) y concluimos que la Policía es racista. Luego cobramos un pastón del chiringuito de turno y arreglado, el ong business en estado puro a cargo del contribuyente. 

Y llegamos al presunto agravio hacia los negros y la queja que más me emociona de todas: no hay suficientes personajes negros en la literatura y el cine. Pero no os preocupéis hermanas, que aquí están los cerebritos de Netflix, HBO, Disney y compañía para poner remedio. Y el remedio no ha consistido en hacer series sobre los personajes negros de la historia, que sí los hay y bastantes, sino en convertir en negro a todo personaje que  se les haya puesto delante, sea histórico o de ficción. Y así hemos visto a Ana Bolena, Cleopatra, Aquiles, La sirenita, Superman y alguno más convertidos por arte de activismo progre en espléndidas gentes de color, mientras que todo un ex vicepresidente de nuestra España querida se apunta al carro quejándose de que en “Grease” no hay un solo negro. Con dos cojones.

Ana Bolena, la real y la de HBO

Y muchos europeítos que pagan religiosamente la cuota de su plataforma, y que hubieran visto de lo más a gusto una serie por ejemplo sobre Aretha Franklin, me incluyo, se han sentido incómodos al ver a una Ana Bolena negra y han pasado de la serie. Y no porque sean racistas, sino porque si las series no son fieles a la realidad cuando ésta se conoce, pues acaban chirriando y el espectador se pone a ver otra cosa, será por series. Estaría encantada de ver en alguna parte un biopic de Aretha Franklin, pero si me pongo a verla y resulta que la protagonista es una actriz noruega blanca y rubia… pues como que le doy al stop, que queréis que os diga.






jueves, 8 de marzo de 2012

Las hermanas Bolena (Historia, literatura... y cine)

El otro día vi la película, y no me resisto a compararla con la magnífica novela de Philippa Gregory ("The other Boleyn girl") en la que está basada, ya me conoceis ;-). Así que ahí va.


Doce años tenía María Bolena cuando su padre y su tio decidieron meterla en la cama del rey Enrique VIII, con la sana intención de afianzar su posición en la corte, y después de que el monarca se hubiera prendado de la niña. Vista con los ojos de hoy, María Bolena no era tan guapa ni se parecía a Scarlett Johanson pero en su época debió ser un bellezón. Y dejaremos aparte el hecho de que hoy en día el padre, el tio y el rey estarían en la cárcel por pederastia y proxenetismo pero claro, con los ojos de hoy es como NO se debe de mirar hacia tiempos pasados y en el siglo XVI por lo visto esas cosas eran normales.
 
 
María Bolena
Enrique se encaprichó de María, y quizá incluso la amó a su prepotente manera, pero cuando a los catorce años ella debió guardar cama durante casi todo su segundo embarazo, los Bolena, temiendo que la lujuria del soberano se dispersara por otras familias nobles y también poseedoras de mozas en edad de merecer, le pusieron en bandeja a Ana, la hermana mayor de María, de quince años. Y Enrique como el tonto que era, cayó en la trampa y en sus brazos. Se acabó María, y eso que dio a luz al ansiado hijo varón que tanto deseaba Enrique. Parece mentira que existiera una sociedad en la que se obligaba a las mujeres a madurar de golpe casi desde la niñez, y sin embargo se permitiera a todo un rey seguir haciendo el adolescente hasta bien entrada la treintena.
 

Enrique VIII por aquel entonces ya había pasado de ser un flacucho y desgarbado pelirrojo a ser un obeso pelirrojo afectado de gota, y en muchas ocasiones de impotencia. Vamos, que para nada se parecía a Eric Bana, y debió de ser repugnante para las adolescentes María y Ana establecer con él contacto carnal, por decirlo finamente.
 

Enrique VIII
También debió de ser duro para su esposa, la reina Catalina quien, prometida desde su nacimiento a Arturo, Príncipe de Gales y hermano mayor de Enrique, se casó con él a los 16 años sin conocerle de nada, se enamoró de él y lo vio morir de unas fiebres todo en menos de un año, y sin saber a su muerte si Arturo la había dejado embarazada o no. Y la cosa tenía su importancia, porque de estar embarazada, o no, dependía su vida. No lo estaba. Menos mal que su coraje, su sangre española y su inteligencia la ayudaron a alargar la duda un tiempo mientras ponía en marcha el plan B: camelarse al idiota envidioso de Enrique para  que la tomara como esposa, y dársela con queso jurando y rejurando que su matrimonio con Arturo no fue nunca consumado. Y el idiota envidioso de Enrique, que siempre había sentido celos de Arturo y que codiciaba tanto la Corona como el amor de Catalina, cedió. La mare que va, ¿se puede ser más tonto? Pues sí, se puede, y Enrique lo demostró enseguida. Una vez sentado en el trono junto a Catalina fue un monarca pésimo, consiguió enemistarse con el resto de Europa, incluida y especialmente la poderosa Roma, y sumir a Inglaterra en un caos total. En cuanto a Catalina, que de habérselo permitido habría gobernado mil veces mejor que él, se dedicó a humillarla poniéndole los cuernos durante años y acusándola de no darle un hijo varón, mientras la pobre reina paría sin cesar niños muertos o moribundos. Todo para acabar repudiándola en una pantochada de juicio para poder casarse con Ana Bolena....
 


... y con esto volvemos a las hermanas Bolena. La rivalidad entre ellas existió y no fue baladí. María no soportaba que Enrique la hubiera cambiado por su hermana, y Ana, ambiciosa como ella sola, no soportaba que el rey hubiera sido antes amante de María. Y francamente, la primera batalla la ganó Ana pero la guerra la ganó María que fue la más lista, cogió a sus hijos, se casó con un caballero de la corte y se largó de allí pitando. Por celosa que estuviera de Ana, también debía estar hasta las narices del pesado del rey. 
 

Ana Bolena
Ana mientras, cegada por la ambición, decidió no parir hijos bastardos y exigió a Enrique para entregarse a él que repudiara a Catalina, se casara con ella y la convirtiera en Reina de Inglaterra. Y Enrique, el muy tonto, así lo hizo, provocando una crisis internacional. Pero lo peor es que la propia Ana no se dio cuenta de las consecuencias de sus actos: haciendo romper al rey el entonces vínculo sagrado del matrimonio estaba cavando su propia tumba. Porque Enrique a esas alturas era ya insoportable, sus enfermedades y sus ataques de celos hacían la vida muy difícil a quien estuviera a su lado. Acusaba a Ana de no quedarse encinta, como ya hizo con Catalina; cuando Ana tuvo a la princesa Isabel la acusó de que ésta fuera una niña y no el varón que él tanto deseaba; y ya para rizar el rizo, como Enrique estaba casi siempre impotente, cuando Ana concibió, gestó y abortó al quinto mes un feto monstruoso, la acusó de haber tenido relaciones con el diablo y la condenó a muerte. Toma ya. Sí, Ana fue juzgada por un tribunal pero el pueblo nunca la quiso, era vox populi que el rey se había cansado de ella y tonteaba con Jane Seymour, y a ver quien es el guapo que desde un tribunal tiene lo que hay que tener para llevarle la contraria a un cabreadísimo Enrique VIII. Nadie. Así que culpable por unanimidad y la pobre y torpe Ana, al cadalso. Por cierto, en la película Ana trata de convencer a su hermano Jorge para que sea él quien la deje embarazada ya que el rey no puede, pero parece ser que en la realidad su hermano andaba muy ocupado cortejando a un apuesto capitán de la guardia del rey. Un secreto a voces que su mujer, loca de celos, aprovechó para sacar a la luz cuando la reina Ana cayó en desgracia. Resultado: las cabezas de Jorge y del apuesto capitán rodaron por el cadalso, pertinentemente separadas de sus cuerpos, unas horas antes que la de Ana. Como para que luego nos quejemos de la monarquía actual.