jueves, 15 de septiembre de 2022

¿Qué tal un viaje solidario? (Diario de guerra XV)

 COLABORACIÓN DE LINA ZALITOK

(german below, deutsch unter)



Tal y como se puede suponer por la anterior entrega de este diario, he estado varios días en mi ciudad natal. Pandino se quedó en Kiev. Él nunca sale, así que no le importa dónde aposentarse para pensar. Siempre está pensando. Lo primero que hice al llegar a mi casa fue abrazar a Storch, al que no había visto en varias semanas, y pedirle que le hiciera a Pandino una video llamada para comprobar si se encontraba bien. Hablaron como siempre en alemán, así que disculpadme si continuamos en esa lengua.




“¡Hola Pandino! ¿Cómo estás?”


"¡Hola! estoy bien. ¿Cómo es que llamas ahora? No has llamado en cinco semanas”


"Tú tampoco. Pero claro, es que estabas con Linochka. Ahora  tú estás solo y yo estoy con Linochka. Así nos cuidamos el uno al otro.”


“Sí, la verdad es que disfruto estar solo finalmente. Aunque a veces me pongo triste”


"¿Por qué?"


"Por nuestro amigo en común, este pedazo de madera aposentado en Italia que no quiere ser solidario y venir a vernos. Casi todos los políticos ya han venido aquí a Ucrania, pero él nunca pone una pezuña fuera de su tierra.”


“¿Cinghiale, el jabalí?”


“Sí, Cinghiale”- gruñó sombríamente Pandino


"Es un animal libre. Vive en la UE y puede decidir por sí mismo cuándo y a dónde viajar”


“Sí, en el caso de que los animales salvajes tengan los mismos derechos que las personas en la UE, sí. Entonces es que no quiere visitarnos”


"No lo creo. Tal vez no pueda…"


“¿Tiene miedo a los misiles?”


"¿Cinghiale? ¡Para nada! De quien tiene miedo es de su jefe. No se atreve a solicitar permiso”


"Oh, siempre olvido que sólo nosotros vivimos cada día como el último y que los demás aún pueden permitirse vivir bajo las órdenes de otros”


"Estás exagerando. Cinghiale no es así. Quizás esté ocupado en otros proyectos. Sabes que siempre está metido en algún importante y complicado asunto científico” - Stork levantó su pico en el aire y luego lo dirigió al suelo


“Ahora mismo sólo puedo pensar en que estamos amenazados por armas de destrucción masiva, ¿qué pasa si morimos mañana y él no ha venido a vernos?”


"Eso significaría que al menos él estará vivo. Pero no vamos a morir”


"Ya. Pero estoy decepcionado, los amigos no se comportan así. Ni siquiera ha tenido que escuchar una alarma de ataque aéreo”


“Tú tampoco has escuchado tantas. Llevas siempre tapones en los oídos”


"Pero porque necesito concentrarme, las alarmas no hacen más que interrumpir mis pensamientos más inteligentes. Si presto atención a la alarma aérea, no consigo llegar hasta el punto de sacar algo en claro de mis meditaciones”


“Incluso sin prestar atención a las alarmas, puede que tampoco llegues a tiempo de sacar nada en claro. No sabemos dónde puede caer el próximo cohete”


"Mi capacidad tiene límites. No hay lugar para preocuparme por eso en este momento de mi vida, lo siento” - Pandino se sentó con las patas cruzadas


"Entonces será mejor que vengas a mi pueblo. Al menos por ahora, hay menos probabilidades de morir aquí. Esto es un oasis de paz en Ucrania.” - Storch agitó un poco sus alas


"Quién sabe. Pero no quiero irme. Ya me he acostumbrado a este apartamento provisional en Kiev”


"Cinghiale probablemente tampoco quiera moverse de donde está. Deberías ser más comprensivo con él. Y además, tampoco tenemos mucho tiempo”


"Exacto, la vida es corta. ¿Cuántas ocasiones tenemos en nuestra vida de ver un jabalí?


"No lo sé. También podemos ir en coche hasta su casa si quieres. Y tomarnos un descanso de las alertas aéreas”


"Las alertas aéreas no me molestan en absoluto, tengo tapones para los oídos. ¿Y Linochka? ¿Nos vamos a ir de aquí para visitar a ese animal tan ocupado que no quiere perder su trabajo?”


"Pandino, tú no has trabajado en tu vida, deberías ser más empático con quienes sí trabajan”


“Y Cinghiale debería ser más empático con nosotros en nuestra situación. La guerra no es un paseo de ponis. No puedes pensar “ya iré más tarde”, hay que ir inmediatamente. Puede que mañana sea imposible”


“Y también puede que mañana no se pueda escapar de aquí, y Cinghiale no pueda regresar a su casa”


“Me da igual. No necesito amigos así”


"¡Pandino! Che dici!” (en italiano “¡qué dices!”)


"Non si se preocupa per niente” (en italiano “nada le importa”)


"Sí, le importa. Tú estás siendo egoísta. Él tiene su propia vida”


“Una hermosa y pacífica vida”


"O quizá realmente no le importa nada, o no es libre de vivir según sus valores, o se está esclavizando a sí mismo ya sea consciente o inconscientemente. Pero ése no es nuestro problema. Es su decisión y tiene derecho a ello”


"Dicen que todos en la UE viven libremente..." - Pandino apretó los labios


"¡No quiero tener discusiones políticas ahora, Pandino por favor!"


"La última vez dijo que aún no podía cogerse las vacaciones”


“¿Y qué? De todas formas, ahora tampoco tenemos tiempo para estar con él. Tú aún tienes que concluir algunos de tus sesudos pensamientos y yo tengo que decidir qué haremos si la situación se agrava”


“Cinghiale debería sacar tiempo al menos para una taza de té…"


“¿Y para una taza de té tendría que viajar dos días de ida y otros dos de vuelta? ¿Para que puedas charlar con él durante una hora?”


"¡Y ofrecerle un té de menta!" - Pandino, como un camarero, estiró sus patas como si estuviera sosteniendo una bandeja


"Muy bien, esta discusión no va a ninguna parte. Sigue con tus pensamientos, pero por favor no pienses en Cinghiale”


"La guerra destruye las amistades…"


"No necesariamente y si no lo permites…"


"Vamos a ver. Esta amistad apenas me inspira ahora”


"La amistad no siempre está para inspirarle a uno”


"¿Qué puedo decir? nos ha dejado solos” ​​- Pandino puso cara de disgusto


"Así es la vida. Estos son nuestros problemas, nosotros decidimos quedarnos aquí. Como te dije, también podemos visitar nosotros a Cinghiale”


"No, yo me quedo aquí”


“De acuerdo, y él se queda en Italia. También tiene sus razones”


"Hmmm... ¿y la solidaridad?”


“¡Paparruchas!"


"¡Oh, no digas eso!”


"Pandino, basta ya, por favor. ¿Hay algo que puedas hacer tú para ayudarle a él y también a Linotschka? ¡Pues hazlo y deja de enfadarte con los demás!”


"Hablas como Cinghiale durante la pandemia…"


"¿Lo ves? Cinghiale dejó huella en nuestras mentes. Además, no es la primera vez que estamos mucho tiempo sin vernos, ¡pero podemos hablar y escribirnos!”


"Sabes que ahora es diferente" - suspiró Pandino


"Sí, pero tampoco podemos obligar a Cinghiale a que nos visite justo ahora”


"Cierto. Voy a prepararme un poco de té de menta”


“¡Es una buena idea! ¡Buenas noches!”


"¡Buenas noches, Storch!"




(texto original)


War diary #15 Wie wäre es mit Solidaritätsreise?

As you might guess from my previous war diary, I went for several days to my home town. Pandino stayed in Kyiv. He never goes out, so it doesn’t matter to him where he sits and thinks. He is always thinking. First thing when I came to my home town was hugging Storch whom I hadn’t seen for several weeks in a row and asking him to make a video call to Pandino and check if he is OK. They talked in German as usually, so I apologize for switching again to German.

“Hallo Pandino! Wie geht’s?”

“Hallo! Es geht. Wieso rufst du an? Du hast fünf Wochen nicht angerufen.“

„Du auch nicht. Aber früher warst du mit Linotschka. Jetzt bist du alleine und ich bin mit Linotschka. Wir machen uns Sorgen.“

„Ja, ich genieße es, endlich alleine zu sein. Nur manchmal werde ich traurig.“

„Warum?“

„Wegen unseres gemeinsamen Freundes, dieses Stück Holz, das in Italien sitzt und keine Solidaritätsreise unternehmen will. Fast alle Politiker waren schon da, in der Ukraine. Er setzt aber keinen Huf außerhalb seines Landes.“

„Wildschwein?“

„Ja, Cinghiale.“ – brummte Pandino düster.

„Er ist ein freies Tier. Er lebt in der EU und darf selbst entscheiden, wann und wohin er reist.“

„Ja. Wenn wilde Tiere die gleichen Rechte wie Menschen in der EU haben, schon. Also er will uns nicht besuchen.“

„Das glaube ich nicht. Vielleicht kann er nicht…“

„Hat er Angst vor Raketen?“

„Wildschwein? Gar nicht! Er hat Angst vor seinem Chef. Er traut sich nicht, Urlaub zu beantragen.“

„Ach, ich vergesse immer, dass nur wir jeden Tag wie den letzten leben und dass die anderen sich noch gönnen können, fremdbestimmt zu leben.“

„Du übertreibst. Cinghiale ist nicht so. Vielleicht ist er auch mit anderen Projekten beschäftigt. Seine Nase steckt immer in der schweren Wissenschaft.“ - Storch hob seinen Schnabel in die Luft und dann richtete ihn zum Boden.

„Ich kann grad nur an schwere Waffen denken. Was wenn wir morgen sterben und er uns bis dahin nicht besucht?“

„Das würde bedeuten, dass er im Gegensatz zu uns überlebt… Wir sterben aber nicht“

„Tja. Ich bin enttäuscht. Freunde benehmen sich so nicht. Er hat noch keinen einzigen Luftalarm gehört.“

„Du hast auch nicht so viele gehört. Du steckst ja die ganze Zeit Ohrstöpsel in die Ohren.“

„Nur weil ich mich konzentrieren muss und Luftalarme unterbrechen fast immer meine schlausten Gedanken. Wenn ich auf Luftalarm achte, werde ich nie meine Gedanken bis zum Ende denken.“

„Und wenn du auf Luftalarm nicht achtest, wirst du vielleicht auch nie damit fertig. Wer weiß, wo die nächste Rakete landet.“

„Meine Kraft ist begrenzt. Für Luftalarme gibt es in meinem Leben keinen Platz, sorry“ - Pandino saß mit verschränkten Pfoten.

„Dann komm lieber zu mir ins Dorf. Hier ist die Wahrscheinlichkeit des Todes geringer, zumindest momentan. Hier ist die Oasis des Friedens auf der ukrainischen Erde.“ - Storch flatterte kurz mit seinen Flügeln.

„Wer weiß. Ne, ich will mich nicht bewegen. Ich habe mich schon an diese temporäre Kyjiwer Wohnung gewöhnt.“

„Wildschwein will sich wahrscheinlich auch nicht bewegen. Du solltest mehr Verständnis dafür haben. Außerdem haben wir gerade auch kaum Zeit.“

„Genau, das Leben ist kurz. Wie viele Male im Leben sehen wir noch Wildschwein?“

„Das weiß ich nicht. Wir können auch zu ihm fahren, wenn du magst. Und eine Pause von Luftalarmen machen.“

„Luftalarme stören mich gar nicht. Ich habe doch Ohrstöpsel. Und Linotschka? Verlassen wir sie hier, um dieses beschäftigte Tier zu besuchen, das seinen Job nicht verlieren will?“

„Pandino, du hast im Leben nie gearbeitet und solltest für arbeitenden Menschen mehr Verständnis haben.“

„Der Wildschwein sollte mehr Verständnis für unsere Situation haben. Der Krieg ist kein Ponyhof. Man kann nicht solche Reisen für „später“ planen. Man sollte sofort kommen. Morgen ist es vielleicht unmöglich zu kommen.“

„Morgen ist es vielleicht unmöglich wegzukommen. Der muss doch auch zurückkommen können.“

„Egal. Ich brauch solche Freunde nicht.“

„Pandino! Che dici!“

„Non si preoccupa per niente.”

“Doch, er kümmert sich, du bist nur egoistisch. Er hat doch sein eigenes Leben”

„Friedliches schönes Leben.“

„Entweder kümmert er sich tatsächlich nicht oder er ist nicht frei, nach seinen Werten zu leben oder er macht sich unfrei, sei es bewusst oder unbewusst. Aber das ist nicht unser Problem. Es ist seine Entscheidung und er hat darauf Recht.“

„Man sagt doch, dass alle in der EU frei leben…“ - Pandino presste die Lippen aufeinander.

„Ich möchte jetzt keine politischen Diskussionen führen, Pandino, bitte!“

„Letztens sagte er, dass er noch „keinen Urlaub nehmen kann.“

„Und? Gut so! Wir haben jetzt auch keine Zeit, ihn zu unterhalten. Du musst ja noch ein paar Gedanken zu Ende denken und ich muss noch verstehen, wie wir uns am besten für die mögliche Verschärfung der Situation vorbereiten.“

„Ich hätte schon für eine Tasse Tee Zeit…“

„Und dafür muss Wildschwein mindestens zwei Tage hin und zwei Tage zurück reisen? Damit du mit ihm eine Stunde redest?“

„Und ihm eine Tasse Pfefferminztee überreiche!“ – Pandino streckte wie ein Kellner seine Pfoten vor sich hin, als ob er ein Tablett hielte.

„Ok, diese Diskussion führt zu nichts. Denke weiter, aber bitte nicht an Cinghiale.“

„Krieg zerstört Freundschaften…“

„Nicht unbedingt und wenn du es nicht zulässt…“

„Mal sehen. Diese Freundschaft inspiriert mich gerade kaum.“

„Freundschaft ist nicht immer dazu da, um einen zu inspirieren.“

„Was kann ich sagen? Wir sind alleine gelassen.“ - Pandino machte eine unzufriedene Miene.

„So ist das Leben. Das sind unsere Probleme und das war unsere Entscheidung, hier zu bleiben. Wie gesagt, wir können Wildschwein auch besuchen.“

„Nein, ich bleibe hier.“

„Ok. Und Wildschwein bleibt in Italien. Er hat doch auch seine Gründe.“

„Hmmm… und Solidarität?“

„Quatsch!“

„Ach, das tut weh!“

„Pandino, stopp, bitte. Was kannst Du persönlich machen, um dir und Linotschka zu helfen? Tue das und rege dich über andere nicht auf!“

„Du redest wie Cinghiale während der Corona-Zeit… ”

“Siehst du? Cinghiale hat in unseren Köpfen gute Spuren hinterlassen. Außerdem, ist es nicht das erste Mal, dass wir uns lange nicht sehen, aber wir können doch miteinander sprechen und schreiben!”

“Du weißt, dass es jetzt anders ist.” - Pandino seufzte.

“Ja, aber wir können jetzt genauso Cinghiale nicht zwingen, uns zu besuchen.”

“Stimmt. Ich mache mir jetzt Pfefferminztee.”

“Gute Idee! Gute Nacht!”

“Gute Nacht, Storch!”

viernes, 9 de septiembre de 2022

De vuelta al colegio (Diario de guerra XIV)

 COLABORACIÓN DE LINA ZALITOK

(english below)


Ayer estuve, por primera vez después de 10 años, en la escuela donde estudié siete años de mi vida. Mi profesora, que ahora es una de mis amigas, me pidió que le ayudara editando el video del vals de la graduación de los alumnos de último curso. Nos encontramos en la escuela. No fue una visita nostálgica, pero tuve la oportunidad de atravesar los pasillos que aún me resultaban familiares. El edificio estaba igual. Muchos de los posters, fotografías y plantas de mi infancia aún estaban allí. Me gustó que los rusos no hubieran alcanzado mi escuela, y que mi pasado aún estuviera allí. Pero también me hizo sentir triste, porque la ausencia de cambios puede significar que no has progresado y que no consigues estar al día, si es que las escuelas necesitan progresar. Después de todo, todas esas fotos de árboles, peces, fórmulas químicas, el gran mosaico del rostro de Tara Shevchenko… aún significan algo para mí.


La ceremonia de graduación fue cancelada. Sólo se pudo hacer una ceremonia de despedida. Los niños en Ucrania van a clase con los mismos compañeros durante once años, así que la graduación es un evento memorable, en el que desfilan por la calle principal de la ciudad acompañados por una banda, llevan vestidos preciosos, y la gente se para a verles y darles la enhorabuena. Pero este año no. Tres parejas de baile habían ensayado un vals para ese día, pero cuando se canceló la graduación decidieron grabar un video del baile. Siempre me llama la atención que casi nadie sigue las clases de baile en la escuela, pero de repente días antes de la graduación a algunos alumnos les entran ganas de bailar el vals en la ceremonia. También estos alumnos habían aprendido a bailar expresamente para la graduación y estaban muy guapos en el video, incluso si el baile no era perfecto.


Mi profesora había hecho anteriormente algunos videos también de mi clase, y me dijo que había quedado impresionada cuando me vio bailar a los nueve años en un viejo video de nuestra graduación en la escuela elemental, que me había visto de otra manera. Fue un recuerdo inesperado, precisamente en un momento en el que pensaba que no había otras maneras de ver las cosas. Pensé que sólo me pasaba a mí hasta que hoy leí una entrevista con uno de los activistas de Kharkiv, donde decía que todos los ucranianos hemos perdido nuestra identidad, incluso la profesional. Ya no hay profesores, jefes de proyecto, activistas, soldados, médicos, etc. En lugar de eso, y aunque no todo el mundo esté de acuerdo, muchos periodistas y escritores se han convertido en soldados, mucha gente ha perdido su trabajo, mucha gente se ha alistado voluntaria… ante todo, somos Ucranianos.


Nunca me había sentido tan Ucraniana como después del 24 de febrero. Sentirse Ucraniana es sentir amor, sentirse fuerte y estar preparada para hacer cualquier cosa para que Ucrania gane esta guerra. Y aunque sea maravilloso, ahora puedo ver que ese sentimiento casi arruina el sentido de ser yo misma. Y el pensar que no estoy haciendo lo suficiente es como una espada de Damocles sobre mi cabeza, que me obliga a hacer todavía menos. Parece ser que muchos Ucranianos comparten esa experiencia, a la vista de lo que publican en redes sociales (no me gusta hacer referencia a las redes sociales, pero a veces reflejan el sentir de la gente, y muchos intelectuales Ucranianos comparten en redes sociales sus pensamientos y experiencias). Además, hay evidencia científica de que el peligro puede hacer que decaiga nuestra personalidad hacia una versión ya superada, o incluso hacernos retroceder a través de varias versiones de nosotros mismos, hasta la más básica. 


Este domingo, después de que por la mañana Rusia atacara un edificio residencial en Kiev, yo aún estaba allí y no había escuchado ni explosiones ni alarmas aéreas. Me había acostado tarde, así que dormía profundamente. Un amigo me envió un mensaje desde Berlín, preguntándome si estaba bien. Así que lo primero que hice al levantarme fue leer las noticias. Me enteré de lo que había pasado y decidí no abrir las redes sociales y no pensar más en ello. No me sentí bien en todo el día y lo bueno de no sentirse bien es que no hay casi nada que te pueda hacer sentir peor. Las noticias me afianzaron en mi decisión de acercarme a mi escuela de baile, a comprobar si todavía puedo bailar y si todavía me gusta. No tenía noticias de que la hubieran cerrado, así que me fui a la estación de metro. 


De camino pasé por mi antiguo apartamento en el primer piso, y vi desde la calle una maceta que antes no estaba en el alféizar. Así que alguien estaba viviendo allí. Por casualidad tenía una llave del piso en mi bolso, porque el propietario no me había devuelto la fianza y yo no le había devuelto la llave. Un amigo me envió una postal desde Omán a principios de enero a esa dirección y no había llegado. Me quedaban cinco minutos más antes de que empezara la clase, así que entré en el edificio para mirar el correo. Los buzones en ese edificio no tienen llaves y son muy pequeños, con frecuencia los carteros dejan la correspondencia en la parte de arriba de los buzones, sin distribuirla. Al contrario que en Alemania, donde recibes un montón de documentos importantes por correo, aquí sólo te llegan las facturas de la luz y el gas, así que nadie se preocupa mucho de los buzones. Busqué entre un montón de facturas de luz y no había ninguna postal. A otra amiga de Kiev le llegó su postal de Año Nuevo desde Omán en abril… quizá la mía no iba a llegar nunca. Pero esperaré dos meses más.


Es difícil describir lo que sentí al entrar en la clase de baile, y al bailar. Fue como regresar al pasado y recuperar algo a lo que ya había renunciado. Ver a la gente de mi clase me hizo imaginar que la guerra nunca empezó. Sentí otra vez el miedo a improvisar junto a bailarines más experimentados. Ese miedo me hizo sentir que existo y que es fantástico existir. No porque puedas morir en cualquier momento sino porque puede suceder algo maravilloso, y yo puedo influir en aquello que sucede. Mi cuerpo recordaba muchos de los pasos de baile, pero parecía bailar de una manera muy diferente. Me sentí rara bailando, pero también me sentí muy bien.


En las ceremonias de graduación, siempre oyes a la gente desearse unos a otros que les vaya bien. Aunque es bastante tópico y como concepto debería ser cuestionado, ahora desear a alguien que le vaya bien sonaría como una burla. En este momento no puedo imaginar un futuro, ni bueno ni malo. Ahora tenemos la obligación de luchar pase lo que pase: más misiles, ataques con armas nucleares, armas químicas… lo que sea. Tal y como suele decirse, salvar la vida de un solo ucraniano ya es una victoria para todos, es decir, sobrevivir y mantenernos cuerdos. Me tranquiliza que el baile sea compatible con la guerra.





(texto original)

Yesterday, I was for the first time after at least 10 years at my school, where I had spent seven years of my life. My teacher who is one of my friends now, asked me to help her with cutting the graduation waltz video for school-leavers. Our meeting place happened to be our school. It wasn’t a nostalgic visit, but I had an opportunity to walk through corridors which seemed still so familiar. Not much changed in the building. Many posters, pictures and plants from my childhood were still there. It felt good, because the Russians did not get to my school and because my past was still there. But it also felt sad, because absence of changes could also mean no progress and failing to stay up to date, that is if schools need progress. After all, all those pictures of trees, fish, chemical formulas, the big mosaic of Taras Shevchenko’s face, etc. are still relevant.

Usual celebration of school-leavers was cancelled. Only a solemn goodbye ceremony was allowed. Ukrainian children mostly learn with the same pupils almost eleven years, so graduation is an epoch event with promenade on the main street of the town in beautiful dresses to the music of an orchestra with passers-by stopping to greet and watch the procession. But not this year. Three girls and boys prepared waltz for the day, but after the celebration was cancelled, they decided to do a video of their dance. It always amazed me that almost nobody has ever visited dancing classes at school, but then suddenly shortly before the graduation some school-leavers would get a mysterious desire to dance waltz at the graduation ceremony. These kids also learnt to dance just for the graduation, and they looked so beautiful on the video, even in clumsy moments.

My teacher had once put together a souvenir video also for my class and now she told me that she had been impressed, when she discovered 9-years old me dance in an old video from our graduation from elementary school. She said that she had seen me “from different side”. That was an unexpected flashback, even more that at the moment I felt like having no sides. I thought that it was only my “problem”, but today I read an interview with one Kharkiv activist, where she said that all the Ukrainians lost their identity, at least a professional one. There are no professors, project managers, activists, soldiers, doctors etc. Indeed, even if such interpretation might not be supported by everyone, many journalists and writers are soldiers now, many people lost their jobs, many people volunteer… First of all, we are Ukrainians.

I have never felt so Ukrainian as after February 24. Feeling Ukrainian is feeling love, strength and readiness to do anything what approaches Ukrainian victory. As wonderful as it is, now I see that this feeling pretty ruined the sense of being myself. And the thought of “doing not enough” is hanging every day like a sword over my head and makes me do less. Apparently, many Ukrainians experience that, as I can judge from many social media posts on this topic. (I don’t like to refer to social media, but sometimes they do represent people’s current mood and many Ukrainian intellectuals share their thoughts and experiences on social media) Also, there is scientific evidence that danger can “downgrade” our personality to the previous version or even roll us back through several previous versions to a very basic one.

This Sunday, after Russia attacked a residential building in Kyiv in the morning, I was still in Kyiv and heard neither explosions nor air alarm. I went to bed late, so my sleep was deep. My friend from Berlin sent me a message, if I was Ok. So after waking up, first thing I did, was reading the news. I got to know what happened and decided not to open social media anymore and not to think about it. I didn’t feel well on that day and the good thing about not feeling well is that almost nothing can make you feel worse. The news reinforced in defiance my unsure decision to go to my lindy hop school in order to check if I still liked pair dancing and if I could dance. There was no message that it was cancelled, so I went to the metro station.

On my way I passed my former flat in the first floor and saw from the street a foreign plant on the windowsill. I couldn't help but sighing sadly. So somebody lived there. Strangely, I had a key from the flat in my bag, because the owner has not paid back my bail yet and I did not give him my key back. My friend sent me a post card from Oman in early January to this address and it never arrived. I had 5 minutes more before the beginning of the class, so I entered the building to check the post. As post boxes in this house do not have keys and are too small, postmen often left post just on the top of all the postboxes without sorting them. Unlike in Germany, where you receive a lot of important documents per post, here you get only electricity and gas bills, so nobody cares much about post boxes. I looked through a bunch of electricity bills. There was no post card among them. The other friend from Kyiv got her New Year’s post card from Oman in April… Maybe mine will never arrive. But I will wait two months more.

It is difficult to describe my feelings when entering the dance studio and when dancing. It was like moving back into the past and getting something back you had already said good-bye to. Seeing some people from my classes gave an illusion that war had never started. I felt the already forgotten fear of improvisation with more experienced dance partners. This fear made me feel that I existed and that it was exciting to exist. Exciting not because you can die any moment, but exciting, because any moment something wonderful can happen and I could influence what would happen. My body remembered many dance moves, but seemed to dance much differently than before. Dancing felt weird, but nice.

At graduation ceremonies you always hear wishes of bright future. Although it is quite a platitude and as a concept needs to be questioned, wishing bright future now would sound like mocking. At the moment, I cannot see neither bright nor dark future. We just have to fight no matter what happens: more missiles, nuclear weapons attacks, chemical weapons…whatever. As they say, the minimal victory for everybody would be to save at least one Ukrainian, i.e., to survive and stay sane. That reassures me that dancing is compatible with war.

martes, 16 de agosto de 2022

Tras las huellas del sufrimiento (Diario de guerra XIII)

COLABORACIÓN DE LINA ZALITOK

(english below)


Un día de esta semana, por la mañana tuve un sueño corto muy extraño, después de que sonara mi alarma por primera vez y antes de que sonara la segunda. Estaba en la calle y veía a un soldado ruso que perseguía a un hombre con un arma. El hombre parecía un civil que se hubiera incorporado hace poco a la defensa de nuestro territorio, mayor de 45 años, quizá rondando los 50. Al momento siguiente el hombre cayó y el ruso le apuntó con el arma, todo sucedía muy rápido. De manera espontánea, yo corría hacia el hombre para intentar protegerle con mi cuerpo y gritaba al ruso “¡no le dispares!” sólo para encontrarme que la cabeza del hombre ya estaba separada del cuerpo. Me daba cuenta de que era demasiado tarde y de que había sido una tontería ponerme en peligro de esa manera. El ruso gritaba “¡estúpida!” y se ponía a disparar apuntando detrás de mí. Yo sentía las balas volando a mi alrededor. Entonces salía corriendo. Después de llegar al porche de mi casa de verano, me dolía mucho la cabeza. Ponía mi mano en la nuca y sentía como si algo estuviera dando vueltas bajo mi piel. Sacaba varias balas con mis dedos. No había sangre y las balas parecían bayas. Eran blandas, pero elásticas. No tenía heridas en la cabeza, pero aún así me dolía. Entonces me desperté.


La semana antes de tener ese sueño, había visitado Bucha, Borodyanka e Irpin. Puedes hacerlo en varias horas, una ciudad tras otra, ya que están cerca. Como no iba sola, no me pude concentrar del todo en lo que pensaba y sentía estando allí, aunque antes del viaje me había preguntado cómo se sentiría la gente en esas ciudades, y quería ir desde hacía tiempo. 


Cuando vi los edificios en ruinas donde antes estaban las casas de la gente corriente, sentí sólo un momento de dolor, no más de un segundo. Creo que de manera inconsciente evitaba las emociones. En las ciudades crecían ya las hojas verdes de los árboles y la hierba, lo que me hacía apartar los ojos de las ruinas. Parecía que la naturaleza estaba tratando de esconder todo el sufrimiento de lo que había pasado alrededor de esas paredes negras y de esos boquetes. Ver el verdor de las plantas produce una impresión tan fuerte que parecen estar gritando una declaración de principios: “la vida siempre prevalece”


También los habitantes de estas ciudades habían limpiado todo muy rápidamente y en Borodynka por ejemplo, habían puesto un nuevo kiosko en el mismo lugar donde estaba el que fue destruido, me lo dijo mi amigo que había estado allí una semana antes. Yo quería dirigirme a esas plantas y a esas personas y decirles: “¡esperad! no borréis tan deprisa las huellas de la maldad, tenemos que entender lo que ha pasado aquí. Necesitamos mostrar a los demás lo que ha pasado aquí” Lo rápidos que han sido los trabajos de reconstrucción en Borodyanka, Iprin y Bucha, me han hecho reflexionar acerca de Kharkiv. Mi padre suele entretenerse relatando una y otra vez lo que ha visto en reportajes de Kharkiv después de los ataques con misiles: “los servicios de emergencia llegan, recogen a las personas heridas, entonces la gente barre el suelo y planta flores en los maceteros cerca del edificio”


Parecía suceder lo mismo en Bucha, Irpin y Borodyanka: con la colaboración de la gente, el sufrimiento desaparecía rápidamente a la vista. Un extranjero que visitaba Irpin en mi grupo, como si leyera mis pensamientos, le preguntó al alcalde de la ciudad: “¿vais a dejar así parte de estas casas destruidas como memorial, o lo vais a reconstruir todo?” Yo pensé: “sí, por favor, dejadlo así ¡un memorial! ¡buena idea!… espera… entonces habría que convertir casi, digamos una quinta parte (no lo sé exactamente) del territorio de Ucrania en un museo al aire libre” Muchos ucranianos tendrían que vivir entre ruinas para conseguir que todo el mundo recordara esto. 


De todas formas las paredes no tienen alma, al menos no la tienen las paredes ajenas. Yo no tenía muchas emociones al ver las secuelas de la agresión. Debo haberme vuelto un poco insensible. Ver este desastre tiene que haber sido devastador para la gente que vivía entre estas paredes, los que las veían intactas todos los días al ir al trabajo, o a la compra, o a ver a sus amigos. Nosotros no vimos un solo cadáver, una sola persona herida en estas ciudades. Lo único que vimos fueron edificios y coches, vacíos y destrozados. Francamente, me dan igual los edificios y los coches. La Presidente de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, estuvo en Bucha mucho antes que nosotros y sí que vio cadáveres, los que nosotros vimos en fotografías en la exposición de la iglesia de la ciudad. Lo que no se veía en la foto era el olor de los cadáveres, tal y como nos dijo el sacerdote de Bucha. En esos días se estaban exhumando los cuerpos de las fosas comunes.  Para entender la tragedia que se ha producido aquí, ¿es suficiente el olor de los cuerpos muertos, la prueba biológica de que nos descomponemos después de morir? 


He tenido suerte y me alegra no haber experimentado lo que es vivir bajo la ocupación, pero me deja perpleja el hecho de que el sufrimiento y la injusticia se desvanezcan con tanta facilidad. Es maravilloso porque la vida y la primavera prevalecen. Pero también es horrible, porque podría ser la razón de que el mal no deje de actuar.




(texto original)


One day this week I had a strange short dream in the morning, during the time between the sounds of my two alarm clocks. I stood on the street and saw a man who was being chased by a Russian soldier with a gun. The man looked like a civilian who recently entered territorial defense, older that 45 years old, maybe over 50 years old. As they were passing by next moment, the civilian fell, and the Russian pointed a gun at him. Everything happened very quickly. I spontaneously ran to the man to somehow cover him with my body and shouted to the Russian “Don’t shoot!” only to find out that the head of the civilian was already separated from the body. I realized that it was too late and that it was a poor decision to put myself in danger. The Russian shouted “Stupid!” (Дура!) to me and shot further. I felt the bullets flying near me. Then I ran away. After I entered the porch of my summer house, I felt a strong headache. I put a hand on the back of my head and felt some little roundings on the skin. I could extract with my fingers several balls. There was no blood and the balls looked like berries. They were soft, but elastic. My head was not damaged, but I still had some headache. Then I woke up.

A week before I had that dream, I visited Bucha, Borodyanka and Irpin. You can do it in several hours, one after another, as they are closely situated. As I was not alone, I could not concentrate on my thoughts or feelings when being there, although before my trip I always wondered what people felt in those places and had been looking forward to going there for quite a long time. As I saw the ruined buildings, where ordinary people had once their apartments, I felt only a few moments of pain, not longer than a second. Possibly, I unconsciously avoided emotions.

All the towns were drowning in green leaves of trees and grass distracting me from the ruins. It seemed that the nature was trying to hide all the suffering which you might suppose happening behind and near these black walls and holes. The sight of green plants made such a powerful impression that they seemed to make a loud statement “Life will always prevail.”

Also, inhabitants of the towns have cleaned everything very quickly and in Borodynka, for example, they put a new kiosk on the place of the destroyed one, as my friend, who was there a week before, told me. I almost wanted to address those plants and people and tell them “Wait! Please don’t hurry up so to erase the footprints of evil! We need to understand what happened here. We need to show others what happened here.” The speed of repair works in Borodyanka, Iprin and Bucha made me think about Kharkiv. My father always amuses himself when retelling again and again what he saw in reportages from Kharkiv after missile attacks: “Emergency services come, gather the injured persons, then people sweep the floor and plant flowers in flower beds near the building.”

It looked similar in Bucha, Irpin and Borodyanka: assisted by people, suffering seemed to be quickly fading from the surface. A foreigner visiting Irpin together with me asked the town mayor as if reading my thoughts: “Are you going to preserve any parts of these destroyed residential areas as a remembrance place or you are going to rebuild everything?” I thought: “Yes, please preserve! Remembrance place! Good idea!.. Wait…Then you have to make almost, say out of a fifth (I do not know exactly how much) of Ukrainian territory an open sky museum.” Many Ukrainians will have to live among ruins to make everybody remember.

Anyway, walls do not have a soul, at least someone else’s walls do not have a soul. I did not feel much looking at the aftermath of aggression. I might have become insensitive though. The sight of damages must be devastating for people who lived inside those walls, who saw those walls intact every day when walking to work or to do the groceries or meet friends. Our visiting group did not see a single corpse, or a single person injured in those towns. What we saw, were destroyed empty buildings and cars. Frankly, I don’t care about buildings and cars. The President of the European Commission, Ursula von der Leyen, arrived in Bucha much time before us and she did see corpses, as we saw on the photo of an exhibition in the local church. What we did not see on the photo, was that she could smell dead bodies, as Bucha’s priest told us. At that time, forensic exhumation from mass graves was taking place. Is the smell of corpses, a biological proof of the fact that our bodies decompose after death, enough to grasp the tragedy of what had happened there?

I am lucky and glad that I did not experience living under occupation, but I am quite perplexed by the fact that suffering and injustice fade so easily. It is wonderful, because life and spring prevail. Yet it is horrible, because it might be the reason why evil happens again.