domingo, 17 de julio de 2011

¡Bravo Ángel!

Raro es hoy en día, muy raro, encontrar un presentador de televisión que no sea el típico chulazo de 1’90, marcando pecho y bíceps con una camisa tres tallas más pequeña de la que le correspondería. Al fin y al cabo la televisión es un medio visual. Sí, visual, sería audiovisual si importara algo lo que se oye en ella... porque en fin, si el chulazo tuviera algún talento periodístico me parecería genial que trabajara en un medio de comunicación, y si encima está bueno pues mira, mejor para él. Pero no, los chulazos y chulazas que pululan por las televisiones enseñan toda la carnaza que haga falta pero la gran mayoría no saben hablar ni leyendo un guión. Triste y tremendamente comercial, c´est la vie. 
 

Por eso soy fan incondicional de Ángel Martín. Para empezar porque es un hombre que sin cumplir ninguno (o casi ninguno) de los cánones de belleza masculina actual, está muy bueno. Para qué nos vamos a engañar, las hormonas por delante. Pero sobre todo me fascina de él, el hecho de que un tío que presenta en televisión con mucha gracia y salero un programa de éxito, un día lo deje para dedicarse al teatro. SEÑORAS Y SEÑORES, en el mundo del artisteo, en el que el más tonto pone el culo por dos pesetas, para hacer eso hay que tener UN PAR DE HUEVOS y Ángel los ha tenido. Vaya por delante toda mi admiración. Lo mismo pasó hace tiempo con el valenciano Toni Cantó, al que en los ochenta mis prejuicios y yo considerábamos un guapito más de la tele hasta el día en que pasó olímpicamente de ganar un pastizal presentando gilipolleces, y se dedicó a calzarse las Comedias Bárbaras de Valle-Inclán, el teatro clásico griego y algún que otro Shakespeare en salas de teatro, y así lleva desde entonces. En aquel momento di una patada a mis prejuicios, me quité el sombrero y le obsequié con la más humilde reverencia.


Pero volvamos a Ángel, que ahora se dedica a recorrer España junto a Ricardo Castella con el espectáculo humorístico teatral “Nunca es tarde”. De éxito en éxito. El rasero del éxito es distinto en teatro que en televisión. El hecho de que si haces teatro, algunas noches puede que te vean veinte o treinta personas conduciría inmediatamente al hara-kiri a cualquier directivo de telecinco, pero para el artista constituye un éxito. Si eres bueno, y Ángel y Ricardo lo son, esas veinte o treinta personas no te van a olvidar en la vida. Los millones que te ven en televisión se olvidan de ti en cuanto van al baño en la publi.


No hace falta desearle el éxito a Ángel Martín porque ya lo tiene, ahora más que nunca; no hace falta desearle que llegue a ser un gran artista porque ya lo es; no hace falta desearle que le vayan bien las cosas porque ya le van de maravilla. Si lo tuviera delante de mí le desearía que no haya nunca en el mundo nada ni nadie capaz de cambiar su manera de ser. También le diría que gente como él hacen más por el espectáculo y por otros artistas que todas las televisiones del mundo. Después le declararía mi amor incondicional y le invitaría a cenar, y cuando él, amablemente, rechazara mi invitación yo me largaría a emborracharme en soledad a base de gin-tonics, disfrutando de la satisfacción del trabajo bien hecho y del agridulce sabor de la derrota.


PD: adjunto el vídeo de presentación que hicieron para las funciones en el teatro Maravillas de Madrid. Si ésto es sólo la presentación, lo que debe ser sel espectáculo.... aún no he ido a verlo (¡malditas no vacaciones!), pero iré, lo prometo.









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