miércoles, 13 de julio de 2011

Ser o no ser (madre)

 
Uy qué miedito, una mujer sin hijos hablando de la maternidad, dando lecciones de lo que no sabe, qué fácil es educar niños cuando no los tienes, etcétera etcétera... bueno, que nadie se alarme antes de hora, no es ésa mi intención. Más que del hecho de ser madre, me gustaría hablar del hecho de no serlo. Y aunque reconozco que me repatean bastante las “mamás pasteleras”, conozco y quiero a suficientes madres vocacionales y felices en su maternidad como para valorar el hecho de que formar una familia sea una de las prioridades importantes en la vida de una persona, aunque no sea mi elección.
 

A lo que iba: sin poner en duda ni infravalorar en absoluto todo lo que puede aportar a una mujer el ser madre, yo conozco mejor lo que te quita la maternidad y a ello quería referirme, para empezar a la elección de pareja. Cuando una mujer heterosexual planea tener hijos con su pareja, ve en los hombres a un padre en potencia y son las cualidades de buen padre las que va a valorar a la hora de elegir a un hombre, como es lógico. Yo también lo haría. Y eso nos lleva a la costumbre de pasar de largo de:

                                                 
1- El canalla que te vuelve loca, del que sabes que no te puedes fíar, pero que te hace temblar con sólo mirarte. Suele beber cerveza en vez de agua y conducir una Harley, pero no es imprescindible, también puede beber whisky y conducir una Kawasaki.

2- El chiquillo al que le llevas veinte años, que se enamora perdidamente de ti y se dedica a respirar por donde tú pasas. Te adora, te escribe poemas de amor y tú te sientes como una auténtica diosa.

      
3- El padre de familia que quiere a su familia y nunca la dejaría (y tú nunca lo consentirías), pero aún así enloquece por tus huesos y por tus lorzas.

4- El amigo gay con el que un día se te cruzan los cables y echas un polvo divino, que sabes que nunca se repetirá.

5- La amiga presuntamente heterosexual con la que un día se te cruzan los cables y echas un polvo divino, que sabes que nunca se repetirá.

6- El adorable picaflor al que jamás ninguna mujer podrá meter en casa, pero que lleva más de media vida visitando la tuya para que lo invites a cenar con postre..... algo que haces encantada. El postre suele valer la pena.

7- El payasete de treintaytantos, infantil e inmaduro, que te encanta y te hace reír a carcajadas cada vez que abre la boca. Con ése al menos te sientes madre, mira. Intuyes que convivir con él debe ser desquiciante, pero el chico es un cielo y es fácil quererle.

8- El ángel rubio e inalcanzable con el que pasas un fin de semana de ensueño, allá lejos del mundo, y al que nunca después vuelves a ver.
 
 
Evidentemente, si tuviera un reloj biológico de ésos y la maternidad entrara en mis planes, habría desechado desde el principio todas estas opciones y llevaría años buscando un chico formal y responsable, que fuera un buen padre con el que formar una familia. ¿Lo habría encontrado? no lo sé. ¿Sería feliz con él? ni de coña. Me pasaría el día echando de menos los besos del canalla y las cenitas con el picaflor. Soy así de rara, qué vamos a hacerle.



2 comentarios:

  1. Chapó, nena. Lo bueno de los tiempos que corren es precisamente eso, la libertad de elegir, y tú has elegido quererte a ti misma.
    Y a la que eso le parezca egoista, que deje de quejarse de que sus niños no la dejan dormir y su marido es un inutil. Haber elegido muerte! ja,ja,ja

    ResponderEliminar
  2. Gracias guapa. En realidad todo ha sido una excusa para poner una foto de Hugo Silva..... JAJAJAJAJA. Besitos

    ResponderEliminar